Hermanos Cerezo: «Nuestro encarcelamiento, es un acto de venganza del Estado por nuestra actividad social»
Hermanos Cerezo: «a pesar de tantos años de reclusión, desconocemos las causas reales de nuestra detención»
{NOTA RECIBIDA CON LA ENTREVISTA: la pregunta cuatro y cinco fueron contestadas por el Comité Cerezo, ya que los presos no tienen tanto conocimiento de estas dos preguntas, las demás fueron contestadas colectivamente por Héctor y Antonio}
-  Para quienes no conozcan «el caso de los hermanos Cerezo», explicadnos de qué se os acusa y cómo y por qué os detuvieron.
 
El 13 de agosto de 2001, aproximadamente a las 5:00 am, Héctor y Antonio Cerezo fuimos detenidos en nuestra casa.
Quienes nos detuvieron no se identificaron, no nos presentaron órdenes de cateo, ni aprehensión. Se cubrían el rostro con pasamontañas, aunque después supimos que eran miembros de la Policía Judicial Federal, hoy Agencia Federal de Investigaciones (AFI). Al momento de ser detenidos fuimos interrogados acerca del lugar dónde decían ellos escondíamos los explosivos.
Se nos acusaba de haber colocado artefactos explosivos en tres sucursales de un banco de la Ciudad de México unos cinco días antes.
Como no tuvimos ninguna participa en los hechos, negamos que hubieran explosivos en nuestro domicilio.
Nuestra negativa motivó que comenzaran a golpearnos, a ponernos bolsas de plástico en la cabeza para provocarnos asfixia, a amenazarnos con ser castrados, violados, asesinados o víctimas de la desaparición forzada. Todo esto ocurrió mientras estábamos sentados en una silla con los ojos vendados, esposados con las manos hacia atrás, o tirados en el piso, porque Héctor fue derribado.
En estas condiciones permanecimos aproximadamente hasta las 5:00 pm, hora en que fuimos trasladados en una camioneta a los separos de la Procuraduría General de la República (PGR), para, hasta entonces, ser presentados a un Ministerio Público (MP).
Alejandro Cerezo había sido detenido también en nuestra casa, pero  a eso de las 4:00 pm, momento en que llegaba a lavar su ropa, por lo cual, también fue interrogado y torturado psicológicamente.
Cabe decir qué “nuestra casa” tenía dos cuartos que rentábamos en una vecindad de la Ciudad de México.
Ya durante el proceso judicial nos enteramos de que las autoridades no sólo nos acusaban de las explosiones en los bancos de la Ciudad de México, sino que además de que nos acusaban de otros delitos en otros Estados de la República, como por ejemplo haber disparado contra la policía en una carretera en el Estado de México y en Guerrero.
El MP solicitó el Auto de formal prisión por los siguientes delitos: Delincuencia organizada, Terrorismo, Posesión de armas y Posesión de cartuchos, Almacenamiento de artificios explosivos, Modificación de artificios explosivos y Daño en Propiedad ajena.
El Juez negó los dos últimos cargos, por lo que sólo fuimos juzgados por los primeros cinco.
Después de un proceso lleno de irregularidades jurídicas y de que nuestra abogada Digna Ochoa y Plácido fuese asesinada el 19 de octubre del 2001, el 10 de diciembre de 2002 fuimos sentenciados a 13 años y seis meses de prisión. Nuestro coacusado Pablo Alvarado Flores, a quién no conocimos hasta estar presos, fue detenido el mismo día que nosotros en otro domicilio y otra ciudad y fue sentenciado a 10 años de prisión.
En la apelación a la sentencia fuimos exonerados por falta de pruebas del delito de Terrorismo y se modificó nuestra sentencia reduciéndose a siete años seis meses para los tres hermanos y cinco años para Pablo Alvarado.
Nuestro recurso de Amparo fue resuelto a finales de febrero de 2005, siendo Alejandro exonerado de todos los cargos, por lo cual obtuvo su libertad inmediata mientras que a Héctor, Antonio y Pablo se nos confirmó la sentencia.
En estos momentos (noviembre de 2008) llevamos siete años dos meses presos, tan sólo nos faltan aproximadamente 100 días para cumplir nuestra sentencia.
Sin embargo, a pesar de tantos años de reclusión, desconocemos las causas reales de nuestra detención.
Nuestras actividades nunca estuvieron fuera del marco legal y nuestra inquietud por coadyuvar a construir una sociedad más justa se ciñó a los trabajos de alfabetización y trabajo social en comunidades indígenas.
Nuestra detención, tortura y encarcelamiento, más parecen un acto de venganza del Estado por nuestras actividades sociales, pero también por un hecho determinante: nuestros padres (a quienes no vemos desde hace más de diez años) han sido acusados sin pruebas por los servicios de inteligencia mexicanos como miembros de una organización armada.
Por esta razón, concluimos que nuestra situación se basa fundamentalmente en una razón de Estado que nos convierte, muy a pesar nuestro y de forma ilegal, en sus rehenes, crimen de lesa humanidad.
 
