En sus “buenos tiempos” de la más absoluta impunidad, el franquismo no desaprovechó la posibilidad del documental televisivo para ofrecer su narración única con programas como la olvidada La España del siglo XX escrita según constaba por José Mª Pemán 1/. Que era lo máximo que el régimen podía permitir o permitirse. Pero ya por entonces el panorama estaba cambiando (huelgas obreras, agitación universitaria, inicios de la revolución del libro de bolsillo, etc), incluyendo –incluso especialmente el cine, buena parte de los jóvenes directores se decían comunistas. Los sesenta fueron una “década prodigiosa”, marcados por grandes películas como Spartacus (Stanley Kubrick, 1960) o Doctor Zhivago (David Lean, 1065), la irrupción del cine tercermundista…De una manera u otra, aparecían como apologías de la revolución, sin olvidar las “pequeñas” del cine italiano o tan cercanas como Viriadiana, (1961), producida por un productora “comunista” y cuyos originales el dictador mandó destruir. Otro buen disgusto se lo ocasionó El verdugo (1963) de Berlanga, que llevó a Franco a llamar a Berlanga “mal español”. 2/
En 1963 es el año de Mourir a Madrid que se erigió en un auténtico hito que emocionó a la opinión pública antifascista, una brillante obra del destacado documentalista francés Frédéric Rossif que explicó su obra declarando que su alegato “…reúne varios documentos sobre la Guerra Civil Española y los integra capturando diferentes puntos de vista, destinados a representar la continuidad del sufrimiento de los españoles durante el régimen de Franco. La muerte de Federico García Lorca, Guernica, la defensa de Madrid, las brigadas internacionales, son algunas de las referencias que componen este film magistral. “Entre 1936 y 1939 explotaron en España mil años de historia. Fue la última guerra de hombres, la primera totalitaria. En esos años un mundo murió y nació otro, el nuestro. Ese momento es nuestra película, la historia de un giro, de esa noche del universo marcado por el signo de Guernica y de la V Columna, por la muerte sistemática y el choque de ideologías” Todo esto comenzó cuando Rossif y la productora Nicole Stéphane llamaron a las puertas del ministro de Información, Gabriel Arias Salgado, para expresarle su deseo de rodar un documental en loor al Franco, lo que le debió de parecer lo más natural del mundo. Su título era: La España eterna, nada hacía temer “un complot comunista”, nadie sabía Monsieur Rossif tenía ya un historial, que había hecho Le temps du ghetto (1961) que causó una fuerte conmoción en Europa y que, como tantos otros alegatos antinazis, aquí tardó décadas en poderse ver. 3/
La película se hace desde la perspectiva de su tiempo, de los sesenta, desde la perspectiva que explica que el ejercito colonial no habría ganado la guerra sin el doble juego de la no-intervención…Rossif acusaba a las democracias occidentales airadamente, desmonta el “mito de la Cruzada”, la gran mentira de la conspiración comunista al tiempo que restablece las caras obreristas del campo republicano aunque cabría reprocharle la escasa relevancia que le da a memoria anarcosindicalista. Sus méritos fueron reconocidos desde el primer momento: fue nominado al Oscar como Mejor Film Extranjero, recibió el premio Jean Vigo más el Flaherty Documentary Award…Reconocimientos que contribuyeron a poner todavía más nerviosas a las autoridades franquistas mientras que establecía un puente entre los resistentes de la guerra y ls nuevas generaciones que se negaban a ver la guerra como un mero prólogo de la mundial. Uno de los mayores méritos de Morir en Madrid es que se aparta del tradicional enfoque presuntamente “equidistante”, tan propio de la tradición liberal anglosajona y de cierto Hollywood y en definitiva, una línea correspondiente a la “no intervención”.
