Independencia, resistencias y globalización económica. Siglos de lucha por la libertad y la justicia en México
A 207 años de la fecha en la que se data el inicio de la guerra de independencia mexicana, el territorio liberado de la Nueva España tras siglos sigue siendo escenario de luchas por la libertad y la justicia social. La libertad de culto y pensamiento, la prohibición de la esclavitud y de los títulos nobiliarios, fueron logros obtenidos en centurias pasadas que no se reducen a un a partir de 1810, pues desde antes de la rebelión criolla, implícitamente ya se habían reivindicado en insumisiones indígenas como la maya liderada por Jacinto Canek o la de los yaquis en el noroeste, sin embargo fue hasta el siglo XIX que la intromisión de la corona española en su antigua colonia ya no evocaba aquellos tiempos de saqueo y explotación del botín de guerra que enriqueció en demasía a Europa y cimentó el desarrollo de capitalismo mundial.
La independencia colonial no significó precisamente el cese de la injusticia, ni de la desigualdad, mucho menos de la dependencia económica extranjera ni del servilismo, tampoco de las hostilidades bélicas dirigidas por las grandes potencias. En el siglo XIX Francia e Inglaterra desfilan sus armas en el territorio, imponiéndose una vez más la monarquia durante casi 4 años; dos décadas después la invasión estadunidense que arrebata gran parte del territorio norte del país, también es evidencia del imperialismo soez instaurado desde antaño y extendido a toda América Latina, pero eso sí siempre acompañado de resistencias. Los años posteriores a la nueva frontera, no excentos de la fiebre modernista representada por el capital extranjero originaron nuevas élites nacionales que explotaron el trabajo agrícola, minero y obrero para el incremento de la acumulación enriquecedora de pocos y empobrecera de muchos, en esta etapa surgen levantamientos contra la política modernizadora del gobierno que desembocan en una revolución propiciadora de ideas loables sobre la libertad y la justicia, aunque no ajena al escarnio extranjero y la intromisión de la burguesía dirigente.
Luego de años en guerra revolucionaria advino el régimen presidencialista sexenal que hasta hoy se mantiene en auxilio del gérmen partidocrático. En esta etapa la persecución comunista y guerra sucia lanzada a mediado del siglo XX es otra evidencia del intervencionismo yanqui en México, pues el gobierno colaboró servilmente a calmar la paranoica amenaza comunista dentro del territorio que tanto preocupaba al país vecino. Ya debilitada la lucha social, aunque nunca erradicada, los ochentas fueron fértiles al nacimiento del neoliberalismo en el país, aunque a diferencia de otras latitudes aquí no se requirió de golpes de estado, pues sucedió dentro de la democracia presidencialista y servil a los intereses extranjeros. Sin embargo la lucha que parecía perdida tras el establecimiento del Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte en 1994, es avivada nuevamente por el alzamiento zapatista en Chiapas que incentiva el surgimiento de múltiples resistencias en el territorio, algunas de las cuales perduran hasta hoy, enfrentando a la nueva ofensiva del capitalismo global instaurada mediante vías antidemocráticas auxiliadas de la violencia, el engaño, la corrupción y la ley.
En la actualidad la ya de por sí dependiente economía mexicana respecto de la estadunidense y del modelo extractivo exportador, se ha reforzado mediante las reformas estructurales emprendidas años atrás, la Reforma energética por ejemplo agrava la situación de saqueo de la naturaleza al permitir a empresas trasnacionales un extractivismo más intenso que el colonial, agregado a que el mundo contemporáneo se encuentra también catastróficamente más afectado en lo ambiental como resultado de la era del capital que en su curso ha transformado drásticamente el paisaje natural del planeta. A la sombra de esta oleada neoextractiva cientos de conflictos socioambientales se multiplican en todo el territorio, mientras los gobiernos siguen siendo cómplices de esta injuria.
La globalización económica en la que México está inserto únicamente ha impulsado las intromisiones imperialistas, ha acelerado la destrucción ambiental, agudizado la pobreza y la brecha de la desigualdad, mientras unas cuantas élites se enriquecen a la par que las grandes potencias. Desde esta mirada no puede dejar de evocarse la década de guerra contra el pueblo que mediante la fuerza policiaca, militar y jurídica el gobierno ha mantenido, so pretexto de erradicar el narcotráfico, pero se trata de una guerra orquestada y financiada desde Washington cual dósis de terapia de shock, causante de cientos de miles de muertos, miles de desaparecidos, prisioneros, familias destruídas y desplazadas, además esta guerra ha logrado instaurar el miedo en la cotidianidad, sin que haya beneficiado en algo al país, pues como ya se ha dicho el Plan Mérida ha fracasado en sus enunciados propósitos, pero por el contrario ha reforzado el intervencionismo extranjero, el espionaje, la persecución a activistas, periodistas y comunidades enteras que defienden la libertad y la justicia.
En este contexto las diversas resistencias que se organizan en el territorio mexicano no distan mucho de las habidas en otros lugares, esto porque la economía global imperante funge como apóstol de la crisis, el saqueo, la guerra y la dominación. Por ello en otros países latinoamericanos también independizados de la corona española persisten estas problemáticas, al igual que en África, Asia, la misma Europa y Estados Unidos, la depredación capitalista de las potencias ya no respeta ni sus propias fronteras nacionales. Ante esta situación atañe a las presentes y futuras resistencias, defensoras de la libertad y la justicia, luchar desde una comprensión amplia que considere los problemas de México como problemas globales, resultantes de una dinámica geopolítica internacional, que exige una respuesta radical, altermundialista y libertaria, antes de que la crísis ecológica y social sea en la historia del mundo la causa de la extinción humana y seamos en la memoria cósmica una especie que durante milenios se jactó de su superioridad racional pero no logró erradicar la injusticia, ni la dominación, y por contrario se dedicó a destruir el mundo para fines de acumular riquezas, causa de su fatal destino.
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