– ¿Habéis sufrido algún tipo de maltrato físico o psicológico en prisión?
 
El mero hecho de ingresar a un Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) implica maltrato físico y psicológico.
Así que los primeros maltratos en prisión los sufrimos el 17 de agosto de 2001 cuando nos ingresaron al penal de exterminio (Cefereso #1) ubicado en Almoloya de Juárez, Estado de México.
El procedimiento de ingreso es un permanente acto de intimidación y humillación.
Cuando estas sentado en el piso, con las piernas abiertas, las cabeza entre ellas y esposado con las manos hacia atrás, el custodio te coloca un perro que no cesa de ladrar a un lado de tu cabeza, después se te indica que te desnudes. Todo lo debes hacer rápido, sin levantar la cabeza y con un custorio que te grita al oído y te llena de saliva el rostro.
Después eres conducido, esposado con las manos hacia atrás al Centro de Observación y Clasificación (COC) (en nuestro caso esa primera vez fuimos conducidos al Área de Tratamientos Especiales que es un área de castigo) vas entre dos custodios que tomándote de los brazos te agachan lo más posible y te hacen correr a toda prisa sin importar si cáes o no.
Realmente, ese recibimiento es un golpe psicológico brutal y a eso se le pueden agregar los golpes físicos, como sucedió cuando retornamos al Cefereso #1 a principios de 2006, después de estar un año en los Ceferesos  #2 y #3 como castigo Héctor y Antonio respectivamente.
Por el traslado a diferentes Ceferesos hemos vivido ese ingreso por tres ocasiones y uno nunca se acostumbra a ese acto de humillación e intimidación.
Sin embargo hemos vivido otro tipo de maltrato psicológico.
En octubre de 2006 internados en el Cefereso #1, Héctor y Antonio empezamos a ser vigilados con mayor constancia.
Un custodio iba a nuestra celda cada diez minutos durante día y noche, nos veían y sin decir nada se retiraban. No sabíamos la razón de esa vigilancia especial, ya que no a todos los presos se les aplica.
Unos días después nos enteramos que existía un oficio del Área de Seguridad y Custodia que ordenaba la estrecha vigilancia basados en qué, según dicha área, nos queríamos suicidar.
Esto fue una sorpresa para nosotros pues siempre hemos manifestado nuestro compromiso con la vida y la lucha social, pero además llevábamos diez meses sin que un psicólogo o psiquiatra nos atendiera, luego entonces ¿en qué basaban ese informe?
El penal llegó al extremo de encerrar a Héctor en su celda sin dejarlo salir a ninguna actividad por su propia seguridad, decían ellos, y de retirarle el rastrillo, dándoselo sólo por unos minutos para rasurarse, todo esto ocurrió en diciembre de 2006.
Es estresante que la autoridad penitenciaria diga sin motivo que uno se quiere suicidar, por que lo que piensas es que el penal prepara el pretexto para justificar tu asesinato. Es estresante tener a un custodio cada diez minutos frente a tu celda y que además se te prohíba salir de ésta, a realizar las pocas actividades que hay.
Cabe mencionar que en julio de 2006, el Comité Cerezo México había recibido amenazas de muerte, en las que además se mencionaba que nos asesinarían.
La amenaza de afuera más la invención de tendencias suicidas dentro de la cárcel se combinarían perfectamente para crear un clima de alta tensión emocional.- esta situación de vigilancia estrecha duró unos diez meses. Incluso llegaron a colocar a un custodio junto a la puerta de la sala de visita familiar mientras trascurría la misma o afuera de la puerta del locutorio en el cual se platicaba con la visita.
El hostigamiento ha sido permanente, pero en algunos momentos se ha agudizado.
Y a toda esta agresión psicológica en nuestra contra habría que agregar la agresión psicológica permanente a los integrantes del Comité, quienes han sido amenazados de muerte y violación y los han seguido, fotografiado y filmado de forma permanente a través de personas que n se identifican. Este tipo de agresiones también repercuten en los presos pues causan cierta intranquilidad y preocupación por la suerte que pueden correr los seres queridos que están fuera de prisión.
 
-    Por qué se os condenó a prisión de máxima seguridad? ¿Qué implica esto: podéis leer, estáis aislados, se os limitan las visitas, intervienen vuestras llamadas…?
 