De acuerdo con esto, el que encargó de la “respuesta” recayó sobre Manuel Fraga Iribarne, quien se dispuso a producir la respuesta: Morir en España (1965), para la que se creó el mejor equipo posible…entre los adictos. La dirección recayó sobre Mariano Ozores (anteriormente se pensó en el oscuro Esteban Madruga), componente de una familia de tradición republicana que la dirigió entre dos títulos: Chica para todo y Operación secretaria. La idea original fue de Fernández Cuenca quien diría que únicamente pretendía demostrar cómo la guerra “adquirió carácter internacional por intereses particulares de unas cuantas grandes potencias empeñadas en mantener la tensión europea a costa de lo que nada en sí mismo les importaba”. En cuanto al lenguaje, este no puede ser más agresivo. Valgan estas líneas: “Porque el mundo entero ayuda al Gobierno de Madrid y al pueblo español. Para la mayoría de las gentes, incluso bien intencionadas, el pueblo español, a causa de las modas políticas es sólo aquel que afecta al coloniaje de Moscú. Y Stalin, bondadoso siempre, genial siempre, por lo menos hasta que cometió el error de morirse, corre en su socorro… Franco ha comprado nueve Savoias en Italia y trata de adquirir aviones en Alemania. Pero aún antes de conseguirlo, el mundo entero le señala como un enemigo de la paz, sin duda, porque los cañones rusos, los aviones franceses, las ametralladoras checas y los fusiles mejicanos, al servicio de los rojos, sólo disparan mantequilla y mermelada”. Airadamente citan a García Lorca y se remiten al “millón de españoles muertos”; los bombardeos de Madrid responden que como ellos iban querer mal a una ciudad que iba a ser la capital de los españoles. Hasta sacan a relucir el bombardeo de Hamburgo por parte de los Aliados, una realidad sobre las que eran los últimos en poder hablar, un argumento en el que resuenan viejas lealtades…Morir en España conoció una distribución bastante exigua, casi inexistente temiendo que tuviera el efecto contrario del deseado, aunque todavía fue peor con el engendro cocinado por Eduardo Manzano, 4/ y hasta ellos se avergüenza de manera que su “aportación” se quedó en las latas. Otras quedaron como piezas de museo…5/
Cuando se estrenó Las dos memorias (Francia, 1972), obra muy personal de Jorge Semprún, el antiguo líder comunista Federico Sánchez, ya estaba en otra órbita militante. Este aporte apenas sí hizo ruido más allá de los círculos minoritarios. Pese a ser un filme-documento, esta película se inscribe sin dificultad en el resto de la obra de Semprún quien, a pesar de su fluida relación con el cine, nunca volvió a ponerse detrás de la cámara. Se esfuerza en responder a las interrogantes del porqué de la guerra así como el porqué de la derrota republicana, al tiempo que ofrece un amplio espacio a los testimonios de la revolución como haría Ronald Fraser. Está realizada sin ninguna voluntad especial de proyección y durante años permanece en un segundo plano; todavía resulta poco asequible. Semprún opta por un estilo que se llama honestidad, por el reportaje ordenado pero no manipulado. Ante su cámara desfila un grupo personajes como Santiago Carrillo, Simón Sánchez Montero por parte del PCE, pero también disidentes y alter ego de Semprún, Fernando Claudín, máss un largo etcétera en el que se incluyen hasta Raimon, el “cantaor” José Meneses que tiene coplas de espesas resonancias trágicas derivadas de la represión sufridas en su pueblo –el mío- y, como no podía ser menos: Yves Montand, su “alter ego” en la pantalla.
Es un trabajo sobre los recuerdos de un exiliado muy especial, su diagnóstico subraya el cambio de época. Desde los primeros planos de las playas del sur de Francia repletas de turistas que traen inmediatamente a la pantalla (la memoria) otras imágenes de esas mismas playas convertidas en improvisados campos de concentración para los refugiados españoles, todo el montaje de la película está articulado en dos planos, referidos el uno al otro constantemente, ofreciendo voluntariamente la introducción a un debate en el que el consenso –como no podía ser menos-, se adivina imposible. Años más tarde, cuando Semprún ya había “superado” sus inquietudes marxistas y se sentaba a la derecha del César, añadió nuevas consideraciones a los interrogantes de su pe única película: “España es un país muy extraño: el régimen de monarquía parlamentaria está construido sobre los valores que defendió la Segunda República, y la memoria está construida en torno a los valores de los vencedores. Debemos aspirar a un reequilibrio. Y está claro que el argumento de la derecha para no hacerlo es revivir las heridas del pasado y tal y cual (…) Recuerdo que a Hemingway le enfurecía que llamáramos a la Guerra Civil “nuestra guerra”. Él, que hablaba un perfecto castellano con un acento muy americano, decía que lo único que unía a los españoles era nuestra guerra“. Es un derroche propio del personaje Semprúm sin Semprún, el retratado testamentario de una de las entregas más elaboradas de la serie “Imprescindibles” en la que aparece casi como un actor que representó papeles tan diversos. Al final, Semprún se interroga sobre coherencia destrozada, pero vanitas vanitates..
