La sangría de la banca continúa: recorta 1.400 empleos y cierra 271 oficinas
Los seis grandes bancos españoles cerraron 271 oficinas y redujeron su plantilla en 1.456 trabajadorxs en España entre enero y junio. Si bien el poder banquero financista aduce que «estos planes se han visto impulsados por la crisis del coronavirus», lo cierto es que la impresionante sangría en el sector no es de ahora. Sino que prosigue una década después del estallido de la crisis en España. El sector banquero financista continúa, a día de hoy, realizando brutales ajustes para «recuperar su rentabilidad».
Uno de sus mecanismos para recuperar esa «rentabilidad» es: la digitalización y el mayor uso de canales digitales entre los clientes lo que ha propiciado un progresivo ajuste de la red de oficinas de las principales entidades bancarias del país, lo que además les permite «reducir costes» y «mejorar la eficiencia», clausurando aquellas que no les son «rentables» y apostando por otras oficinas de mayor tamaño.
En este sentido, la banca le ha insistido al Gobierno de coalición «progresista, en numerosas ocasiones, de que «esta reestructuración de la red no va acompañada de medidas drásticas de reducción de empleo«.
El poder banquero financista intenta justificar estos ajustes y recortes en la «pandemia» de la Covid-19, la que «ha acelerado tendencias que ya existían, como la digitalización o el teletrabajo». En este contexto, el mayor ajuste de oficinas en el primer semestre lo ha realizado el Sabadell, con 94 cierres, hasta tener 1.753 oficinas bancarias en España (un 5,09% menos que al cierre de 2019). El plan del banco contempla unos 230 cierres en el conjunto del año.
CaixaBank, que es la entidad con más oficinas en España, clausuró 106 sucursales en el primer semestre, hasta situar la red en 4.012 oficinas (-2,57%), con el objetivo de llegar a las 3.600 en los próximos meses, un plan que sí se ha visto retrasado por la crisis del coronavirus, pero en el que seguirá trabajando, según dijo el viernes su consejero delegado, Gonzalo Gortázar.
La información financiera del primer semestre de BBVA apunta a 50 cierres en España, hasta 2.592, si bien el consejero delegado de la entidad, Onur Genç, dijo durante la presentación de resultados que ya se habían cerrado 109 oficinas de los 160 que se planea acometer en 2020, y que en 2021 podría acelerarse el plan de ajuste. Por su parte, el Banco Santander tenía al cierre de junio 3.222 oficinas en España, 13 menos que seis meses antes (-0,4%), mientras que Bankinter se ha mantenido con 365 oficinas.
Bankia bajó la persiana en 8 oficinas entre enero y junio, hasta quedarse con 2.267 (-0,35%), aunque durante el mes de julio ha ejecutado el grueso de su plan de ajuste, con otros 140 cierres.
Exclusión del sistema laboral
Los seis bancos del Ibex 35 tenían al cierre de junio 124.552 trabajadores en España, 1.456 menos que al cierre de 2019 (-1,16%). El mayor recorte de plantilla en España lo realizó BBVA, con 877 trabajadores menos, hasta 29.406 (-2,9%), aunque la entidad ha asegurado -lo que resulta una burla a estas alturas de los acontecimientos- que «proteger el empleo es una de sus prioridades» y no se plantea «ninguna medida extraordinaria» de reducción de plantilla o ERE.
El Banco Santander finalizó el primer semestre con 27.261 trabajadores en España, 369 menos que seis meses antes (-1,34%), mientras que la plantilla de CaixaBank adelgazó un 0,4% en ese periodo, hasta 30.772 empleados (124 menos).
Por su parte, Sabadell tenía 16.570 trabajadores en España al cierre de junio, 40 menos que en 2019 (-0,24%). Bankinter contaba con 4.596 empleados en junio (42 más que en diciembre) y la plantilla de Bankia disminuyó en 88 trabajadores en el primer semestre, hasta el total de 15.947 trabajadores (-0,55%).
La sangría de la banca
De golpe, todos los males del poder real español se encuentran por fuera del mismo. Subrepticiamente, esos males son achacados a una pandemia de diseño. La justificación de la pérdida de €14.000 millones de las empresas del IBEX 35, se encuentra en el COVID-19 tras cerrar el peor trimestre de su historia, y por el confinamiento en las distintas Comunidades Autónomas. Pero repasemos la historia de los ajustes, recortes, cierres y despidos en la Banca en la última década.
Desde el estallido de la crisis en 2008, el número de entidades se ha reducido de 45 a una docena y los despidos y cierres de oficinas han sido una constante en un proceso sistemático para ajustar los costes del sector. Y una década después del estallido de la crisis en España, los banqueros financistas siguen realizando ajustes para tratar de hacer frente a lo que ellos llaman: «nuevos retos». Entre ellos, recuperar la rentabilidad perdida tras unos años marcados, además, por la consolidación: desde 2009, el mapa bancario nacional se ha reducido de 45 a una docena de entidades. Todo este proceso se ha llevado por delante casi 20.000 oficinas y más de 100.000 puestos de trabajo, que son exactamente los despidos que han realizado las entidades en este período. Y no precisamente por culpa del coronavirus.
Por tomar una dimensión de esa magnitud, es como si todos los habitantes de la ciudad de Girona (100.266) se quedaran en el paro. O los de Baracaldo (100.435), en Vizcaya. Así lo reflejaban los datos publicados por el Banco Central Europeo, que advirtió que en 2018 se habían clausurado 1.314 sucursales y se prescindió de 26.166 trabajadores y trabajadoras. Con estos datos, los trabajadores del sector bancario despedidos desde 2008 alcanzaron en 2019 los 97.442, pero si se tiene en cuenta los EREs en marcha en las plantillas de CaixaBank (2.023) y Santander (3.464), el total superó la simbólica cifra de 100.000.
