México. Se incuba un levantamiento popular
En 2013, el POS previó un movimiento como el de ahora.
Entonces dijimos:
“Se está incubando una nueva insurrección, mucho más profunda y extendida a la que vivimos en 1994 con el EZLN. No decimos que ya va estallar, sólo que viene madurando.” Esto escribimos en 2013, en un documento presentado al pasado congreso del POS. Pensamos que el POS acertó en el pronóstico: tenemos en la actualidad un movimiento que al menos en Oaxaca y en zonas de Chiapas tiene un carácter insurreccional y que, de seguir en alza, podría obtener un triunfo nacional que crearía una situación favorable a la población explotada y oprimida. Una parte de este documento premonitorio se publicó en la revista Pluma, de donde hemos tomado los siguientes extractos.
Se está incubando un levantamiento popular e indígena
A partir de que Enrique Peña Nieto llegó al gobierno se ha venido dando un vertiginoso incremento de las luchas y las protestas populares. Empezó la juventud, el movimiento Yo soy 132. Triunfó el movimiento en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Luego vinieron las tenaces y aguerridas manifestaciones de los maestros. Las policías comunitarias se extendieron por un tercio del país y sorprendieron por la eficacia mostrada contra los delincuentes. Menos espectaculares pero igualmente firmes fueron las comunidades campesinas contra las empresas mineras y eólicas.
Este vasto movimiento ha tenido como su epicentro a Guerrero, aunque abarca a Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Michoacán y otros estados, todos ellos con una fuerte presencia indígena.
Se está incubando una nueva insurrección, mucho más profunda y extendida a la que vivimos en 1994 con el EZLN. No decimos que ya va estallar, sólo que viene madurando.
Se incrementan las luchas
El movimiento Yo Soy 132 hirió la pretensión del PRI de mostrarse como un nuevo partido demócrata. Comenzó como un movimiento vigoroso y ahora está debilitado pero encendió un espíritu rebelde que se mantiene entre la juventud y que podría estallar en cualquier momento, como en Michoacán, con los normalistas indígenas de Tiripetío retuvieron casi 60 vehículos y a algunos funcionarios.
Otras causas que explican el carácter explosivo de las movilizaciones indígenas son la miseria que se padece más en el campo y que aumentará con el alza en los precios de los alimentos. Las razones que atizan la lucha indígena y campesina son problemas estructurales del capitalismo, como la necesidad que éste tiene de explotar bárbaramente los recursos naturales del país; la falta de empleos, la carestía y la miseria; y la extensión de la burguesía delincuente y narcotraficante que se encuentra cada vez más imbricada con otros sectores de empresarios y con los políticos burgueses.
En estos meses ha existido un auge del movimiento magisterial. Aunque la lucha dista de ser nacional, la perseverancia y arrojo de los docentes ha sido una pesadilla para el gobierno federal, los gobiernos del PRD en Guerrero y Oaxaca y el PRI en Michoacán.
Socialismo y policías comunitarias
Algunas comunidades también se organizan en contra de los delincuentes organizados. Son las policías comunitarias. Los campesinos toman las decisiones en asambleas. Son ellas las portadoras de soberanía y las que determinan quiénes formarán parte de estos cuerpos armados. Son instancias democráticas y fuertemente arraigadas.
Para el Estado la existencia de estas organizaciones armadas es incompatible con su ser, porque significa que le han sustraído el monopolio de la fuerza. Si bien actualmente las armas de las policías comunitarias son para defenderse de los delincuentes, mañana podrían ser enderezadas contra el poder burgués y los capitalistas.
Las policías comunitarias son iniciativas altamente revolucionarias que sin saberlo han puesto en práctica la consigna socialista de armamento popular.
En términos de la ciencia de la revolución las policías comunitarias son experiencias embrionarias de un poder armado campesino y popular.