Otro documental “francés” del mayor interés fue ¡Arriba España! (Francia, 1976), destacado film de montaje de título irónico obra del singular cineasta José María Berzosa (Albacete, 1929), exiliado (1956) que ya había hecho Las Españas (1973). Se trata de un documental acerca de la guerra española –contada con una capacidad de síntesis encomiable- y sus consecuencias posteriores sobre la sociedad española, con testimonios de diversos personajes, entrevistas y significativos documentos fotográficos y sonoros. En el guión participan aparte del director, el conocido periodista Ramón Chao, muy batallador en la época franquista) y Andrés Campo. Cuenta con ilustraciones de pinturas de Antonio Saura y M. Luís de Pablo. Resulta modélica en lo que respecta a la síntesis que ofrece sobre la guerra, con un enfoque que resulta sintetizada magistralmente, virtud extensible a la descripción del largo período represivo que se inició en la interminable posguerra. Cuenta con el complemento de las declaraciones de significativas personalidades franquistas, republicanas y de la variopinta oposición, hasta 1975, que, con sus palabras, van jalonando los hechos recogidos por las cámaras del pasado y seleccionadas por el realizador.
Se trata de una experiencia rigurosa y muy elaborada compuesta con noticias de actualidad, extractos de películas clandestinas, de entrevistas originales de personalidades del área llamada “evolucionista” del régimen y por supuesto, de la oposición que comenzaba a tomar la palabra. Entre ellos el poeta gallego Celso Emiloio Ferreiro (Longa noite de pedra), Enrique Tierno Galván antes de hacerse del PSOE y que apuesta por una vehemencia que en realidad ocultaba una moderación práctica muy “realista”. En la lista figuran personajes conocidos del teatro político, más algunos como el ultramontano padre Venancio Marcos, un miembro anónimo de ETA, sin olvidar el poeta Marcos Ana, la esposa de Julián Grimau…La cinta termina con la muerte de Carrero Blanco y el juramento de Juan Carlos a los “principios del Movimiento” al ser coronado rey y ofrece un montaje organizado con elegancia y habilidad, la memoria degradado de los vencedores y la destruida de los vencidos. Berzosa establece una línea de inequívoca opción rupturista, hostil a las componendas que ya se estaban fraguando.
Berzosa estuvo con la película en Venecia en 1976 donde la película fue saludada con entusiasmo para defender su film, creyendo tal vez que la presencia masiva española de todas las tendencias sería masiva, dado el tema monográfico de la Mostra dedicado a España, ofreciendo un trabajo enorme de recuperación de viejas películas, un aporte que solamente fue reconocido con el tiempo. En unas declaraciones para la ocasión, Berzosa explicó que su película ha sido realizada utilizando exclusivamente documentos filmados y testimonios actuales. “Nuestro propósito ha sido trazar un fresco histórico, en parte desconocido, para despertar la curiosidad de los indiferentes. No hemos pretendido, obviamente, trazar el retrato histórico de toda una época; para esto ya están los libros (…) Los documentos, los hechos y los testimonios son suficientes. Los adjetivos los añade el público por su cuenta. Las cifras, por ejemplo, dicen más que cualquier palabra mía: el conde daño, en un viaje oficial a España en julio de 1939, constataba tranquilamente que cada día eran fusiladas una media de doscientas cincuenta personas en Madrid, ciento cincuenta en Barcelona, ochenta en Sevilla… Cuando al público se le puede informar que al terminar la guerra venían siendo ajusticiados una media de quinientos a mil prisioneros políticos al día, ¿de qué sirve añadir un calificativo duro destinado a los responsables? Un adjetivo no puede sustituir el valor de una imagen, de un dato. Le corresponde al espectador extraer las consecuencias pertinentes de lo que ve y de lo que oye”.
