¿Imaginación ante el cambio climático?

 

“Desde ahora mismo, la desesperación se acaba y empiezan las tácticas”. Grafiti

Para los científicos de Rebelión Científica detenidos por manifestarse contra la inacción del gobierno español sobre el cambio climático.

Ante la inmensidad del cambio climático, ¿podemos mantener la imaginación para combatir a los gobiernos, instituciones e industrias que están destruyendo el planeta?

Tenemos la tendencia a agarrarnos a lo que ya existe porque nos cuesta imaginar una alternativa que no sea más opresiva.

Sin duda, estamos en un momento increíble y único en la historia del planeta. Sí vamos a ser útiles en este tiempo de difícil transición hacia lo desconocido, necesitamos buscar maneras de tener imaginación.

Los poderes económicos son una máquina de destruir toda imaginación sobre posibles futuras alternativas. Cuando una alternativa comienza, el capitalismo se asegura de que no llegue a buen puerto. Para eso tiene policías, cárceles, ejércitos y el control de los medios de comunicación importantes que diseminan su propaganda, y así frenar el cambio desde abajo, que es lo que más teme el capitalismo.

“Cada derrota, cada corazón roto, cada pérdida contiene su propia semilla”Malcolm X

Necesitamos enfrentarnos a la realidad y empezar por lo pequeño (reducir, reutilizar y reciclar) como un rito cotidiano para reforzar nuestro compromiso e implicación en este camino inseguro para recordarnos por qué estamos aquí. Sí somos útiles en los pequeños gestos, también lo podemos ser en los grandes (boicot de compañías de extracción, manifestaciones y actos de desobediencia civil).

Hay momentos en los que se juntan varios factores y brota la imaginación de la ciudadanía (1). Esto se ha visto en numerosas ocasiones en las últimas décadas en movimientos como el de los derechos civiles en los años 50 en los EEUU, en los 70 con el movimiento anti-nuclear, a final de los 90 con las iniciativas contra las reuniones del FMI, en la década del 2010 con las primaveras indignadas contra los recortes y las desigualdades, y muchos más.

El movimiento contra el extractivismo, sus acciones directas y desobediencia civil pueden inspirarnos, hacer brotar nuestra imaginación y ponernos en movimiento contra la destrucción de nuestro mundo.

La desobediencia civil es un tipo de activismo muy eficaz: educa e inspira mucho más que dar información o manifestarse. Cuando vemos a un activista llevando a cabo un acto de desobediencia civil, es imposible no mirar, no conmoverse, no querer saber más, porque remueve nuestra vulnerabilidad.

El que se encadena a una máquina de excavar, el que está en huelga de hambre, el que se echa en las vías del tren para parar el transporte de energía fósil se pone en peligro de que le hagan daño, o podría ir a la cárcel o incluso morir.

La desobediencia civil produce vulnerabilidad y conmociona al que la ve (en directo o por medios de comunicación). No son las palabras ni las pancartas lo que más inspira a los que aún no se han añadido a la lucha contra el calentamiento global. Inspira y remueve pensar que el que se encadena a la excavadora está en peligro.

Lo primero que se siente ante un evento como el cambio climático es impacto, rabia y confusión. Pero para movilizarnos, necesitamos la energía de la imaginación. No la idea de que no vaya a ocurrir el colapso que producirá el cambio climático, sino la idea de que los seres humanos nos comportemos con imaginación, compromiso y ayuda mutua en estos momentos difíciles ahora y en los que vienen.

Para llegar a la imaginación desde el impacto y la rabia hay que hacer el duelo de lo que hemos perdido con el cambio climático y de lo que vamos a perder. Hablarlo, compartirlo, llorarlo. Ser honestos con nosotros mismos sobre lo que sentimos ante el cambio climático. Es como cuando hacemos el trabajo de llegar a aceptar la perdida de un ser querido. Cuando se llega a esa aceptación, se va más allá del optimismo y se siente la fuerza del compromiso de proteger el planeta. 

Abrimos nuestros corazones.

“Todo puede serle arrebatado a un hombre menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, elegir su propio camino”.  Víctor Frankl – Superviviente de los campos de concentración nazi

(1) Graeber, D., Revolution in Reverse, 2011

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