La MUJER en la República Popular de Bulgaria (1944-1989). Entrevista a Stefka Marinkova
Por Antonio Liz
-Tú eras una niña cuando se creó en Bulgaria la República Popular, ya que naciste en septiembre de 1936. Tus padres tuvieron en ti una influencia política importante, sobre todo tu madre. ¿Cómo fue esa influencia? ¿Cómo empezó tu actividad política?
Cuando llegó el socialismo a Bulgaria, yo iba a cumplir la edad de 8 años. Mi padre trabajaba en la alcaldía de nuestro pueblo natal y mi madre era ama de casa. Tenía, además, un hermano mayor. Mis padres influyeron mucho en mí tanto en el aspecto político como laboral, pero sobre todo mi madre, que procedía de una familia progresista y liberal para su época. Dos de sus hermanos eran participantes activos en la vida política de Bulgaria durante el socialismo. Uno de ellos era el vicepresidente del Tribunal Supremo, y, el otro, profesor y dirigente político en el área de la cultura y la formación del profesorado. Mi primer contacto con la política fue desde la primaria cuando empecé como pionera a los 10 años de edad, y, posteriormente, me promovieron a dirigente de toda la organización de pioneros de la escuela. En la adolescencia, ingresé al Komsomol (Unión de Jóvenes Comunistas) donde llegué a ocupar el cargo de suplente del jefe de la Unión Juvenil Dimitroviana del instituto. Posteriormente, a la edad 40 años, me afilié al Partido Comunista Búlgaro.
-Tengo entendido que en la República Popular de Bulgaria la educación siempre se impartió a niñas y niños juntos, en el mismo instituto, nunca por separado. ¿Cómo fue tu vida escolar? ¿Sentíais las niñas alguna discriminación en relación con los niños?
En los primeros años del socialismo habíamos heredado el sistema educativo del zarismo, en el las escuelas estaban divididas para niños y niñas. Posteriormente, nuestro sistema educativo se fue transformando y surgieron los institutos de enseñanza general mixta, donde estudiaban conjuntamente los niños de ambos géneros. Mi vida escolar transcurrió prácticamente en los institutos de enseñanza general mixta, con la excepción del 8º grado, cuando a principios de los años ‘50 llegué a Sofía y estudié en el Primer Instituto de Enseñanza Secundaria para Niñas que se atenía a la tradición del régimen anterior. Allí, por vía del Komsomol, fui elegida secretaria del aula. Era un año durante el cual estuve viviendo en casa de uno de mis tíos, el vicepresidente del Tribunal Supremo, porque él le había pedido a mi madre que me quedara en su casa para acompañar a una de mis primas, ya que su hija mayor, quien posteriormente fue una célebre científica en química y Rectora del Instituto Superior Tecnológico de Química Industrial, estaba cursando su carrera universitaria en la URSS. Por razones económicas, al cabo de un año tuve que volver a mi pueblo natal Polaten, que hoy en día es un barrio de la ciudad de Téteven, para terminar mis estudios de secundaria. En el instituto de Téteven la vida social y política era muy intensa, se dedicaban grandes esfuerzos a promover la educación juvenil. Allí me nombraron vicesecretaria del Komsomol del instituto, y, cuando me gradué, trabajé durante un año como profesora en Polaten. Dediqué mis esfuerzos también a trabajar muy activamente en la organización juvenil, y, al final del año, me enviaron por 2 años a completar mis estudios en el Instituto de Educación Superior para el Profesorado en Sofía. Después me designaron jefa del Departamento Escolar del Komsomol de la Comarca de Téteven. Conocí a mi marido, Peter, en la Escuela Nacional del Komsomol en Sofía donde estuvimos cursando nuestros estudios sobre la organización juvenil. Nos casamos en el año 1958 y a partir de entonces estoy viviendo en Sofía.
-Tú te licenciaste en Filología Española y trabajaste como intérprete y traductora y tienes dos hijas que son doctoras en Filología Española y profesoras titulares en la Universidad de Sofía. ¿En la educación superior, en la universidad, consideras que la diferencia de género era un obstáculo para alcanzar un status académico importante?
Mi vínculo con la lengua española empezó a principios de los años ‘60 cuando mi esposo fue enviado en la misión diplomática de la República Popular de Bulgaria en Cuba, donde empecé a cursar la licenciatura en Filología Española. Después, en los años ‘70, nos designaron a Madrid donde nació mi segunda hija. Mi labor como traductora e intérprete empezó en la misión diplomática en Madrid. Posteriormente, seguí ejerciendo esta labor en Bulgaria en la Academia de Ciencias Sociales, adscrita al Comité Central del PCB, en el Instituto de Estudios para Estudiantes y Cursistas Extranjeros. Desempeñé este trabajo también en nuestra embajada en Bogotá (Colombia) donde mi marido fue nombrado embajador. Efectivamente, mis dos hijas son doctoras en Filología Española: la mayor es profesora titular de Literatura española y actualmente es la Directora del Departamento de Estudios Hispánicos y Lusófonos de la Universidad de Sofía San Clemente de Ohrid; la menor es doctora en Fonética y Fonología españolas y profesora en este mismo departamento. Puedo afirmar que tanto en la época del socialismo como en la época actual la igualdad de derechos entre mujeres y los hombres es uno de los avances más importantes que ha marcado nuestra sociedad.
-¿La condición de mujer era un hándicap para tener un elevado status político, para llegar a ocupar puestos de dirección en el Partido Comunista de Bulgaria (PCB)?
Durante la época del socialismo, la condición de mujer no suponía una desventaja para ocupar puestos importantes en la vida social y política. Puedo citar varios ejemplos: Liudmila Yivkova, Tsola Dragoycheva, Drazha Valcheva, Elena Lagadinova, entre otras. Algunas de ellas llegaron a ser miembros y/o miembros suplentes del Buró Político del PCB.
