
México, 1938: Expropiación petrolera
  México, 1938:
                                Expropiación petrolera
                                          Edgar González Ruiz
  La derecha católica que gobierna México trata de borrar la memoria histórica desdeñando fechas como la expropiación petrolera y el natalicio de Benito Juárez; el 18 y el 21 de marzo, respectivamente.
    Las  compañías petroleras no respetaron los derechos laborales de  sus trabajadores mexicanos, negándose a cumplir las disposiciones de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje,  mientras que el juez  primero de distrito, licenciado Manuel Bartlett Bautista, les negó el amparo que pidieron.
  Ante ello, el 18 de marzo, y luego de un Consejo Colectivo de su Gabinete, el presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de la industria petrolera, que dio a conocer al país mediante un  mensaje  leído por radio.
  En él  se refirió a la actitud de las empresas, que «con su labor de obstaculización constante a los gobiernos mexicnos en pago  de las facilidades otorgadas, lo han orillado a dar este paso para salvar el decoro de México» (Alfonso Taracena La  Verdadera Revolución Mexicana (1937-40), Porrúa, México, 1993, p. 217).
    Ese mismo día, la  Junta Federal de Conciliación declaró rotos los contratos colectivos con las compañías.
  Es decir, en su momento, la Expropiación fue a la vez un acto  en defensa de los derechos laborales y de la soberanía nacional.
  Como relata Alfonso Taracena en el tomo 11 de su Verdadera Historia de la Revolución Mexicana, entre las clases medias, donde había mucha gente que no simpatizaba con el cardenismo, circuló la versión de que se trataba de «valores entendidos», pues la decisión  obedecía, decían algunos, al «deseo de los Estados Unidos de ir eliminando el capital europeo de nuestro país; que el petróleo lo venderemos a los norteamericanos y estos lo revenderán a quienes  les de la gana».
    En realidad, más allá de las circunstancias del momento, la expropiación fue, como  hicieron notar organizaciones obreras y populares, el Acta de Independencia Económica de nuestro país.
  Aunque malintencionada, la propaganda anticardenista que cuestionaba la nacionalización  apuntaba al hecho de que, ciertamente, Estados Unidos no favorecería esa independencia económica, sino que buscaría hacer prevalecer sus propios intereses.
  Lo hacía en ese tiempo frente a  un gobierno, como el de Cárdenas, que era legítimo y popular, y que  tenía  un sentido nacionalista y defendía la justicia social. 
 
  Hoy, un gobierno ilegítimo, plutocrático y confesional se esfuerza por hacer prevalecer los intereses extranjeros por encima de las necesidades y exigencias de la sociedad mexicana.  Es decir, luego de 70 años. México quedó al revés. 
  En aquél entonces, la izquierda y otros sectores sociales se mantuviron unidos ante la necesidad de defender la expropiación petrolera, pero al año siguiente, en 1939, se fundaría el PAN, partido reaccionario  y apátrida por naturaleza.
  Diputados y senadores, gobernadores de los Estados, el Ejército y hasta León Trotsky y los estalinistas apoyaron a las autoridades.
  Los grandes intereses económicos, cuyos herederos llevaron a  Fecal a la presidencia, arreciaron el ataque a la economía nacional, al grado de que al día siguiente de la expropiación el dólar subió considerablemente, y promueven campañas difamatorias contra el presidente Cárdenas, por cierto destacado miembro de la Masonería.
    El valor y el idealismo que exhibieron muchos en esos días, se ha trocado en oportunismo y claudicación, al grado de que muchos políticos parecen estar esperando la menor oportunidad para hacerse simpáticos y útiles a la derecha en el poder.
  Uno de los tópicos de la campaña de Fecal en 2006, basada en el odio y el engaño, fue el desprecio de la historia, alegando que no había que hacer caso a los políticos que miraban «hacia atrás», «hacia el pasado».
  Por el contrario, debemos retomar las lecciones de la historia, que nos enseña que hace décadas hubo gente, y hasta políticos, que lucharon por la independencia y el progreso de México.