Una dolorosa sangría que vivió su peor año en 2013, justo unos meses después del rescate europeo a Bankia que puso en jaque a todo el sector. Sólo ese año, los despidos afectaron a 18.339 trabajadorxs, mientras que el número de oficinas mermó en 4.429. También fueron numerosas las bajas en 2011 y 2014, cuando se prescindió de 15.433 y 14.297 trabajadorxs, respectivamente.
Los expedientes de regulación de empleo y las salidas masivas han sido una constante en este período y se han producido de forma paralela a la desaparición e integración de las cajas de ahorro y de entidades de menor tamaño que no pudieron aguantar el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis de deuda que se originó entre los clientes.
Respecto a las sucursales, su presencia en los pueblos y ciudades de España ha mermado un 47%, desde las 46.065 oficinas que había en 2008 hasta las 24.328 de 2018. El ejercicio de 2014 anotó el peor registro, con sus 6.143 oficinas clausuradas, seguidas por las 4.429 de 2013 y las 3.061 de 2011. De nuevo, la cifra aumentó en las semanas subsiguientes de junio de 2019 con 821 cierres previstos por CaixaBank y los 1.150 de Banco Santander. El martes 10 de junio se habían reunido los representantes de la entidad cántabra y los sindicatos para seguir avanzando en la negociación sobre las condiciones del expediente de regulación de empleo abierto a raíz de la integración del Banco Popular, de la que se cumplen ahora tres años.
MÁS RECORTES FUTUROS
Ya en 2019 la Asociación Española de Banca (AEB) había atribuido los recortes a «un proceso generalizado de adelgazamiento de estructuras comerciales bancarias a escala mundial» y aseguró, en declaraciones de su portavoz, José Luis Martínez Campuzano, que los ajustes podrían explicarse por razones «organizativas derivadas de los procesos de consolidación, causas económicas por los bajos niveles de rentabilidad o las derivadas de la transformación oficial«.
La organización, que representa a las principales entidades de España, creyó además que la reducción tanto de oficinas como de trabajadorxs iba a continuar en el corto y medio plazo como «vía necesaria para aumentar la rentabilidad del sector y ajustarse al nuevo contexto digital».
«Los bancos deben ser rentables para garantizar su estabilidad a futuro. Un futuro que pasa por mejorar su eficiencia y seguir con los ajustes necesarios dentro de un proceso de transformación digital que también experimenta la sociedad», aseguró.
El Banco de España también había lanzado una advertencia a principios de junio del año pasado y sugirió a las entidades una reducción de los gastos recurriendo, entre otras vías, al cierre de oficinas.
«Las entidades españolas continúan presentando unos niveles claramente superiores de oficinas bancarias en relación a la Eurozona y a otras economías. Por consiguiente, existiría todavía un cierto potencial de reducción de costes por esta vía», explicó en aquél momenti, Margarita Delgado, subgobernadora del supervisor español.
Pero, el auge de las fintech y la digitalización ha sido y continúa siendo otro de los grandes por qué de los ajustes, cierres y despidos. La proliferación de empresas y start-ups que ofrecen servicios financieros con un sólo click o la incursión de gigantes como Amazon y Google en el mundo financiero ha lanzado a la banca a una carrera por la «transformación digital» que está suponiendo elevados costes de inversión y la automatización de numerosos puestos de trabajo. Es decir, más despidos y más cierres, sobre todo si la Banca española intenta acercarse a la proporción de la UE. En Europa, según el BCE, hay una oficina por cada 2.278 habitantes, mientras que en España la ratio es de 1.694. En definitiva, esos recortes, más cierres y más despidos forman parte de un proceso de crisis preestablecido a la pandemia de diseño y no provocado por esta, como vienen instalando desde el poder real español en la opinión pública.
Un tsunami en la Gran Banca
La banca continuará preparando nuevos planes para una renovada ola de despidos y cierre de oficinas. Alegan como pretexto la presión de «los mercados» por los efectos del coronavirus. Realmente lo que pretenden hacer es proceder a la informatización total de sus estructuras, aunque ello -como ya está sucediendo- perjudique seriamente a sus usuarios.
En este sentido, la Gran Banca española -según deja caer la prensa económica y que afecta al sistema- prepara un auténtico tsunami de despidos masivos y cierres de oficinas y sucursales, para lo que resta de 2020 y 2021. Impulsados por la oportunidad de oro que les ofrece el pretexto de los supuestos efectos del coronavirus sobre sus actividades económicas.
En realidad, la Banca no va a hacer otra cosa que apretar el acelerador de los planes de despidos que ya tenían previstos desde hace una década. Y la ejecución de estos planes será posible realizarla impunemente gracias a factores diversos:
1) A la escasa organización de los usuarios frente a las imposiciones de las entidades bancarias.
2) A la complicidad de las grandes centrales sindicales.
3) A la aceptación por parte de sus asalariados del señuelo de precoces prejubilaciones y de bajas «incentivadas», cuyos reales efectos sólo serán perceptibles en el transcurso de unos pocos años después de que éstas se produzcan.
Con información de: El Mundo/El Confidencial/Asociación Española de Banca/ IBEX35/BCE/Canarias Semanal/