
La tercera actualidad del socialismo
La sustitución de una formación económico-social ha sido históricamente un largo y complejo proceso. Lo es también  la búsqueda de alternativas al capitalismo,  tema  muy debatido y polémico, que incluye lo referido a la sociedad socialista como vía para eliminar las profundas diferencias sociales que el capitalismo ha potenciado a lo largo de varios siglos.
Ante la imposibilidad de desarrollar un trabajo abarcador —por razones de tiempo— me limitaré a plantear algunas ideas sobre temas que considero  ineludibles para cualquier  análisis de la sociedad socialista sin desconocer  que hay muchos más que los escogidos por mí. Con el único objetivo de aportar algunas ideas para el debate expondré  mis apuntes sobre los  siguientes aspectos:
1) El marxismo originario como punto de partida.
2) Referencias globales sobre la concepción del socialismo.
3) Algunos de los temas en debate para un análisis del socialismo
1) El marxismo originario como punto de partida
Si bien no desconocemos  el consenso bastante generalizado entre muchos autores  acerca de la no existencia de una teoría política en el marxismo que pueda compararse con la profunda teoría económica desarrollada por Carlos Marx  en El Capital, sin lugar a dudas las claves para el análisis del socialismo como concepto definitorio de la nueva sociedad anticapitalista están en el marxismo originario, en la obra de Marx, Engels y Lenin. A la vez debo subrayar una premisa indispensable: reconocer que el marxismo es una guía para la acción y no un molde rígido o dogmático que se impone a la realidad.  Asimismo, es necesario  tener en cuenta la heterogeneidad de interpretaciones que el marxismo ha suscitado y  la posibilidad que esta concepción brinda para el  debate de sus propias tesis  que fueron concebidas en marcos y contextos históricos que han variado sensiblemente.
Tampoco puede obviarse que  el marxismo es sin dudas la más completa teoría anticapitalista que ha existido. Su cuestionamiento del capitalismo tiene alcance internacional más allá de tradiciones locales o regionales y se realiza desde una altura intelectual que va a las esencias y no a las apariencias. Se trata de una  teoría y un  arma política e ideológica capaz de movilizar a amplios sectores de la sociedad y a intelectuales de alto nivel y que implica una cultura acerca de la sociedad  y del ser humano con alcance internacional.
La precaria realidad en que viven más de las dos terceras partes de la humanidad aporta muchísimas más razones para continuar inspirándonos en el marxismo que las razones que el fracaso del socialismo esteuropeo y de la URSS pudieron propiciar para cuestionar su vigencia durante la década de los años 90.
Hoy no caben incertidumbres o confusiones ideológicas al respecto  independientemente de que está vigente la  justeza de las críticas a las versiones dogmáticas del marxismo con el mismo espíritu que lo analizó Rosa Luxemburgo en 1916: “El marxismo es una cosmovisión revolucionaria que constantemente tiene que luchar por lograr nuevos conocimientos, que no desprecia tanto como el aferrarse a formas que alguna vez fueron válidas , que conservan su fuerza vital de la mejor manera en el entrecruzar de las armas intelectuales de la autocrítica y en el relampaguear y tronar de la historia”.
2) Referencias globales sobre la concepción del socialismo
En 1965 en una entrevista publicada en la revista Joven África preguntaron al Ché Guevara: ¿Puede un cubano decirnos qué es Cuba realmente? Respuesta del Ché: “La característica más importante de Cuba es ser un país que experimenta una revolución que está en constante movimiento y constantemente renovada (…) para nosotros el comunismo no solo no es un dogma, sino que es casi un descubrimiento”. Hace unos meses, en la conferencia anual del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), comentando acerca del Socialismo en Cuba, el Comandante en Jefe Fidel Castro reconoció que se trataba de un gran experimento.