Berzosa realizó más tarde Franco, un fiance de la mort (Franco, un novio de la muerte, Francia, 1993-1994) documental en el que analiza la figura del dictador a través del lugar que sería su propia tumba: el Valle de los Caídos. Le siguió con Pinochet et les trois generaux (Pinochet y los tres generales, 2004), en la que se puede encontrar una entrevista en verdad esperpéntica en la que un capellán del ejercito chileno se deshace en elogios hacia Pinochet al que describe como alguien tan bueno y tan cristiano que resulta difícil encontrar a alguien con tantos valores. Berzosa le sugiere como ejemplo a Franco a lo que el capellán asiente entusiasmado.
De amplia difusión fue La guerra civil española producida por la productora Granada para la BBC (1986) fue ampliamente comercializada con ocasión del cincuenta aniversario. Algo de esto trata de ofrecer esta serie que aparecía como la síntesis documental más ambiciosa producida hasta el momento. Obviamente, en comparación con el “trágala” de los exabruptos franquista, aparecía como un modelo de rigor y equilibrio, una apariencia que se desaparecía cuando a una descripción de la barbarie militar-fascista (Badajoz, Málaga, Guernica, etc), le seguían unas paletadas compensatorias en las que la peor parte le corresponden a la revolución, y por supuesto a los anarquistas. Y por más que se ofrezcan precisiones que permitan diferenciar, los propios datos hacen que las presuntas simetrías sean dinamitadas. Como es propio en un proyecto de tanta amplitud y tal variedad de medios, la seducción viene garantizada al igual que los hallazgo –servidor no podrá olvidar nunca ese terrateniente andaluz que antepone la “España de todos” contra sus braseros que querían la tierra para su egotismo, para imponer su “comunismo libertario”-. Tanto la afinidad como la abierta discrepancia, obvia cuando se trata de académicos “militantes” del partido del orden como Hugh Thomas o Javier Tusell, Ronald Fraser sin embargo ha sido uno de los hispanistas de mayor calado que haya existido y sus dos volúmenes Recuérdalo tú, y recuérdalo a otros. 6/
Realizado con la profesionalidad proverbial de la casa, esta tentativa de visión de conjunto ordena y explica los hechos desde una pretensión de “objetividad” que no puede ocultar la verdad de la reconstrucción de los hechos. Así por ejemplo, se nos ofrece una minuciosa descripción del paso de la “columna de la muerte” liderada por Yagüe que arrasó Extremadura…
En una cinta francesa, recientemente descubierta, muestra con detalle la llegada de las tropas franquistas y los improvisados campos de fusilamiento masivo. Ya hemos recordado que, ante los abrumadores testimonios presentados, el propio general Yagüe reconoció los hechos, terminando diciendo, muy enfadado, a su entrevistador y a modo de justificación: ¿Y qué quería que hiciese? ¿Alimentar a tanto golfo? Algo similar sucede con el horror de Guernica, y no hay manera de establecer un “y tú más”. Tampoco hay manera de ocultar las opciones sociales. Un terrateniente afirma que sus braseros eran unos egoístas porque querían colectivizar “sus” tierras, en tanto que él, mucho más generoso, luchaba por la España de Franco. A pesar de los comentarios “centristas”, el documental no puede ocultar su vocación lírica al evocar la generosidad de las Brigadas internacionales ni la épica de la defensa de Madrid…
Notas
1/ Escrita por el propio Pemán (1897-1981) e interpretada por el actor Antonio Martelo que se hizo muy popular Pemán fue uno de los bardos de la derecha radical que apoyo el golpe militar. Pemán tuvo el dudoso honor de prestar su nombre a un personaje de la película anticlerical y surrealista de Buñuel y Dalí L’ Âge d’ Or (1930), el del “bandolero Pemán”, que fue interpretado nada menos que por Pierre Prévert) Entre sus actividades estuvo la de guionista de unos pocos títulos (todos ellos olvidables), el último de ellos fue Teresa de Jesús (Juan de Orduña 1961) que fue un enorme fracaso. Solamente una de sus obras fue adaptada, una infumable coproducción de Las tres etcéteras de Don Simón (Claude Boisel, 1960), que pasó desapercibida a pesar de su reparto, con Vittorio de Sica Fernando Fernán-Gómez, aunque el principal reclamo era la exuberante Anita Ekberg que marchó de su rodaje al de La dolce vita, (¡ más diferencia de talento imposible¡)