-En la República Popular de Bulgaria el derecho al divorcio y el derecho al aborto estaban normalizados. ¿Cómo fue el proceso de conquista de estos derechos fundamentales para la mujer?
Durante el socialismo, el divorcio y el aborto no estaban bien vistos, aunque se practicaran, ya que contradecían a la moral y a los principios del socialismo.
-En la familia búlgara en general, ¿el papel del padre era mayor, más importante, que el papel de la madre?
Algo que puede resultar curioso para la comunidad hispanohablante es que en los apellidos búlgaros constan solamente los nombres del padre: su patronímico y su apellido. No obstante, ambos progenitores tienen los mismos derechos y obligaciones para criar y educar a sus hijos. Claro, todo depende de las tradiciones familiares, de la comunidad religiosa a la que pertenecen.
-¿Las madres solteras eran vistas con naturalidad o estaban mal vistas? ¿Tenían problemas para cuidar a sus hijos?
Lo que se promovía en aquellos tiempos era el vínculo matrimonial entre hombre y mujer, como núcleo básico de la sociedad, y la condición de madre soltera se daba esporádicamente, puesto que no era una condición natural para aquella época. En realidad, las madres solteras eran tratadas de forma despectiva porque su condición contradecía a los principios morales de aquella época. En cuanto al cuidado de sus hijos, no deberían haber sido discriminadas, puesto que el Estado garantizaba los derechos a trabajar, recibir educación y sanidad públicas.
-A modo de síntesis, ¿el machismo estaba muy extendido en la sociedad búlgara de tu tiempo?
No, según mis recuerdos, el machismo tenía un alcance bastante limitado en la sociedad búlgara de aquellos tiempos. Al contrario, se promovía el respeto por la mujer, su tratamiento como compañera en el bien y en el mal.
-Hay dos mujeres muy conocidas en el ámbito político en el periodo de la República Popular, Tsola Dragoicheva y, posteriormente, Liudmila Yivkova. Tsola fue una comunista que estuvo condenada a muerte en el reinado de Boris III (zar entre 1918 y 1943) por su actividad política y que en el “socialismo real” fue miembro del Comité Central y del Buró Político del PCB. Tú la conociste personalmente, háblanos de ella, de su papel político, de su importancia social.
Podría comentar algo acerca de Tsola Dragoycheva, ya que a Liudmila Yivkova no la conocí personalmente. Tsola Dragoycheva venía a mi pueblo, organizaba reuniones y mítines en los que nosotros, cuando éramos niños, participábamos activamente. En diversas ocasiones, visitó también mi casa porque tenía relaciones muy estrechas con mi madre. Trabajaban juntas para mejorar la vida económica y social de los campesinos, en la creación de las cooperativas y la realización de la reforma agrícola de aquellos tiempos.
-Liudmila Yivkova, la hija de Todor Yivkov, el Jefe de Estado y el secretario general del PCB por excelencia durante la segunda mitad de la República Popular búlgara, tuvo un papel público notorio. En términos generales, ¿cuál fue su importancia en la política búlgara? Y en relación con el papel de la mujer en la sociedad búlgara, ¿qué rol jugó?
Liudmila Yivkova tuvo un gran mérito para la modernización del PCB y su adaptación a las realidades de aquellos tiempos. Desempeñó un papel muy importante para promover la cultura y el patrimonio de Bulgaria en todo el mundo. Fundó el movimiento pacifista Bandera de la Paz y cada 3 años organizaba la Asamblea, auspiciada por la ONU, para incentivar la creatividad de los niños y de los jóvenes.
-El derrumbe de la República Popular trajo un fenómeno social “democrático” muy extendido, la prostitución. ¿Había habido prostitución organizada en la República Popular?
Durante el socialismo, la prostitución no estaba permitida. Es más, se consideraba uno de los vicios del mundo capitalista. Por lo tanto, no se podía practicar oficialmente. La delincuencia organizada no existía si se compara con lo que observamos en la actualidad.
-¿Tiene hoy la mujer búlgara en general más oportunidades culturales y políticas que ayer? Y la mujer búlgara trabajadora, ¿tiene hoy mejores condiciones de trabajo que ayer?
Cada época tiene sus ventajas y sus desventajas. Hoy en día, no se puede decir que las mujeres búlgaras hayan perdido la oportunidad de desenvolverse en la sociedad tanto a nivel político como cultural, un hecho que lo demuestran algunos cargos políticos importantes que hoy en día son ocupados por mujeres: la presidenta de la Asamblea Nacional, la vicepresidenta de la República de Bulgaria, la defensora del pueblo, la alcaldesa de Sofía, algunos líderes de partidos políticos (el Partido Socialista Búlgaro), etc. Sin embargo, si pensamos en las oportunidades culturales que ofrecía la época del socialismo, podríamos destacar que Bulgaria tuvo muchos éxitos en este ámbito durante aquella época y las personas podían acceder, a precios muy razonables, a toda clase de eventos culturales: cine, teatro, ópera, conciertos, exposiciones. Se promovían también la educación física y las actividades deportivas. En cuanto a las condiciones de trabajo, lo que debería destacarse es que durante el socialismo las personas no se veían amenazadas por el hecho de perder su trabajo y el poder adquisitivo de su remuneración laboral, y que tenían garantizado lo esencial para su existencia, como también las oportunidades para el descanso y la jubilación, lo cual cambió mucho en los tiempos que llegaron a continuación.
Muchísimas gracias, Stefka.
Antonio Liz
Sofía, 17, diciembre, 2018