Traigo ambas referencias como premisa para el análisis sobre el socialismo consciente de que más importante que las definiciones es el movimiento real que experimenta su desarrollo y el sentido de búsqueda de una sociedad diferente que debe conjugar ante todo la eliminación de la explotación económica y la creación de nuevas relaciones entre ética y política. También debemos estar conscientes de que es muchísimo más complejo transformar el mundo que interpretarlo y, como ha planteado Eric Hobswan, “interpretar el mundo no es una guía segura para cambiarlo”.1
El Socialismo es el paradigma emancipatorio del marxismo. Constituye un proyecto integral, socioeconómico, político, cultural y ético que no se limita al modo de producción que le da identidad, ya que lo trasciende y se convierte en  una conciencia de ser la sociedad y lo humano. Ernesto Guevara y Fidel Castro han sintetizado esta idea muy bien  cuando plantean que el Socialismo es también conciencia al referirse al fuerte componente axiológico que este encierra.
Las razones de la vigencia del socialismo están, en primer lugar, en la propia existencia del capitalismo contemporáneo consolidado como nunca antes  en un sistema de deshumanización expansiva  desde sus núcleos generadores hacia las periferias subdesarrolladas. En la actualidad    las relaciones entre el capital y el trabajo adquieren formas más dramáticas para  millones de seres humanos  excluidos incluso del propio trabajo. También la mayoría de la humanidad  está excluida de los  beneficios del mercado    y de las ventajas  que  aportan los bienes y servicios de la llamada economía del conocimiento.
Independientemente  de nuevas fórmulas técnico-organizativas y de dirección y otros cambios que han renovado al capitalismo en condiciones insospechadas para Marx y Engels, su esencia, sus contradicciones, lejos de desvanecerse se han acentuado. Sus relaciones mercantiles hoy incluyen  el trasiego de órganos vitales del ser humano, genes, recursos naturales así como los logros de la ciencia y la técnica, los avances de las comunicaciones y de las técnicas de información. Todo es  mercancía. El ideal socialista hoy más que nunca sigue en pie y está abierto a la creación o como dijera el Che Guevara al descubrimiento. La ecuación es muy clara: ante la destrucción y la barbarie capitalista se impone la creación de la sociedad socialista que  implica una nueva forma de concebir la propiedad y de organizar la producción  con el objetivo de crear una sociedad más humana con un sentido  de justicia social, equidad,  respeto y dignidad individual y colectiva.
Vale la pena recordar que en el ideal del marxismo originario, retomado por Che Guevara y Fidel Castro, el socialismo no es solamente una forma de organizar la producción, ni de distribuir la riqueza, es también una forma de producir la naturaleza humana y de concebir la actividad política con un fuerte contenido ético y una  orientación social a favor de la mayoría. 
Por la naturaleza de la nueva sociedad, las complejidades del entorno en que se instaura y  el sentido de proceso que necesariamente requiere la toma y consolidación del poder político a favor de la mayoría interesada en la eliminación de la explotación, es válido y políticamente necesario el concepto “Revolución Socialista” que incluye una visión política radical de la alternativa al orden sistémico existente y que a la vez expresa el sentido de proceso mencionado con anterioridad.
3) Algunos de los temas en debate
Son muchos los temas vinculados al socialismo que pudiéramos analizar, pero es absolutamente imposible abordarlos en quince minutos por lo que solamente mencionaré tres que considero interesantes para el debate que hoy realizamos: 
a)  Sobre la propiedad socialista
El tema de la propiedad socialista, más allá de la propiedad estatal sobre los principales medios de producción, es  una de las claves para cualquier reflexión sobre la nueva sociedad. Al respecto debe tenerse en cuenta que  uno de los  conceptos rectores del socialismo  es “eliminación de la explotación humana” y a partir de él  pueden abrirse diversas fórmulas de propiedad que se comprometan con la superación de la opresión de unas clases por otras y por tanto desdibuje las diferencias clasistas. No hay en la obra de Marx y Engels una indicación expresa en cuanto a las formas específicas que debe adoptar la propiedad social. En el caso de Lenin hay una concepción a partir del entorno de la Rusia de la época. Dejo a los economistas la profundización sobre este tema central y definitorio.
b) Los sujetos o agentes de la Revolución y la transformación socialista
Si bien, acorde con el contexto histórico,  el marxismo originario concedió supremacía a la clase obrera como sujeto de la Revolución Socialista, eso no excluyó su identificación con los intereses  populares, con los oprimidos, con la mayoría. Esto es muy importante para no  enclaustrarnos  en discusiones  sobre el exclusivismo proletario cuando también debe tenerse en cuenta que al socialismo no se llega en una sola ola anticapitalista universal. Es  necesario  contextualizar cada proceso revolucionario que tendrá sus peculiaridades y su propia lógica a partir de razones culturales y nacionales y del entorno regional e internacional en que se inserte. 
