La izquierda anticapitalista y las elecciones europeas
La práctica neoliberal ha acarreado en el territorio de la UE (en la UE de los 15 y de forma intensificada en las nuevas incorporaciones) un incremento muy importante de las desigualdades, un retroceso del poder adquisitivo de la mayoría de los asalariados frente a unos exuberantes beneficios por parte de las clases sociales más ricas y el mundo empresarial. Como ha difundido recientemente el intelectual socialdemócrata Viçent Navarro, al igual que en la época que precedió a la gran depresión de 1929, los años anteriores a la actual crisis económica mundial han constituido un periodo de vacas muy gordas para el gran capital. En aquellos estados europeos donde se aplicaron con mayor dureza las políticas neoliberales (el español entre ellos) los beneficios empresariales crecieron llamativamente, un 33% de media en el periodo 1999-2005, mientras que los costes salariales sólo aumentaron un 18% (en el Estado español alcanzan el 73% para los beneficios empresariales, ¡frente a sólo un 3,7% de aumento de los costes salariales en el mismo periodo!). Ahora que arrecia la crisis, la UE y los principales gobiernos europeos apuestan sin tapujos por hacer caer la factura del retroceso económico sobre la clase trabajadora. La cumbre de la UE monográfica sobre empleo que se celebró en Praga a principios de mayo, no podía ser más explícita en este sentido. Todas sus recomendaciones van en la línea de reformar el mercado de trabajo para: a) aumentar la flexibilidad y el abaratamiento de los contratos y b) incrementar la movilidad de los trabajadores. No hay más receta que esta frente al desempleo y la avalancha de expedientes de regulación de empleo, y ninguna voz se alza para reclamar que los ricos cubran el coste de las necesidades sociales crecientes.
En este contexto, ¿qué sentido tiene para la izquierda combativa la participación en unas elecciones como las europeas? El Parlamento Europeo, aun considerado formalmente la “primera institución de la UE”, es un órgano con un poder reducido en el mejor de los casos a la supervisión de la Comisión Europea (CE), y a consensuar con el Consejo de Jefes de Estado algunos aspectos de la política común, nunca los esenciales. Para la mayoría de la gente que está acusando los efectos de la crisis, con 20 millones de parados en la UE, el Parlamento Europeo no significa nada importante. Y básicamente así es. El sentido de participar en unas elecciones como las europeas para la izquierda anticapitalista reside en la posibilidad de utilizarlas para hacer llegar su discurso a más gente, en un periodo en el que la población está relativamente más abierta al debate político. Quizás acceder a algo de financiación pública y a una representación simbólica puede ser importante si se consigue algún diputado, pero desde luego las elecciones europeas en concreto y todas las elecciones en general no son el camino más adecuado para obtener avances sociales importantes.
La UE y la izquierda anticapitalista.
La UE es una entidad cuya orientación determina la burocracia de los estados que la componen, aunque de una forma muy desigual. No es una estructura ideológicamente autónoma. La dominancia de la doctrina neoliberal es el reflejo del consenso arraigado entre el capital y la clase política de los principales gobiernos europeos. La participación de los partidos socialistas social-liberales ha sido clave para cerrar este consenso. Lo es en la actualidad y lo ha sido en épocas históricas críticas, como principios de los noventa y los años anteriores a la adopción del euro. La izquierda que sí se opone a este proceso de construcción – o no construcción- europea no ha sido lo suficientemente fuerte como para paralizarlo y revertirlo. Esto no quiere decir que no hayan existido resistencias y convergencias determinantes para los movimientos sociales en la mayoría de los estados europeos. Desde la campaña contra la Europa de Maastricht en 1992 hasta la actualidad se ha producido una “europeización” de muchos espacios de resistencia. La evolución de los Foros Sociales europeos y el enorme empuje del movimiento contra la globalización neoliberal tuvieron como resultado durante un periodo de varios años (2000-2005) la creación de un espacio organizativo de carácter masivo y de escala continental, donde el cuestionamiento del modelo neoliberal de la UE se generalizó hacia dentro y hacia fuera, y donde la politización y la práctica política consiguió implicar a toda una nueva generación de activistas. Posteriormente esta oleada volvió a descender hacia un orden estatal, perdiendo fuerza el proceso de grandes movilizaciones transfronterizas, al tiempo que eran los gobiernos –marcados por un repunte de las victorias electorales de los partidos conservadores- los que pasaban a la ofensiva con paquetes de medidas económicas de aplicación interna.
En este retorno del frente de lucha hacia casa, desde antes de 2005 algunos estados han vivido y están viviendo, en una escala de pocos años, intensos procesos de resistencia social. En algunos casos esto está ayudando a retomar espacios o campañas de convergencia a escala europea, como demuestra la exitosa contracumbre celebrada en Estrasburgo a principios de este mes de abril contra el 60 aniversario de la OTAN. Los últimos frentes de lucha abiertos en el interior de los estados europeos contra las reformas neoliberales están permitiendo un paso más en la evolución de las incipientes fuerzas políticas anticapitalistas. La mayoría de ellas han acabado agrupándose en la Conferencia de la Izquierda Anticapitalista Europea (CIAE), que ya ha declarado su voluntad de coordinarse a nivel europeo para impulsar la lucha contra los efectos de la crisis económica y tener una voz conjunta de cara a las elecciones europeas del 7 de junio. Aunque el Estado español está representado en la CIAE, este proceso de construcción y avance de la izquierda anticapitalista en el plano político está aun lejos de la situación de Francia, Alemania, Grecia o Portugal. El reflejo de este proceso en el Estado español se ha producido por la existencia de varias candidaturas anticapitalistas para las próximas elecciones europeas del 7 de junio. Nos centraremos a continuación en Iniciativa Internacionalista – La solidaridad entre los Pueblos (IISP), que finalmente ha podido participar en las elecciones, y la candidatura de Izquierda Anticapitalista (IA).
