Naturaleza de la dominación
No hay nada de natural en lo que se presenta como natural
En la pasada manifestación del 11 de Marzo contra la Reforma Laboral, cuando parte de los participantes nos desviamos del recorrido oficial para finalizar en Sol en lugar de Alcalá, una señora increpó iracunda a la manifestación. Entre los alaridos y berridos que la señora emitía, se podían distinguir las líneas argumentativas que sostienen el relato del “sacrificio”, “apretarse el cinturón” y la dictadura de la austeridad.
Básicamente, venía a decir que la manifestación era una “irresponsabilidad” y “mala para la economía española”; que no teníamos decencia. La ministra Fátima Báñez hablaba por su boca cuando resaltaba que al igual que su hijo, muchos de los que nos manifestábamos, también estamos en paro y que la reforma por lo tanto, nos conviene. Yo creo que sobre todo le conviene al 1% y para el resto, significa legalizar e intensificar una situación que los y las precarias ya conocemos bien.
Algo no cuadra con el discurso del autodenominado “partido de los trabajadores”: hay que trabajar más horas, sentencia en una entrevista la dirigente del PP Dolores de Cospedal. Entonces parece ser que, para paliar los más de 5 millones de parados, la solución pasa por incrementar la jornada de trabajo de los ya empleados, utilizando a los parados como ariete para someterlos al miedo cíclico: -Tienes suerte de trabajar-no te quejes-acepta cualquier condición-tienes suerte de trabajar-. Con el parado la lógica funciona a la inversa jugando con su desesperación: -Acepta cualquier condición-tienes suerte de trabajar-no te quejes-acepta cualquier condición-.
En este sentido Cospedal añade que, “la reforma va encaminada a aumentar la empleabilidad de las personas”. Según los sociólogos Boltanski y Chiapello, expertos en el tema, empleabilidad hace referencia a “la capacidad de la que deben estar dotadas las personas para que se cuente con ellas en los proyectos”. Pero ¿cuál es esa capacidad? La flexibilidad, aunque más acertadamente, la lectura que hace la empresa sobre la misma; porque flexibilidad y precariedad no tienen porque venir en el mismo paquete.
Las modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo que establece la Reforma laboral, hacen especial hincapié en potenciar este tipo de flexibilidad. Principalmente porque pone al servicio de la empresa cualquier capacidad de la que dispongamos; en el lugar, el momento, la intensidad y la remuneración decidida exclusivamente por la empresa, que se guía por las necesidades que exija el caótico mercado.
Vivimos en un nuevo mundo, en eso tiene razón Rajoy, un mundo conectado sin duda. Pero sobretodo un mundo donde la creación de riqueza ya no pasa necesariamente -muchas veces estorba-, por el tiempo dedicado a la jornada laboral. Si no se gestionara como un drama sería positivo; vivimos en una sociedad donde cada vez hacemos más cosas productivas cuanto menos empleo hay. Esta ruptura con toda nuestra construcción cultural alrededor de la ética del trabajo –tripalium– a lo largo de la modernidad, aún no se ha asumido y aceptado del todo.
Pero la decadencia de una sociedad con vidas y trabajos estables y diseñadas con mucha antelación, – que no va a volver-, no tiene necesariamente que tomar el color de la precariedad. La degradación de la vida en aras de generar empleo de mierda, no es la única forma de tratar una misma situación, que por muy técnica que se llame, todo es político. Como dijo Martin Heidegger, “La esencia de la tecnología no es algo tecnológico”.
En realidad, todo depende de como concibamos las virtudes y retos que nos ofrece el mundo presente y la capacidad/fuerza para hacer valer nuestro derecho; el resto son declaración de intenciones, brindis al sol. La precariedad y la pérdida de servicios públicos, no son necesariamente las únicas formas de comprender las normas de convivencia política y socioeconómica en nuestra sociedad digital. No hay frase más ideológica que la que asume que no hace falta explicar nada; simplemente con decir “hay que hacer lo que hay que hacer”, Rajoy hace pasar por natural, algo que no lo es: someterse a la dictadura del mercado, al beneficio y el valor de cambio.
La precariedad neoesclavista es un mecanismo de dominación, no sólo de explotación.
El trabajo, entendido como poiesis– creación, producción-, se desvincula del empleo, o lo incluye, pero lo desborda más allá de la jornada laboral. No me refiero únicamente a los hobbies, los cursos y la formación continua, los proyectos colectivos, o las habilidades sociales que aportamos en el empleo, pero que las traemos aprendidas de afuera. Incluso como consumidores sin pararnos a pensar en ello, participamos de manera activa en el proceso de producción de una empresa. Una como por ejemplo Mercadona, dirigida por el señor Roig, el mismo que hace unos días arremetía contra los derechos laborales y ponía como ejemplo el esfuerzo de los bazares chinos.
En su llamada estrategia delantal, Mercadona ofrece en sus centros de coinnovación, – cuyo lema es “cocinar, limpiar, consumir y asearse con los jefes -los clientes-”, la posibilidad de poder observar y aprender de los gustos de los clientes e incorporarlos más tarde a los productos. Es decir, que para que Mercadona continúe asegurando y aumentando sus beneficios -lo de dar trabajo, es secundario-, los propios clientes tienen que participar activamente en la producción. ¡Qué bien! pensará más de uno.
También existen otros métodos para observar lo que los clientes, o incluso los propios trabajadores hacen y piensan. Esa es la razón por la que Ikea en Francia está siendo investigada por la fiscalía: espiar. Su dirigente contrataba una empresa privada de detectives que parece ser, les facilitaban ficheros policiales sobre los antecedentes de los y las trabajadoras, como también la elaboración de informes en materia de opinión política, gustos de ocio etc…Uno de los lemas de la empresa es ">Ikea, diseño democrático. Una buena metáfora sobre lo que entiende por democracia el gobierno neoliberal.
Precarizar no sólo permite a los especuladores aumentar sus ganancias y asegurar la viabilidad de las inversiones, u optimizar recursos, sino que también actúa como un potente dispositivo de control. Gobernar el miedo, las esperanzas y el imaginario colectivo sobre las perspectivas de vida, es tan importante como la cuestión salarial o la organizativa. Si se produce cuando se consume -eso que llaman prosumers (productor-consumidor)-, si se crea cada vez más riqueza fuera del empleo, la única forma de dominar al cerebro conectado en red pasa por someter el conocimiento creado al lenguaje de la mercancía. Precarizar para hacer de algo infinito, como el conocimiento, un bien escaso.
¿El método? utilizar un baremo de riqueza materialmente extinguido, como el empleo, pero bajo la retórica de su función formal como mecanismo de inclusión social. ¿Conclusión? el capitalismo utiliza toda la riqueza creada, pero la sigue relacionando con el empleo y así, utilizar la ideología del trabajo como un embudo donde todos competimos. Empleo que no llega y si lo hace, reafirma su función dominadora al precarizarlo continuamente.
Podemos dormir tranquilos, al rey el paro juvenil le quita el sueño. Esperemos que el 29-M los precarios y precarias hagamos de la huelga un trampolín que desborde al viejo mundo en extinción y empiece por asustar al soberano del nuevo mundo que ya empieza a caminar.