¿Nada ha cambiado?
Por Prudenci Vidal Marcos
¿“Los mismos perros con los mismos collares”? Aparentemente las elecciones del 28 de abril, día de San Fidel, paradojas del calendario, y las del próximo 10 de noviembre tienen los mismos protagonistas políticos. Es decir, aquellos que malograron nuestro voto y mostraron su incapacidad de llegar a acuerdos, vuelven a pedirnos la confianza que, durante estos tiempos de ausencia de diálogo, descalificaciones, vacaciones prioritarias etc., han mostrado no merecer por su incompetencia política unos, y por las ansias de mesianismo, otros.
Todo lo demás ya no es igual: en Catalunya se llama a la desobediencia civil que no sabemos cómo se va a llevar a cabo; columnas de pensionistas recorren el país de norte a centro y de sur a centro para converger el día 16 de octubre en la capital exigiendo lo que ellos prometieron y no hicieron entonces; la bolsa va desplomándose ante la guerra comercial de quienes representan el capitalismo más salvaje, pero quieren proteger sus espaldas a costa del libre comercio que durante tanto tiempo han impuesto a las economías emergentes; los nuevos ayuntamientos repasan sus ingresos y cargan de impuestos a las clases populares con abusivas subidas del IBI, vados, turismo etc. Este etc. podría ser mucho más largo, ancho y alto.
¿Algún vidente, visionario, profeta o lo que sea, se atreve a predecir una mesa de negociación entre el Sr. Sánchez, Don Pablo Iglesias y el Señorito Errejón para la formación de un gobierno? Pero hay que acudir a los programas. Y me pregunto: ¿alguien aprecia diferencias fundamentales entre las propuestas de unos y de otros? Y lo mismo ocurre en la derecha: ¿en qué se diferencian hoy Ciudadanos y el Partido Popular? Esto conduce a un callejón sin salida para los votantes que no podemos encontrar una vía de escape para la solución política de formar un gobierno.
Pero hay un colectivo que sí puede encontrar esa vía: los pensionistas. Si se tiene la habilidad mental para el análisis coherente de la situación y además se rompen las redes mentales que han conformado políticamente nuestro quehacer durante muchos años, hemos de ser honestos a la hora de sacar conclusiones y decidir nuestro voto. Sin la menor intención de dirigir o coaccionar el voto de nadie, voy a exponer mis razones que justifiquen mi voto, atendiendo no a los programas [palabras vacías que se lleva el viento porque no son un compromiso real ante los ciudadanos, ni ahora ni lo han sido nunca] sino, creo yo, a los hechos. El caudillismo “pepero” de Don Mariano Rajoy nos dejó una herencia de corrupción y de desamparo a las clases populares con su ciega obediencia a las propuestas neoliberales de la Unión Europea; como consecuencia recortes y más recortes: sanidad [el orgullo español de décadas enviado a la basura] la educación, disminución de profesores y aumento de la ratio profesor-alumno en aulas masificadas; y los resultados del informe PISA cada vez situados más a la cola. Las tasas universitarias inaccesibles para los hijos de la clase trabajadora y los que consiguen llegar al final de su carrera forzados a la emigración [más de un millón de titulados universitarios fuera de nuestro país]. Miles de dependientes evaluados sin atención por falta de liquidez presupuestaria. Residencias de ancianos carísimas y entregadas a la especulación privada. Y el bombardeo permanente de que el sistema público de pensiones debe reformarse en sus gastos porque va hacia la quiebra… y más y más.
Un acuerdo entre todos los grupos parlamentarios de izquierdas más los nacionalistas acabó con el “caudillismo rajoniano” y se vislumbraba un cambio de dirección por el volantazo anunciado: supresión de la ley mordaza, de las reformas laborales, publicación de las listas de morosos a hacienda y a la Seguridad Social, impulso a la suficiencia económica de las autonomías y largo etc. Anunciaron unas próximas elecciones en tres meses, pero quisieron perpetuarse en el poder intentando seguir durante toda la legislatura… mal comienzo y como canta Melendi:”pasan los años y seguimos en el ring” de la mentiras de la incompetencia y del enfrentamiento.
Los pensionistas que nos hemos dejado la piel explicando en más de 300 asambleas en todo el país la viabilidad del Sistema Público de Pensiones, vimos que el proyecto de ley sobre pensiones que el grupo Confederan de Podemos presentó en Las Cortes y que fue vetado para su tramitación por todos los grupos de la derecha, recogía las justas aspiraciones de quienes vivimos de nuestra pensión después de largos años de trabajo y de cotización. La aprobación del IPC por decreto, que no por ley, apaciguó a muchos que pensaron que la victoria estaba cerca con el PSOE. Pasaron los meses y las reivindicaciones restantes quedaron en el tintero. Y ahora, tambores y trompetas electorales vuelven a sonar y a profetizar cambios radicales porque “es de justicia que nuestros ancianos tengan una vida digna…” dice la ministra. Las trompetas bíblicas hicieron caer las murallas de Jericó, dicen. Mucho me temo que la intervención divina no hará sonrojar a quienes mienten continuadamente, porque la excusa para el no pacto con Unidas Podemos: “La CEOE, la patronal, no ve con buenos ojos su entrada en el gobierno…” no va a calar entre los viejos luchadores del antifranquismo que somos ahora los pensionistas. Siendo de izquierdas por convicción, por herencia familiar y por coherencia intelectual he concluido: la derecha nos destrozaría en aras al servicio de las oligarquías a quienes deben todos los favores del mundo; la izquierda, mal llamada izquierda, que representa el PSOE perdió hace ya mucho tiempo, demasiado tiempo, la esencia del socialismo apoyado en la clase trabajadora y su aburguesamiento es manifiesto en sus programas, en su acción política y en la vida personal de sus líderes. Sólo he hallado coherencia política, compromiso y honestidad personal en quienes están en política ocasionalmente y mantienen su compromiso social intacto desde ya hace varias legislaturas: UNIDAS PODEMOS.
Prudenci Vidal Marcos