Los sindicatos tiran de la lucha social en Francia
Francia enfrenta intensas movilizaciones sociales y se prepara para la novena huelga general del año, que se celebrará el 14 de junio, en plena Eurocopa de fútbol, que comienza el día 10. La inminencia de esta competición ha provocado además un aumento de la amenaza terrorista en un país que vive en estado de emergencia desde noviembre. En cuestión de dos semanas el movimiento sindical ha bloqueado dos sectores claves del país: la energía y el transporte.
Al principio, fueron las refinerías quienes entraron en huelga el 23 de mayo y dejaron con escaso suministro de combustible a la mayoría de las gasolineras. Posteriormente, se declararon en paro 16 de las 19 centrales nucleares del país junto con otras centrales térmicas e hidráulicas. El sector ferroviario volvió a entrar en una segunda huelga de servicios reducidos el pasado jueves 2 de junio, esta vez por un periodo indeterminado, y los controladores aéreos han anunciado que estarán en huelga entre el 11 al 14 de junio, en plenos juegos de la Eurocopa cuando los equipos necesitarán de vuelos nacionales para desplazarse entre las distintas ciudades sede de los partidos.
Tras dos meses de movilización social, los sindicatos franceses muestran su capacidad de aguante ante las negativas de diálogo del gobierno. El 10 de mayo Manuel Valls, primer ministro francés, activó el decreto 49-3 para poder pasar la denominada Ley El Khomri -por el nombre de la ministra de trabajo- sin necesidad de tener que ser votada por el Senado ya que no había suficientes diputados socialistas que la apoyasen, hecho que demuestra las crispaciones en el seno del partido que gobierna.
Una de las principales demandas de los sindicatos es la abolición del artículo dos de la ley a través del cual la empresa puede saltarse los convenios colectivos sindicales y negociar directamente con el empleado. Los sindicalistas consideran que este artículo supone un riesgo para el trabajadores, mientras que el Gobierno justifica que esta sería una oportunidad para que todos los trabajadores se expresen. Exceptuando unos ligeros retoques en el contenido, la nueva propuesta laboral ha variado poco a pesar del aumento de la presión sindical. “Hasta ahora no podemos decir que hayamos avanzado porque cada uno (gobierno y sindicatos) continúa en sus mismas posiciones, pero nosotros seguiremos manifestándonos mientras tengamos energías”, afirma José Balboa, sindicalista de la CGT que se exilió en Francia durante la dictadura española y que actualmente encuentra varios paralelismos entre la situación social de ambos países.
Balboa afirma que las huelgas en el sector de la energía y el transporte continuarán por lo menos hasta la manifestación del 14 de junio porque son las herramientas que ellos tienen para contestar la propuesta laboral del gobierno. Sin embargo, considera que estas acciones no tienen un impacto paralizante para el país como el Gobierno afirma. No obstante, el precio de los carburantes ha aumentado entre un 2 y un 3% en las últimas semanas y varias gasolineras se han visto bloqueadas por los escasos suministros. El transporte público en metros y autobuses se ha reducido un tercio y varias combinaciones de tren de largo trayecto han sido drásticamente reducidas, como por ejemplo la ruta París-Lyon, altamente frecuentada.
Las movilizaciones también tienen una repercusión sobre los trabajadores que se manifiestan, y que según Balboa pueden ser consecuencias muy traidoras. “El hecho de que el sindicalismo sea un derecho pero que no se pueda demostrar es una de nuestras debilidades”, cuenta este exiliado español, quien considera que las represalias sobre cada trabajador van a depender de la organización sindical de la empresa. Ante una representación sindical débil “es mejor decir que vas al médico antes que arriesgarte a contar que vas a la manifestación”, continúa.
Balboa considera que “Francia siempre fue un escaparate del sindicalismo mundial” y una vez más los sindicalistas galos parecen estar mostrando todo su músculo al que desde hace dos meses se le suma el movimiento social Nuit Debout. “Son dos luchas separadas, por un lado los sindicatos y por otra la población indignada en las plazas, pero ellos nos apoyan y participan individualmente en las manifestaciones”, declara Balboa. Hace referencia al mayo del 68 francés donde “la gran revuelta no vino de los sindicatos sino de la gente trabajadora e indignada que estaba harta de la precariedad y consiguieron una subida del salario mínimo del 35%”. Para Balboa debe haber gente que siga discutiendo en las plazas más allá del trabajo de los sindicatos porque él cree que en cualquier momento podría nacer un julio o un noviembre del 16 que pase a la posteridad.
Sin embargo, la conexión entre los sindicatos y los indignados de la Nuit Debout no acaba de cuajar. Irene Martínez, una abogada laboral colegiada en Francia pero de origen español, considera que esto se debe a que una gran parte de la gente joven no cree en la transformación del sistema con ayuda de las viejas estructuras sindicales. El movimiento de indignación francés ha tenido claro desde el principio que no esperan en ningún momento que salga una formación política de la plaza de la République que pueda presentarse a las próximas elecciones como ha sucedido en España. “Alcanzar una justicia social no depende únicamente de la reforma laboral, es una cuestión de transformar las reglas del juego del mercado financiero internacional y para eso hace falta una reflexión profunda”, afirma en relación con el devenir de la Nuit Debout.
Según opina Martínez, el Gobierno de Hollande se preocupa más por elaborar políticas que satisfagan a la Unión Europea en lugar de a la ciudadanía y esto se refleja en el generalizado descontento social que actualmente impera en Francia. A menos de un año de las próximas elecciones presidenciales de abril de 2017, el presidente galo se enfrenta a su mayor crisis de popularidad política con tan solo un 11% de intención de voto según las últimas encuestas.