La izquierda chilena ante un nuevo desafío
UN NUEVO SOPLO democrático está recorriendo Chile de norte a sur. Luego de diecisiete años de cruel dictadura y después de dieciocho años de gobiernos concertacionistas, la gente ha comenzado –por fin- a mostrar su disgusto, su decepción y su hastío con tantas promesas incumplidas, tanta corrupción y tanto familisterio espurio. 
La enorme brecha económica que separa dolorosamente a los más pobres de los más ricos, y que se constituye en la principal barrera que impide otorgarle credibilidad y confianza a la actual clase política, ha recibido una nueva aliada en el camino a la desilusión ciudadana. Especialmente, a la masa electoral que se define como izquierdista.
Con el actual sistema binominal imperando aún en Chile, sólo los dos grandes bloques existentes (Alianza y Concertación) tienen posibilidad concreta de llevar a los suyos al Congreso Nacional, independientemente de que en ese sistema, a veces, tres votos sean menos que cinco. 
Pero ello no le desagrada a los partidos políticos que forman parte de esos dos conglomerados que hoy se distribuyen asociadamente el poder. En estricto rigor de eso se trata…de distribuirse las ganancias entre ellos solamente, no de disputarlas, y menos aún compartirlas con el resto. Tampoco  se les mueve un músculo a esas tiendas partidistas –que dicen arrodillarse emocionadas ante la ‘democracia’-  cuando constatan que un 20% de la población electoral queda sin representación alguna en el Poder Legislativo. 
La inefable ‘democracia protegida’ da pábulo a decenas de corruptelas, todas sustentadas en un familisterio político  que permite construir una especie de carrusel en el que tienen asiento sólo los parientes y, en menor grado, algunos socios capitalistas y determinados sirvientes menores que llevan años  bajo la bota del líder o del conjunto de líderes que manejan los respectivos bloques. Por cierto, el carrusel no es sino la cúpula bien pagada de la  administración pública, la cual contempla ministerios, subsecretarías, embajadas, intendencias, seremías, gobernaciones, alcaldías, servicios varios, medios de comunicación oficiales y una que otra ONG. 
Lo sorprendente de todo este asunto radica en que ya no es únicamente aquel 20% sin representación quien manifiesta desagrado y oposición al escenario anterior, sino más bien es hoy –por el contrario- sólo un 30% de la población el que sigue apoyando el actual estado de cosas que ya  tiene hastiada a la mayoría ciudadana y que incluye todo aquello que este mismo medio informativo –y decenas de otros en el país- han venido denunciando y criticando desde hace años. 
Ocurre entonces que la población electoral, conocedora de estos avatares, ha comenzado a negarle su confianza a las tiendas partidistas asociadas en esta ‘dictadura perfecta’ y, además, a los políticos que la conforman. Ello es entendible y no puede llamar a sorpresa…pero lo inaudito se produce cuando aquel mencionado 20% sin representación parlamentaria observa que una de las escasas tiendas políticas que durante tres décadas luchó para  cambiar el sistemita, ¡hoy quiere unirse a él, lo cual significa –se quiera o no- darle un indisimulado apoyo a la mentada ‘democracia protegida neoliberal’! 
Y esto ocurre precisamente en un año que no sólo se caracteriza por la próxima contienda  electoral municipal sino, además, por un  pronóstico nada halagüeño para el gobierno ya que se avizora una severa temporada de demandas populares ante la escandalosa saga de alzas que se están produciendo. Tanto para La Moneda como para el duopolio binominal y para el empresariado, no hay mejor noticia que la comentada, pues la oposición verdadera, la crítica, la sufriente, podría desaparecer o minimizarse gracias a esta nueva entrega a domicilio.  En el cuadrilátero de la lucha política, el equipo del rincón azul alza los brazos en señal de fácil victoria al observar que los del rincón rojo abandonan la arena. 
¿Significa entonces que a partir de este momento ese partido popular acepta y apoya el escenario sociopolítico y económico que antes atacó con furia? ¿Confiesa equivocación ideológica histórica, o el aceite fenicio que le promete el duopolio binominal es demasiado poderoso y atractivo? Por cierto, algunos miembros de ese partido supuestamente popular saldrán gritando a los cuatro vientos que críticas como esta –y otras mucho mejor argumentadas- corresponden a un trasnochado ‘anticomunismo’ de la olvidada época de la guerra fría.  Débil argumento que  tampoco explica la deserción ni convence a nadie. Ni asusta. Ni duele. Ni ofende. Sólo sirve para aumentar la decepción de quienes –alguna vez- pensamos que el partido comunista jamás cejaría en la defensa de los débiles. 
