México. Procesos de resistencia que llevan años
Voy a contarles una historia verdadera, una historia que forma parte de mi vida desde el año 2009. Esta historia empezó la noche del 11 de octubre de aquel año, esa noche la selección nacional de futbol había ganado en el Estadio Azteca y, al mismo tiempo, Felipe Calderón extinguía por decreto la compañía Luz y Fuerza del Centro (LyFC).
Después del golpe que representó el decreto de extinción de LFyC, en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) surgieron preguntas como las siguientes: ¿Cuál era su papel con respecto a los usuarios de la energía eléctrica? ¿Cómo iban a incorporar a otras personas a la lucha por LyFC y su fuente de empleo?
A finales del año 2009 planearon la estrategia de su lucha por el trabajo, para lo cual era fundamental hacerse de una base social amplia para dar la batalla. Fue así como comenzaron a establecerse mesas de información y de recepción de quejas contra la Comisión Federal de Electricidad (CFE), además de la promoción de amparos, entre otras cosas.
Mi papá es jubilado de LyFC, desde la noticia de la extinción de la misma se dio cuenta que era un golpe a la empresa donde trabajó 28 años de su vida y también a un proceso de organización, y notó que los usuarios eran la fuerza amiga, el aliado ante esta situación. Mi mamá y yo también lo comprendimos y decidimos buscar a los usuarios de energía eléctrica para contarles lo dañino del golpe a LyFC y la necesidad de organizarnos ante un mal panorama para los trabajadores afiliados al SME y para los usuarios a nivel nacional.
Lo primero que hicimos fue contactar a nuestros amigos y conocidos, las señoras con las que viajábamos cuando las caravanas a Chiapas y los compañeros de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), quienes también mostraron la solidaridad con los electricistas. Después de hablar con nuestros amigos y definida la estrategia con los usuarios, pusimos la mesa de quejas con el registro 119, que se ubica en el Mercado de Bola, en Coyoacán. Tuvimos que conseguir una mesita plegable y nos dispusimos a ir diario a la banqueta del mercado para hablar con los usuarios con la intención de desmentir la campaña gigantesca que montaron los medios de comunicación y el gobierno neoliberal para desprestigiar a los compañeros del SME y ocultar los daños y perjuicios que implicaba la extinción de LyFC para los usuarios de la energía eléctrica.
Durante el primer año, en la mesa recibimos insultos y reclamos por parte de algunos usuarios, incluso burlas. Pero no nos rendimos y, menos de un año después, un día domingo realizamos un ayuno de 12 horas en el atrio de la iglesia de La Resurrección (también en Coyoacán) y todos los que fueron a misa conocieron que existía una resistencia y los argumentos de la misma.
Poco a poco los vecinos comenzaron a sufrir los estragos de la extinción de LyFC: los malos tratos por parte de la gente de CFE, la mala distribución de la energía eléctrica (pues los cortes y apagones de más de dos días se dieron en toda la zona de los pedregales) y el mal cálculo del consumo, lo que incluso generó que hubiera casos en los que había personas a las que les llegó su recibo de cincuenta pesos mientras que el de otros fue de cien mil pesos, entre otras irregularidades.
Así, al paso del tiempo, la gente comenzó a acercarse más a la mesa de quejas con curiosidad, para saber qué demonios estaba pasando, pues CFE un día cobraba barato y al otro muy caro. Los usuarios fueron comprendiendo poco a poco que el golpe a LyFC también había sido un golpe al servicio de energía eléctrica y a sus bolsillos.
Por momentos vimos que la gente parecía estar cómoda con lo que pagaba, pues nadie levantaba quejas contra CFE. Fue un momento muy duro para todos los compañeros de la mesa, al grado de preguntarnos seriamente si seguía valiendo la pena estar ahí, y por poco caemos en la tentación de dejar esa lucha. Gracias a compañeros que siempre fueron solidarios, continuamos ese esfuerzo, involucramos a más vecinos y armamos, además de la recopilación de quejas, asambleas con los usuarios.
Aunque sólo fuera los sábados, sin falta poníamos la mesa y atendíamos a todos los usuarios que vieron empeorar su situación, porque los problemas ya mencionados se agravaron, ya que comenzó a suscitarse cada vez con mayor frecuencia el robo de los cables del tendido eléctrico (los cuales están hechos de cobre) y peores tratos por parte de CFE que, incluso, llegó al punto de decirle a los vecinos afectados “primero pague y después vemos”. La gente, en definitiva, se enfrentó al dilema de comer o pagar el recibo de energía eléctrica.
Los usuarios, pocos al principio, siempre nos mostraron la existencia de la solidaridad, pues no faltaron las vecinas que nos compraban un agua para la jornada bajo el sol en la mesa o nos daban una fruta para aguantar, ni las personas que nos daban hojas, clips y hasta descuentos en las copias. La chamba a la que nos aventamos siempre ha sido sin fines de lucro y por el bien del pueblo, todo o casi todo ha salido de los usuarios quienes, a través del tiempo, como nosotros, comenzaron a tomar conciencia de nuestra situación.
Desde el año 2010 comprendimos que los gobiernos burgueses sólo son administradores del dinero de los dueños de las empresas, entonces nos dimos cuenta de que el gremio de los electricistas se separó de su aliado natural, los usuarios de energía eléctrica. Llevamos ya 6 años de difícil lucha y ardua resistencia, librados gracias a los usuarios que nos han acompañado y nos visitan desde el 2010, ahí en la mesa de quejas. Nunca hemos estado solos y nunca lo estaremos.
En estos años hemos sido partícipes también en la creación de la Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía Eléctrica (ANUEE) y de otros procesos organizativos a los que se incorporaron muchos compañeros del SME a título personal, o como sindicato en el caso de la Nueva Central de Trabajadores (NCT).
La resistencia ayudó a crear esos referentes de lucha. Resistimos para ayudar al pueblo y organizarlo, sin la aspiración de volvernos líderes delegacionales o candidatos a diputaciones, sin la intención de ir a otras mesas o asambleas a decir qué y cómo hacer las cosas, pues la ANUEE tiene ya sus estatutos y cada compañero del SME o que participa en la lucha por la tarifa social de consumo de energía eléctrica puede, según sus convicciones, militar en la organización política que considere la mejor.
Nada más grosero para esta digna resistencia que hoy, que el movimiento crece por el trabajo de muchos, algunos quieran, como se dice, «jinetearlo» y presentarse como los mejores luchadores sociales, los más sabios y consecuentes, cuando por circunstancias apenas los vemos hoy hablando mucho, pero trabajando poco.
Hoy yo pertenezco a la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP) y sigo luchando, pues más allá de los motivos familiares y económicos, sé que los usuarios, su formación política y su organización son fundamentales para trascender a las demás luchas que nos exige la situación de nuestro país, pues después de la energía eléctrica hay que impedir que nos arrebaten más derechos y recuperar, con el poder de la conciencia de clase proletaria y la organización, todo lo que ya nos han robado. Esta organización del pueblo trabajador nos llevará a buscar una sociedad más justa y libre, donde un hombre no se enriquezca con el trabajo de miles de hombres, esa sociedad es la socialista.
NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección ANÁLISIS del No. 16 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 15 de abril de 2016.
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