2/ La Uninci fue una productora auspiciada por el PCE en colaboración con diversos “compañeros de ruta”. Fue uno de los instrumentos de lucha antifranquista más eficaces, sino el que más. Su historia está contada en un grueso volumen por Alicia Sánchez Salvador, De ¡Bienvenido Mr. Marshall¡ a Viridiana. Historia de la UNINCI, una productora cinematográfica española bajo el franquismo (EGEDA, Madrid, 2006)
3/ Frédéric Rossif (1922-1990), participó como voluntario en la II Guerra Mundial combatiendo en la Legión Extranjera. Su trayectoria es una de las más prestigiosas en el campo del documental histórico gracias otra películas como Un muro en Jerusalén, Revolución de Octubre y De Nuremberg a Nuremberg, todas ellas causaron en su momento una considerable perturbación, la segunda fue vetada en los “países socialistas”. En 1989 recibió el premio 7 de Oro por el conjunto de su obra Poeta de la imagen, en especial por sus trabajaos para la ORTF. Se le considera como uno de los pioneros de la televisión francesa. Desde La vida de los animales hasta Morir en Madrid, en todas sus películas supo amalgamar humanismo, cultura, civilización y memoria en un espíritu de libertad.“
4/ Eduardo Manzanos (Madrid, 1917-1987) fue especialmente activo en numerosas coproducciones de muy bajo nivel y de las más variadas temáticas, incluyendo el “giallo” y el “eurowestern”. Se estrenó con la irrisoria Suspenso en comunismo (1956); “respondió” a Martin Patino con Canciones de nuestra vida (1975); fue el productor del “testamento” de Sáenz de Heredia (Sólo ante el streaking); trabajó con Ozores en el proyecto de Fraga, momento el que realizó Porqué morir en Madrid, un film de cosecha propia que nadie parece haber visto; firmó el documental patriotero Proceso a Gibraltar (1967), en el que Gibraltar era español porque está en nuestro territorio (pero las colonias eran nuestras porque las habíamos conquistado); estuvo detrás España debe saber (1976), en la que entrevistaba a conocidos ultras (Gonzalo Fernández de la Mora) y evolucionistas (el ya citado Areilza), más Felipe González todavía con los aromas de su –efímera- clandestinidad. Manzanosse despidió con un inenarrable Franco, un proceso histórico (1981), en la que se juzga si su comportamiento durante el régimen fue correcto, dando pie a valoraciones del otro Felipe Gonzalez, Paco Umbral, Nicolás, Redondo, entre otros, todo ello dentro de un caos que, en buena medida la incapacidad de los voceros del régimen en de ofrecer una respuesta cultural argumentada con un mínimo de honestidad y rigor.
5/ Existe otro film de montaje realizada desde el régimen: El camino de la paz (1959), obra del desconocido Rafael G. Garzón y que raramente aparece citado en los estudios sobre el cine y la guerra civil, pero algunos estiman que se trata posiblemente el mejor realizado por el bando vencedor -con gran abundancia de imágenes bélicas inéditas-, poco difundido por sus evidentes planteamientos pro-falangistas (casi no se cita a Franco)
6/ En esta obra (Crítica, Barcelona, 1979), Fraser ofrecía un trabajo que estaba basado en las experiencias de más de trescientas personas, desde grandes de España y propietarios de tierras, a jornaleros, industriales, obreros, curas, amas de casa y niños; estos dos últimos grupos me interesa subrayarlos. Pasé dos años, entre 1973 y 1975, recorriendo el Estado español y buscando como testigos a la gente corriente. Para mí esta palabra, corriente, tiene un significado especial. La gente corriente es la que no deja constancia de su existencia en documentos o escritos. Es la gente que hace la Historia y que la sufre, pero que no aparece en los libros de historia tradicionales (…) Mi propósito entonces era restituir su historia a esta gente y, a través de ello, al pueblo español. En una palabra: historia oral, para mí, significa historia del pueblo o historia popular. (El País, 18-04-1979