Honor. En Memoria de Marco Aurelio García, ex mirista de Chile, fundador del PT y asesor de Lula y Dilma
Marco Aurelio García. Se va uno de los mejores del reciente pasado.
El territorio que fue urdiendo el Movimiento de Izquierda Revolucionario chileno (MIR), en su formación y vida interna, configuraba un mundo de amigos que conspiraban por transformar la vida. A ese mundo, llegaron entre 1968 y 1972 revolucionarios de varios lugares de América Latina, singularmente brasileños y argentinos, que se integraban portando sus biografías, saberes y sueños. Entre los jóvenes que arribaron estaba Marco Aurelio García, entre nosotros Pablo.
Lo recuerdo, en el GPM (Grupo Político-Militar), estructura social y territorial del MIR, en el regional Santiago, que a nivel global lo dirigía Dagoberto Pérez y a nivel universitario Ricardo, donde Emilio, Alfonso René Chanfreau, era el encargado de la Universidad de Chile. Era visible en esos largos tres años como grupo afectivo con él y otros brasileños, la presencia del Hippie Benado, el Moncho Barceló, el Palo Pelaez, la Marcela de medicina y la Vera. En estos contornos militaba Marco Aurelio, venía de las luchas estudiantiles en Brasil contra la dictadura militar de 1964. Brasil era en ese Chile, la mayor referencia de la barbarie dictatorial y un lugar para depositar todo el apoyo posible, ahí teníamos nuestra mirada solidaria.
Lo vi por primera vez en una escuela de cuadros estudiantil en 1971. Vestía con un ligero estilo Mao, fumaba tabaco negro y tenía una barba de ruso del siglo XIX. Expuso sobre el mayo francés y la historia de la izquierda en Brasil, movimientos en los cuales había participado, frente a unos veinte militantes que observaban con atención el relato y descifraban las mezclas de giros idiomáticos del portugués al castellano. Por su conceptualización parecía trotskista, pero por su lógica era más que nada leninista. Se distinguía por su mesura irónica al exponer, por su claridad y juego con las paradojas. Quizás, uno de los rasgos culturales que más atraía de muchos brasileños era su alegría a flor de piel.
En una reunión ampliada del Regional Santiago, hacia mediados del 1972, me quedó la huella de una imagen, Miguel Enríquez terminó su informe político y de a poco se fue vaciando la sala, Marco Aurelio se quedó sentado solo tomando notas en un cuaderno, Miguel se aproximó y le tendió la mano. Después de una sucesión de preguntas sobre Brasil ambos se quedaron algunos minutos. Me fui caminado con Marco Aurelio, luego de un enigmático silencio me dijo “además de muy inteligente y curioso, es muy simpático”. Para él esto se convirtió en una anécdota comentada múltiples veces.
Una semana antes del golpe de Estado en Chile, nos vimos en el Café Santos. Tenía preocupación en su rostro, pero seguía con su estilo de sátira analítica y rigor para pensar las cosas de la vida y la política. Preguntó qué haríamos con los extranjeros y manifestó que él quería jugar un papel digno, ser útil, hacer algo.
El golpe vino acompañado de la xenofobia integrista. Durante los primeros meses de fragor de vida y esperanzas rotas se nos perdieron los destinos inmediatos de muchos compañeros extranjeros. Ruy Mauro Marini y Marco Aurelio García, Emir Sader escribieron cartas a Miguel sobre su situación y disposición a asumir tareas partidarias, así como sus primeras reflexiones sobre lo que había ocurrido. La decisión de la comisión política del MIR, fue que los extranjeros debían salir al exterior a organizar el apoyo a una resistencia que se vía muy larga.
En 1976 salí expulsado desde la Penitenciaria de Chile a Bélgica, me trasladé a París para hacerme cargo del MIR en Europa pro decisión del secretariado exterior del partido, función que Marco Aurelio desempeñaba con gran eficacia política, su apoyo fue noble y leal en cada instante. Marco Aurelio había organizado el partido en Europa, eran momentos difíciles, se discuta sobre la legitimidad del asilo , la estructuración de los grupos de apoyo y cómo implementar una amplia solidaridad al MIR en la clandestinidad, que abarcaba desde la izquierda antisistémica hasta la social demócrata. Ruy Mauro Marini otro Brasileño dirigía el Comité Exterior del MIR y Emir y Eder Sader desempeñaban roles protagónicos en todo el diseño político del MIR.
Con Marco Aurelio, fuimos juntos a Portugal cuando los ecos de la revolución de los claveles aún resonaban y los militares de la revolución de abril junto a muchos otros tenían la referencia de Chile en sus análisis. El Gitano otro brasileño mirista radicado en Lisboa, apoyó la organización de un acto del MIR en la CUT los trabajadores gritaban las consignas del MIR. Los ojos de Marco Aurelio, ojos eran distintos en portugués, aludían a clima conocido a familiaridad de habla. Portugal fue una historia bella, tenerlo como guía de Lisboa y amigo de los amigos de Chile fue un privilegio.
Un día se fue con identidad falsa al Chile de Pinochet, hizo un contacto de clandestinidad rigurosa. Eso, no era el acto de alguien de un compromiso lábil, se reunió con nuestro cura, Germán Cortés, salió Santiago – La Habana, hacía Europa nos traía análisis e informe de todo y de cada cosa que pudiera, el que presentó sin aspavientos ante la Dirección del MIR en París, en medio del asombro y respeto de muchos compañeros, llegó sin barba y riendo porque no lo reconocíamos. Durante algún tiempo el que no fueran chilenos los que dirigían el MIR en Europa y América Latina no era fácil para algunos de nuestros camaradas. Marco Aurelio, se ganó sin retórica con este ingreso de alto riesgo, a un país que no era el suyo el respeto amplio y duradero.