Hoy es innegable  que  la configuración clasista ha cambiado y que hay un  papel ascendente de  los  movimientos sociales o nuevos actores  que perfilan un sujeto del cambio de carácter plural.  Pero en este terreno  lo más importante es que el  marxismo aporta las claves para pensar en términos de mayoría, de sectores explotados no beneficiados por el capitalismo y que reconoce la necesidad de  los agentes históricos del cambio con la capacidad objetiva y subjetiva para organizar la fuerza colectiva de los explotados, de las masas populares.
Hoy este tema es más complejo que en época de Marx, Engels y  Lenin cuando casi todo el mundo tiene grandes motivos para el descontento con el capitalismo lo que antes se centraba fundamentalmente en la clase obrera. Sin embargo, la proliferación de actores sociales no es suficiente para concluir con el fin del protagonismo y la vocación revolucionaria de la clase obrera.
Al respecto vale la pena recordar las reflexiones de dos conocidos marxistas contemporáneos: Ralph Miliband y Atilio Borón. Según el profesor inglés “De ninguna manera quiere esto decir que los movimientos de mujeres, negros, pacifistas, ecologistas, homosexuales y otros no sean importantes…De ninguna manera, solo significa que el principal, no el único sepulturero del capitalismo sigue siendo la clase obrera (…)  y si la clase obrera  rehusa encargarse de la tarea, entonces la tarea no se hará”.2
Por su parte el sociólogo argentino arriba a una  interesante conclusión marxista sobre el problema: “lo que caracteriza al capitalismo contemporáneo  es la multiplicación de sepultureros que colaboran con el más antiguo e importante en el socavamiento de las estructuras de la sociedad burguesa”.3
c) La relación entre lo individual y lo social.
Conclusiones simplistas o tergiversadoras aseveran que el marxismo diluyó lo individual en lo social, que subestima la individualidad o la anula en aras del interés colectivo. Este es un elemento presente en las distorsiones dogmáticas sobre el marxismo que marcó fuertemente el fracaso del socialismo que existió en Europa del Este y la URSS.
Todas las tesis del marxismo sobre la nueva sociedad apuntan hacia un enriquecimiento de la individualidad que en el capitalismo se ahoga por los vicios derivados de una sociedad clasista. El marxismo apela a un nuevo concepto de individuo enriquecido por lo social y despojado de trabas impuestas por la explotación capitalista. Marx milita por estructuras basadas en la igualdad como vía para desarrollar las diferencias individuales, en ningún momento cercena el valor de lo individual en aras de lo social, sino que lo relaciona dialécticamente.
Marx contrapone individualismo a desigualdad, con un profundo análisis de las desigualdades en el capitalismo, lo que no significa que diluya lo individual en lo social, pero tampoco acepta que lo social se subestime. Marx milita por estructuras basadas en la igualdad como vía para desarrollar las diferencias individuales.
Antes de terminar una pequeña consideración final:
Si bien urge repensar el socialismo desde sus fuentes originales, el problema es mucho más complejo pues el tema abarca las formas en que se vinculan teoría revolucionaria y práctica revolucionaria. Ahí es donde se inserta el papel decisivo de los actores sociales y de su vanguardia.
La capacidad de auscultar la realidad en cada país, de interpretar los contextos históricos, sociales  y culturales, de hacer las transformaciones estratégicas y tácticas con la originalidad y creatividad que cada proceso revolucionario aporte, es decisivo. Al respecto consideramos que en este aspecto  ha estado una de las claves del éxito de la Revolución Cubana que a la vez la diferencian del  socialismo en los países donde éste fracasó.
 
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1 Eric Hobsbawn. El Siglo de los Extremos. Entrevista en Cuadernos de marcha. Julio de 1995.
2 Ralph Miliband. El Nuevo Revisionismo en Gran Bretaña. Cuadernos políticos # 44, México 1985, p.44.
3 Atilio Borón. Estado, Democracia y Movimientos Sociales en América Latina. Crisol 35, México, p. 31.