
Mitos Electorales Españoles
MITOS ELECTORALES ESPAÑOLES
España es un país de izquierdas…
  …. pero los hechos demuestran lo contrario. Nada más que la fe (creer lo contrario de lo que se ve), mueve las urnas.
  Porque la auténtica realidad de este país son los contratos basura, la precariedad a mansalva, la contención salarial, los escandalosos beneficios de las empresas, la pérdida continuada de derechos laborales, el abaratamiento del despido para los empleados fijos, las rebajas de impuestos a los más ricos y el fraude fiscal consentido; un camino trufado de privatizaciones, de sanidad colapsada, de enseñanza pública devaluada, de especulación inmobiliaria salvaje, de corrupción institucionalizada, de iglesia acosando al estado laico; un tinglado organizado sobre una monarquía hereditaria y una reducción constante de la participación de los trabajadores en la riqueza del país…  Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. A ver quien nos defiende ahora de nuestros políticos y sus políticas.
  Mercado por aquí y mercado por allí; a izquierda, derecha y centro, llenando todo el espectro político. Más de lo mismo. Valiéndose de leyes de costumbres que no cuestan un duro (aborto, matrimonio homosexual), el PSOE vende una imagen “progresista y moderna”, que convertida en su marca de fábrica, funciona en la práctica como una patente de corso. Solbes lo mismo podría ser ministro de economía con el PP que con el PSOE, y lo mismo podríamos decir de sus antecesores, Boyer, Solchaga, y demás socialistas de pata negra. Buena prueba de la vocación de izquierdas PSOE, es que siempre que ha podido ha pactado con partidos nacionalistas antes que con Izquierda Unida, a la que ha terminado fagocitando (la lista de los Carrillo, Curiel, López Garrido, etc., que han encontrado por fin la luz y el cargo en el pesebre pesoecialista sería interminable).
  La poca izquierda que queda, marginada por la ley electoral, no solo se ve cada vez más arrinconada por las políticas de derechas practicadas por los dos grandes partidos, sino también por sus propios errores (seguidismo de las políticas de derecha, división interna, deriva nacionalista, pérdida del rumbo ideológico). Basta comprobar como hasta CCOO, se ha reconvertido de sindicato de clase en sindicato de “centro”. Y es que el mercado, tanto de los votos, como de las subvenciones, tira mucho. Y el despacho, el coche y la secretaria todavía más.
 
  El pueblo español ha vuelto a demostrar su proverbial madurez…
  … televisiva.
  Se vota al que más sale por la tele. Los grandes debates han servido para catapultar a los dos partidos nacionales, laminando a los más pequeños que han actuado como teloneros. Las elecciones del 2008 se han planteado como un pugilato a vida o muerte entre Zapatero o Rajoy, en el que lo único que se dilucidaba era cual de ellos saldría vencedor de la pugna electoral. Vamos como un Madrid –Barsa cualquiera.
  Las ofertas demagógicas de última hora de uno y otro, han venido solo a sustituir unos programas, que en el fondo eran los mismos. Toda la campaña se ha reducido a agitar el miedo al otro para movilizar a los partidarios de cada uno. Fuera del líder carismático, los demás candidatos a quienes en muchos casos nadie conoce, carecen de importancia. Sabido es que desde los tiempos en que Jesús Gil se fajaba tan ricamente con las cuentas de Marbella, las cosas de la vida política española no han variado en absoluto, y cuanto más corrupto es el candidato, más probabilidades hay no solo de que revalide su cargo, sino de que lo reelijan por mayoría absoluta.
  La fiesta de la democracia…
  …consiste en dar un cheque en blanco a los representantes del pueblo.
  La fiesta es para ellos; se celebra en su honor. Las elecciones son unas oposiciones en las que hay que saberse bien el temario y repetirlo sin desmayo para triunfar. De lo que se trata es de hacer sentir a la gente que cuenta y es importante un día cada cuatro años, para que luego vuelva a no pintar nada y a no molestar.
  El voto es el precio de la resignación.
  Los poderes económicos que tan democráticamente rigen nuestros destinos, diseñaron a conciencia una ley electoral destinada a esterilizar a la izquierda, prefiriendo una España rota a una España roja (al capital multinacional le interesan miniestados que no puedan hacerle frente, cuanto más pequeños mejor).
  Por eso, hasta que no nos vacunemos del virus electoral, seguiremos dando vueltas a la noria y llevando el agua a su molino.