Iniciativa Internacionalista.
Surgida poco tiempo antes del inicio de la campaña electoral, la lista que encabeza Alfonso Sastre ha estado a punto de ser ilegalizada por el Estado español. La sospecha de que detrás de esta lista podría haber alguna intención de facilitar la presencia de la izquierda abertzale en las elecciones ha sido el parapeto público que ha esgrimido el gobierno del PSOE para movilizar a la fiscalía y al Ministerio del Interior. La realidad es que se ha intentado ilegalizar una candidatura de la izquierda alternativa que plantea un esquema rupturista, donde la cuestión de la autodeterminación de los pueblos en el Estado español y la ilegalización de la izquierda abertzale se ha puesto con soltura encima de la mesa. Esto ya es razón suficiente para acabar con ella, sobre todo si, a diferencia de la candidatura de IA (que también se opone a la ilegalización y apuesta por la autodeterminación), II-SP sí tiene probabilidades de obtener un escaño en el Parlamento Europeo (gracias al eventual apoyo de un número importante de votantes en Euskal Herria).
La lista de nombres presentados por IISP iba más allá de personas vinculadas sólo al ámbito de la lucha soberanista. Personas reconocidas de la izquierda sindical y social (como Nines Maestro, de Corriente Roja o Josep Garganté, sindicalista de CGT) están en los primeros puestos de la lista. La composición de la candidatura ha tenido verdadera vocación estatal, y refleja un sector de esta nueva izquierda anticapitalista que viene construyéndose en el Estado español. Uno de los méritos de esta formación es que ha roto con el aislamiento político que el Estado ha establecido durante años para la izquierda abertzale. La adhesión a los manifiestos de apoyo a la candidatura de Sastre han sido abrumadores, y posiblemente esta iniciativa pueda ser la base para el lanzamiento de una campaña unitaria en el ámbito de los derechos democráticos y la cuestión de la autodeterminación. Hubiera sido deseable que esta candidatura se hubiera gestado de una forma más estrecha con la de IA, ya que la potencialidad de la iniciativa, por su carácter verdaderamente unitario, hubiera sido mucho mayor. Aun así, sólo el hecho de que esta candidatura pueda presentarse a las elecciones es ya en sí una victoria para la izquierda anticapitalista y rupturista del Estado español.
Izquierda Anticapitalista
Ya antes de que se produjese el intento de ilegalización de IISP, como En Lucha decidimos apoyar y pedir el voto públicamente para la otra candidatura de la izquierda anticapitalista, encabezada por Esther Vivas. La lista de Sastre ha vehiculado una parte de la izquierda rupturista, combativa y de base con la que nos sentimos identificados. Además, a diferencia de la lista de IA cuya columna vertebral es el antiguo Espacio Alternativo, II-SP sí cuenta con la convergencia de diferentes organizaciones dentro de un esquema de trabajo unitario. Entendemos que el proyecto para la construcción de una izquierda anticapitalista amplia es enormemente urgente, y compartimos el análisis de IA sobre la necesidad de articular un referente político, en consonancia con otras iniciativas europeas, que se fundamente y se deba a los movimientos sociales de base y a la izquierda combativa organizada en otras esferas. IA, al igual que En Lucha, establece una vinculación estrecha entre los movimientos anticapitalistas (antiglobalización y antiguerra) que han recorrido el mundo desde principios de este siglo y la posibilidad de reconstruir un movimiento obrero combativo a escala internacional. La candidatura de IA también se apoya en personas relevantes de las luchas sociales y sindicales de base, que representan cierta garantía de un modo de trabajo en los movimientos sociales, abierto, rico y combativo.
Es importante que la participación en las elecciones sea utilizada como un instrumento para construir y organizar allá donde aun no se ha empezado, y para clarificar el debate de hacia dónde nos dirigimos como izquierda; así lo están haciendo los y las militantes de IA. Nuestro posicionamiento no es acrítico, y como ya hemos expresado, hubiéramos preferido una sola candidatura de la izquierda anticapitalista que tuviera una correspondencia en el trabajo práctico antes y después de esta convocatoria electoral. La participación electoral es un campo más de la lucha política, pero no el único y en la mayoría de los momentos, ni siquiera el más importante. Por eso es necesario poner el énfasis en que las elecciones deben servirnos para fortalecer las luchas y las experiencias de trabajo unitario. Aun así, consideramos que frente a las elecciones europeas del 7 de junio, el voto por IA es la apuesta más favorable y con mayor potencialidad para el conjunto de la izquierda anticapitalista.