
La Desesperacion Presidencial en Venezuela II
Por Sinue Escolarte
La Habana Cuba.
sinuescolarte@gmail.com    
    El recuerdo me traslada a la Cuba de medio siglo atrás, cuando  miro las rapidísimas imágenes que proyecta mi televisión  de los multitudinarios mítines  en Venezuela. Me quedo con deseos de  seguir  observando  el acto completo y no me explico por que no lo proyectan en su totalidad. Me siento transportado, sumergido  en aquella entusiasta muchedumbre y con una barba y un verde olivo,  resurgiría en mi memoria  una nueva versión de  la adolescencia, cuando vivía  esperanzado y feliz,  junto a mi aguerrido, triunfante, invencible e invicto  comandante. Pasado 50 años, los edificios, calles, comercios, que adornaban el lugar  y muchas cosas vividas, desaparecieron, o están en ruinas, fuera y dentro de mi. Las manifestaciones y marchas  que hoy se convocan,    no encierran el calor, las ilusiones, los sueños, de antes,  por  que han volado sin rumbo  cansados de esperar.  En aquel momento, no lo hubiera imaginado, no hubiera aceptado esta realidad  fácilmente.
  Soy de los que  nunca me he movido, -me dice-,  lo he vivido todo, sufrido todo, aceptado todo y entregado todo aquí. El imperialismo no me paga por decir lo que digo, ni lo que pienso, me paga la deuda con mi verdad y mis errores. Es el testimonio de un amigo que no quiso decir su nombre. 
Mirar el eufórico presente sin  dudar del futuro, sin comparar con otros lugares que se han iniciado de manera similar para luego fracasar.  Aceptar resultados subjetivos vistos desde la distancia de lo que acontece en Cuba, les costará muy caro a los confundidos en Venezuela, si asumen el error de creer en la retórica del nuevo socialismo que les promete  su presidente. Un neopolulista con dinero es mas peligroso, porque tiene las dos ingredientes: el dinero para comprar y la retórica para envolver.  
En Cuba  los principales pilares para sostener el proyecto fueron las promesas bien administradas, dichas en su momento y con elocuencia, los regalos, haciendo gratis lo que era  pagado, disminuyendo el precio de  lo que  estaba alto, fiscalizando lo de otro, nacionalizándolo todo y poniéndolo transitoriamente en manos del pueblo, entregando propiedades que no daban derechos sobre ellas, subsidiando desde temprano.  
En Venezuela hay dinero para dar  y se usa de múltiples maneras, reforzando la entrega  con un discurso colectivo que anuncia abiertamente la radicalización. No solo se dice vamos a hacer,  sino que se hace, lo que permite  las comparaciones que demuestran claramente las diferencias, sobre una anterior política económica descontrolada y corrupta. Así también ocurrió en Cuba.  Esto se utiliza para  distorsionar la realidad sobre el modelo, factor vital para perpetuarse. Cambiar el modelo. De ahí  la modi-enmienda de la constitución que exige el oso marrón  como lo llamara su adulador  amigo Sean Penn.  El mismo perro con diferente collar. 
Para eso se les muestra a Cuba desde una posición lejana, que no facilita la constante y real visión e  interconexión entre sus pueblos. Entonces se aprecia el nuestro  como una maravilla, ejemplo vivo del mejor  socialismo y bastión inexpugnable  en América Latina, con incontables triunfos  y  valiosas  conquistas sociales.  
Pero si se fijan en un solo ejemplo, uno de los mas alardeados logros de la revolución, los profesionales  cubanos que  marchan a cumplir misión internacionalista,  ganan menos que los obreros  que menos lo hacen allá y comparten sus casas muchas en pésimas condiciones, aceptando las diferencias culturales e idiosincrasia,  pero no por solidaridad como aseguran aquí, sino por imposibilidad económica y obligación,  para que puedan ser  controlados,  evitando que se  muevan  libremente  argumentando  la  seguridad y no  el miedo a que abandonen la misión como han hecho miles, desacreditando  las bondades del socialismo cubano del que  paradójicamente huyen.  
Resulta  inexplicable para los venezolanos, que los cubanos  se llevan contenedores  repletos  de cosas que rapiñan con sus miserables salarios para traerlo a  un país de éxito como el nuestro. Nadie en el mundo carga tanta  ¨¨pacotilla¨¨ como solemos llamarle, para revender y así arreglar o comprar un cuarto o apartamento que no tiene,  a pesar de ser  un Dr.  en una Cuba que es  ejemplo. Tampoco podemos volver a ese lugar terminado el contrato  y habiendo  hecho amistades, aunque estos nos inviten y nos costeen el viaje. No  existe el turismo, o la libertad de viajar cuando se desee para nosotros a ese hermano país. Se ve clara nuestra actual  soberanía. Cuando  la comparo con la de los inicios, la euforia y el embullo aquel, me parece mentira. 
Los Venezolanos tampoco pueden cuando vienen a las diferentes atenciones  creadas para engrandecer las figuras de los dos mandatarios, moverse como quisieran y su tiempo de estancia  es mínimo, ahora  con el nuevo pretexto de que deben venir otros necesitados  rápidamente. No llegan siquiera  a conocer parte  del país. Evitan a toda costa los contactos y las experiencias. 
La desesperación presidencial, está escondida detrás de lo que se juega el presidente, por eso, fuerza la situación  en nombre de la terminación de un proyecto benefactor para el pueblo,  que los esclavizará, aunque ahora no  lo vean. Tiene razón Chávez. Si no consigue perpetuarse, tendrá una situación muy difícil porque cuando abandone el poder, se podrá comprobar cuanto dinero del pueblo  mal utilizó en gastos personales y  para sostenerse. Esto  se llama  corrupción estatal y si se demuestra  pudiera costarle bien caro. Aparecerán los daños a funcionarios y personalidades que en su ascender aplastó, valiéndose de los  métodos que proporciona su posición y lo peor, perderá su inversión, la que como único puede recuperar es haciéndose perenne en el poder, como ha hecho su tutor, El Hombre Mas Bueno Del Mundo. Por eso, se juega su ultima carta.  Esa es su desesperación. 
Es necesario que el pueblo no se deje embaucar con falsas  ilusiones de igualdad y prosperidad, que posteriormente  cambiaran y ya será tarde.  Tuvimos el mismo panorama y discurso, si no se dan cuenta a tiempo, tendrán el mismo futuro y  destino.