Por lo demás, que se recuerde, ninguna otra tienda política acusa de “anti socialista”, “anti democristiano”, “anti radical”, a quien le explicita una crítica; sólo lo siguen haciendo algunos comunistas chilenos, cuyas  mentes y corazones parecen haber quedado clavados en la Historia minutos antes de que se derrumbaran la URSS y el muro de Berlín hace ya dos décadas. 
“En sus artículos respecto de estos asuntos, no he visto una sola línea que se refiera a la actual proposición programática del partido”, me dijo un comunista de pura cepa. ¿Por qué debería un columnista cualquiera destacar esa ignota proposición programática, si ello es tarea del mismo partido, el cual no ha sido capaz de colocarla en el tapete de la discusión nacional?  Además, todo columnista escribe respecto de asuntos que son ya públicos, ora oficialmente, ora popularmente. Y en el caso que nos preocupa, lo único que se sabe y conoce es aquello que se ha filtrado –sabrá Dios desde qué parte- al público en general, y que, hasta este momento, el PC no sólo  no lo ha desmentido sino, también, alimenta el cotorreo  con su silencio. 
Si la mentada ‘proposición programática’ a la que se refieren algunos miembros del PC chileno es aquella que se conoce extraoficialmente –vale decir,  bajar las banderas, ‘omitirse’ en los futuros comicios (lo que equivale a unirse a la Concertación),  y así optar a cuatro o cinco carguitos en el Congreso aceptando la validez y justicia social del actual modelo- entonces la crítica que hasta hoy se les ha hecho es pobre e insuficiente, pues ello significaría que la gente de izquierda –comunista o no- tendrá que comenzar a levantar sus conciencias desde las mismas brasas en que fueron incineradas por ese partido y, a la vez, iniciar la construcción de un nuevo referente, amplio, antineoliberal, pacifista, democrático  hasta la médula, latinoamericanista, humano y solidario.   
Lo  anterior es, precisamente, lo que dicen querer construir los antiguos aliados del PC,      vale decir, los Humanistas, la Izquierda Cristiana, la gente de la “Surda”, y otros sectores que no conformaban el hoy tambaleante  ‘Juntos Podemos’ que amenaza agonizar merced a la decisión de uno de sus ex socios, o por la irresponsabilidad del resto.  Eso es lo que no se sabe, pues tal vez exista también alto grado de culpabilidad en uno o más de los ex socios del PC en el moribundo ‘Juntos Podemos’. El oficialismo ha logrado llevar a la práctica el antiguo refrán romano del “divide et imperam”, pues con una izquierda (aún débil) fraccionada en diversas tiendas –de las cuales ninguna logra superar el 06% electoral- la batalla está ganada de antemano por los neoliberales.
¿Acepta y desea también esto último nuestro criollo partido comunista? ¿O pretende intentar convencer a la gente de que es necesario ‘infiltrarse’ solitariamente en las líneas adversarias para –desde ese interior- luchar por el cambio en absoluta y trágica minoría? Mal pronóstico tiene esta última alternativa en la opinión de los electores, pues nadie se mueve a engaño ya que es sabido cuán ímprobo resulta convencer a los fariseos enriquecidos de abandonar lo que tienen y seguir al pueblo, más aún si esos fariseos constituyen la absoluta mayoría en el Congreso Nacional. 
Desde las regiones –y no desde la capital del país- un susurro con fuerzas de viento huracanado comenzó a dejarse caer sobre las conciencias ciudadanas a través de las páginas de diversos diarios electrónicos. Algunos sindicatos, organizaciones poblacionales, asociaciones estudiantiles y grupos desgajados de las actuales tiendas políticas de la Concertación –así como sectores provenientes del antiguo y desfalleciente “Juntos Podemos”- están dispuestos a extremar sus esfuerzos en orden a estructurar un  frente amplio de izquierda antineoliberal, latinoamericanista, democrático y solidario. 
Hay un 20% de masa electoral disponible para esa tarea. Aunque la verdadera tarea  -en primera instancia- es copar el máximo posible de alcaldías y concejos municipales, así como la cuarta parte del Congreso Nacional a objeto de legislar –de una buena vez- a favor de las mayorías y no en privilegio de las billeteras de quienes hoy, engañosa y veleidosamente,  dicen ser progresistas, demócratas y  honestos. 
Ya que la marcha se muestra andando, habrá que esperar el desarrollo de estas iniciativas para comprobar que el mentado ‘soplo libertario’ que hoy mece suavemente las hojas de la política nacional, tendrá buen puerto al que arribar.