(Memoria histórica) Carta abierta a Pablo Casado, Diputado del PP
Señor Casado, como se está demostrando desde un tiempo a esta parte, no es aconsejable que emule sin más a los mayores de su partido, y me estoy refiriendo en este momento a Rafael Hernando, portavoz del PP en el congreso.
Hace algún tiempo usted se dirigía a un grupo de jóvenes y en un momento de su discurso les dijo que lo moderno era estar con el PP y no con los que están todavía con “las fosas y las cunetas”.
No es cuestión de modas, Señor Casado, es, como decía Antonio Machado, una cuestión de las dos Españas. La España que humilla y la España humillada.
¿Les pediría usted a los judíos que se olvidaran del holocausto? ¿Haría destruir los campos de concentración que quedan en Europa como memoria del horror nazi? Supongo que no.
¿Se sentaría delante de una anciana, que no sabe dónde están los restos de su marido fusilado, a la que purgaron con aceite de ricino, le raparon la cabeza y la hicieron desfilar cagándose delante de sus convecinos, y que durante 40 años ni siquiera pudo llorar por esto en público, y decirle, hay que olvidar, mujer, “pelillos a la mar”?
Pero señor Casado, no es una anciana y un desaparecido, son miles y miles y miles. Y, por lo tanto, son también miles y miles y miles de familias las que vivieron durante décadas en la humillación del silencio. Hijos e hijas que no hablaban de padres y madres desaparecidas, nietos y nietas que desconocían por completo su historia familiar porque ésta era una historia prohibida.
Y yo, desde hace mucho tiempo, me hago una pregunta ¿qué es lo que hace que alguien sea incapaz de ponerse en la piel de las personas que sufrieron esta tragedia? ¿Es un desprecio profundo por las personas que tanto sufrieron?
Señor Casado, las dos Españas son muchas cosas, y ésta es una. Usted decide si seguir echando sal en la herida por un aplauso efímero o ayudar a restaurar la dignidad de tantos de sus conciudadanos. No podemos eludir nuestra responsabilidad.