La otra guerra que también recordamos (y denunciamos) este mes: Palestina

Este día 24 de julio se cumple un año y cinco meses del inicio de la guerra de Ucrania, luctuoso hecho que nos convoca en esta plaza cada día 24 de mes para pedir el final de las acciones bélicas e instar a las partes enfrentadas a resolver sus diferencias mediante el diálogo.

No obstante, como bien sabemos, la de Ucrania no es la única guerra que asola a la humanidad. Queremos aprovechar estas convocatorias para, además de pedir la paz para Ucrania, recordar otros escenarios igualmente destructores de la vida y dignidad humana y la naturaleza.

Hoy vamos a hablar brevemente sobre la guerra-conflicto de Palestina.

Sus orígenes hay que remontarlos a finales del siglo XIX. La discriminación que la población judía sufría por toda Europa hizo surgir un potente movimiento sionista cuyo principal objetivo fue el establecimiento de un estado para judíos de todo el mundo en Palestina. De esta forma empezó una fuerte emigración a aquella región cuya población era mayoritariamente musulmana, emigración que se intensificó tras el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial.

La coexistencia de las dos comunidades, bajo mandato británico, dio pie a numerosos conflictos armados, lo que produjo que interviniera la ONU diseñando un doble estado sobre el territorio palestino, más o menos proporcional a la presencia demográfica de cada comunidad. El plan fue aprobado por la comunidad judía y rechazado por la población árabe. Cuando en 1948 Israel declara la independencia, es inmediatamente atacado por la comunidad palestina y los estados árabes vecinos, resultando el nuevo estado israelí vencedor en la contienda militar. Esto provocó la salida del país de hasta 700.000 personas palestinas que, desde entonces, malviven en diversos campos de refugiados de los países vecinos y algunas regiones de Palestina, como Gaza.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XX hubo más conflictos armados entre el estado de Israel, los países árabes vecinos y la población palestina. En general todos estos pulsos han resultado con victoria militar de Israel, lo que le ha llevado a ocupar la mayor parte del espacio que la ONU había otorgado a la población palestina, así como algunos territorios de los países vecinos. El estado de Israel consolida sus conquistas territoriales con el establecimiento de colonias de población judía, lo que redunda en una profundización del conflicto.

A lo largo de todos estos años, Israel no ha estado solo en el tablero militar. Es un importante aliado de los Estados Unidos el cual ha convertido a Israel en una especie de gran portaaviones militar norteamericano incrustado de pleno en el estratégico escenario de Oriente Próximo. Además de surtir a su ejército con lo último y mejor de la tecnología bélica estadounidense, no ha dudado en permitir que Israel sea un país dotado con la bomba atómica. Israel, asimismo, es un buen aliado de los países de la Unión Europea e incluso, aunque en menor medida, de Rusia.

Entretanto, la población palestina, expulsada de su tierra, acosada por la proliferación de colonias israelíes, abandonada por la comunidad internacional, boicoteada económicamente y sufriendo aparheid, resiste como puede la situación tratando de mantener un hostigamiento bélico hacia las poblaciones israelíes limítrofes, especialmente desde la Franja de Gaza. Estas acciones bélicas palestinas, asimétricas y de baja intensidad, suelen ser la excusa perfecta para severas operaciones de castigo por parte del potente ejército israelí.

Tras la breve esperanza de paz que se dio en 1993, siendo presidido Israel por el asesinado Isaac Rabin, el conflicto se ha mantenido enquistado. Los daños para la población palestina son incalculables. Además de verse desplazados de su tierra en su mayoría, es largo el listado de masacres perpetradas por Israel contra campos de refugiados y no menos extensa la lista de operaciones bélicas y de gran calado contra los residuales enclaves palestinos, sobre todo la franja de Gaza, hoy una gran prisión a cielo abierto en la que malviven bloqueadas unos dos millones de personas palestinas. Los bombardeos sistemáticos, así como las operaciones de castigo mantienen en ruinas la mayoría de ciudades en manos palestinas y no permiten el más mínimo desarrollo de ningún tipo de economía. Todo ello consigue unos resultados que bien se podrían calificar de limpieza étnica o de genocidio, logrando que la población judía haya acabado por ser mayoritaria en el territorio.

En Palestina, como en Ucrania, es urgente el alto el fuego, sea del tipo que sea, por ambas partes, pero especialmente por parte del ejército de Israel, condenado repetidamente por la ONU y autor de la inmensa mayoría de crímenes de guerra, el cese de la política de limpieza étnica y de establecimiento de colonias, de toda injererncia por parte de terceros países y el inicio de conversaciones de paz honestas entre las partes en conflicto, que puedan hallar y establecer una solución justa para este largo contencioso. Solo así podrá haber paz, reconciliación, seguridad y vida digna en esa asolada región.

Por un mundo sin guerras, sin negocio de armas, por un mundo en Paz.

Elx, 24 de julio de 2023.

 

 


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