En esos meses me viene a América Latina más por convicción que por otro tema, pero nos mantuvimos conectados guardando básicas normas de seguridad. De pronto con meses de interrupciones, comenzamos a escribirnos varias notas mensuales. También ocurrieron periodos de silencio en virtud del fragor de los años.
Marco Aurelio junto con muchos otros se encontraba abocado a la formación del Partido de los Trabajadores, desde antes de su regreso a Brasil. Ese proyecto era una lección para nosotros como miristas, en tanto aludía con saber e institución a un nuevo periodo de las luchas revolucionarias en toda la región. Signado por los estrechos vínculos entre democracia y revolución y también por una concepción de partido amplio, heterogéneo en un cuadro mundial que aceleradamente se hacía distinto a las décadas anteriores. El Partido de los Trabajadores emergía como un agrupamiento formidable y distinto a las culturas convencionales de izquierdo en toda América Latina, esta formación salía del largo repliegue de las luchas de izquierda en Brasil. Marco Aurelio fue uno de sus grandes arquitectos y activista de los esfuerzos cotidianos.
El, con mucho tino siempre intentó evitar nuestra división en el MIR. Nos vimos en el primero y segundo foro de Sao Paulo, al cual asistí con Nelson Gutiérrez y luego algunas veces en Chile. El 4 de septiembre de 1990 en el funeral de Salvador Allende compartimos varias horas en esa densa mañana y por la noche cenamos en mi casa con Diez Canseco, socialista peruano.
En todas estas ocasiones regresábamos a la historia del MIR en clave más íntima que política, más dúctil que formal. A sus miradas sobre Miguel, Edgardo y con oculto dolor sobre muchos de nuestros compañeros muertos. En México cenamos en casa de Neus Espresate, notable cofundadora y directora de la Editorial Era, mi suegra en esos años, quien contribuyó a conservar la memoria y a que se escucharán las voces de quienes abogaban por el derrumbe de todos los dogmatismos. Neus murió a comienzos de este año, inquieta por el regreso de una derecha oscurantista en muchos lugares del mundo, contra la cual luchó toda su vida. Acordaron hacer una historia de la izquierda brasileña de la década de los sesenta, pero conspiraron las actividades políticas siempre urgentes.
Luego nos vimos nuevamente en México, sería la más larga conversación en muchos años. Le presenté a Raúl Álvarez Garín uno de los históricos del 1968 mexicano, se cayeron bien, la simpatía con reflexión los hizo dos compatibles. Tenían el 68 y la unidad Latinoamericana integrada en sus poros. Esta vez Marco Aurelio compró más películas que libros y más música que ensayos, nos quedamos más tiempo de paso en la Casa azul de Frida Kahlo que en la de Trotsky, estaba buscando condiciones para escribir desde su existencia sobre las luchas colectivas de tantas décadas. Pensado ahora, dimensiono el magnífico repertorio existencial y político de Brasil, Francia, Chile, Portugal, Brasil y luego toda la región. Apoyando a los nexos, acuerdos y alianzas de toda esta izquierda, a la cual conocía desde dentro, y a la cual jamás abandono. De forma efectiva Marco Aurelio, fue de dos épocas de la historia amplia de la región. Tributo a las décadas de los años 50, 60, y 70 con sus lógicas y culturas políticas, y fue de los años 80 hasta hoy. Momentos de dramáticos giros y mutaciones. No se congelo en sí mismo y mantuvo su compromiso con los humildes de cada lugar.
En el 2011 nos encontramos en Ecuador, Marco Aurelio, formaba parte junto a Rafael Follonier, Porfirio Muñoz Ledo, Carolina Escobar Sarti, Marigen Hornkohl y el Juez Baltazar Garzón, de la veeduría internacional que había arribado al país con el objeto de observar los avances en el proceso de reforma y reestructuración de la justicia ecuatoriana. Como siempre sus breves intervenciones fueron agudas, compitiendo en anécdotas e ironías con Muñoz Ledo, ambos protagonizaron un contrapunto generacional sobre la izquierda continental, saga que abarcó desde la Junta Coordinadora Revolucionaría del Cono Sur hasta el PRI, el PRD y el nacionalismo militar peruano de los años 60.
Hace tres semanas me envió un correo, su preocupación por el futuro de Brasil era más aguda que hace algunos meses. El 20 de julio me atrapó la llamada de un Rafael Follonier conmocionado por la muerte de Marco Aurelio. Hay noticias que no quieres escuchar.
A nosotros se nos fue un gran amigo, a la región uno de los más eficientes, sólidos y delicados estrategas de la unidad continental, portador de un pragmatismo con sentido histórico y de una visión que alcanza el horizonte. A cada uno de los que militamos con él en Chile en ese MIR, que significó tanta determinación de justicia e igualdad y luego con su valiente rol en la resistencia, nos deja un vacío, era un militante con una enorme anchura humana e intelectual a prueba del tiempo y las vicisitudes del destino.
Desde hace algunos años, se ha comenzado abrir un nuevo ciclo, aún vacilante y en disputa en nuestra vida histórica, en que busca abrirse paso el conservadurismo liberal frente a una nueva izquierda social y política, En esta nueva trama las personificaciones como las de Marco Aurelio García harán desmedida falta, en un siglo XXI que requiere tanto de la audacia, como de la sabiduría política para seguir urdiendo un futuro latinoamericano diferente, más humano, más justo, inclusivo, igualitario y democrático.
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