Se supone que los consignados a una prisión de máxima seguridad son aquellos acusados de delitos graves sin importar que estos sean de carácter federal o del fuero común, en nuestro caso la PGR decidió en coordinación con la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF) internarnos en un Cefereso de máxima seguridad por considerarnos de alta peligrosidad. Esta calificación de peligrosidad es sólo un invento para justificar que debemos estar en un penal de exterminio, ya que la misma ley dice que todos somos inocentes hasta que nos prueben lo contrario, es decir somos inocentes peligrosos que deben ser condenados por eso mismo, que absurdo.
Durante el proceso judicial solicitamos nuestro traslado a otro penal que no fuese de exterminio y que estuviese cercano a nuestro lugar de origen (el Distrito Federal); a Alejandro y Pablo se los concedieron, mientras que a Antonio y Héctor no, pero como todos estábamos procesados el traslado no se podía hacer por razones jurídicas.
Una vez sentenciados volvimos a solicitar el traslado. En esta ocasión (2003-2004) se nos negó a todos. La autoridad argumentó que éramos presos “contaminantes”: con capacidad de influir en terceros para que delinquieran.
En un Cefereso la visita se reduce a cuatro horas cada ocho días, pueden visitarte familiares directos o amigos, pero sólo pueden entrar a visitarte tres personas al mismo tiempo y en la lista sólo puedes anotar 13 personas.
Por los trámites que realiza la visita para entrar y por el tiempo que tardan en llevarte al área de visitas, el tiempo se reduce a tres horas y media o menos. Las cartas que te depositan son entregadas por la visita en un sobre abierto que máximo debe contener diez hojas escritas a mano y sin dibujos, todas las cartas que entran y salen son leídas por gente del penal, incluso aquellas que salen o entran por correo ordinario, aunque esto sea un delito.
Las llamadas telefónicas se reducen a diez minutos cada 8 días. En una papeleta el preso debe anotar el número al que quiere hablar (máximo dos números) así como la hora y la persona. Se hacen dos intentos; si nadie contesta o suena ocupado o no te quieren dar la llamada al inventar que esta ocupado o que no hay línea, se pierde el derecho a la llamada y hay que esperar ocho días para volver a intentarlo.
Los castigos son por cosas absurdas como por ejemplo tener una trusa de más de las permitidas o no desvestirte del modo en que te indica el custodio. El castigo común es la segregación en la celda o área de castigo. Durante ese tiempo el preso pierde el derecho de realizar cualquier actividad fuera de la celda, de recibir visitas o de realizar su llamada.
Cada que ingresas a un Cefereso se te aísla por treinta días en COC hasta que eres clasificado por medio de diversos estudios, sin embargo en el caso de Antonio Cerezo vivió casi cien días de aislamiento en COC. Le daban su llamada, una hora de patio y otras actividades como trabajo (en ocasiones) y derecho a libros de la biblioteca, pero todo ese tiempo no tuvo contacto alguno con otros presos.
Esto duró de enero a abril del 2005 cuando fue trasladado al Cefereso de Matamoros Tamaulipas a más de 1400 kilómetros del Distrito Federal.
Héctor Cerezo fue trasladado ese mismo año al Cefereso de Puente Grande, Jalisco, a más de 600 kilómetros del DF, a él no se le dio otra muda de ropa durante mes y medio, por lo que tuvo que permanecer con el mismo uniforme sin poderlo lavar en la celda, pues eso era motivo de castigo.
Los traslados a diversos Ceferesos son comunes y a las autoridades no les importa el hecho de que los presos sean alejados de sus lugares de origen y sus familiares.
En general las dinámicas de los Ceferesos son muy tediosas y estrictas, a la menor falta castigo y el mayor tiempo del día se la pasa uno encerrado en la celda.
No hay trabajo o hay muy poco y los presos que no pueden ser apoyados económicamente por sus familiares no reciben con suficiente regularidad artículos de aseo personal por lo que en ocasiones ni siquiera tienen papel higiénico, jabón o detergente para lavar su ropa interior. Regalarles algo es un problema, pues si algún custodio se da cuenta y lo reporta es motivo de sanción, tanto para el que regala como para el que recibe.
La función de los Ceferesos es aislar a los presos del resto de la sociedad y de sus familias lo más que se pueda, la readaptación no existe porque no se trabaja en función de ella con los presos, sino en función del castigo.
Además la dinámica es la misma para procesados y para sentenciados, así que no importa si es culpable o inocente para la institución da lo mismo.
 
– ¿Cómo surge el Comité Cerezo? ¿Quiénes lo integran?
 
El Comité Cerezo México surge inmediatamente después de la detención, al principio estaba formado por los familiares y los amigos de los hermanos Cerezo detenidos, poco a poco fue cambiando el perfil de los miembros del Comité y hoy hay más personas que nunca conocieron a los hermanos Cerezo presos o a Pablo Alvarado, pero solidariamente contribuyen a que se conozca la injusticia que padecen y luchan por su libertad, además del trabajo de defensa y promoción de los derechos humanos que como miembros del Comité realizan; documentación de los casos de represión en México, de las fichas de presos políticos y de conciencia en el país, así como talleres de DH.
 
 
– El Comité promueve el Café Villa para autogestionarse y para dar difusión. ¿Podríais comentarnos algo de este proyecto?
 
Debido al alto costo económico de la defensa jurídica, cuya cifra se elevó a casi 300.000 pesos tan sólo en el pago de los abogados, sin contar con las copias del expediente, que por cierto nunca pudimos obtener del todo por falta de recursos, así como los gastos derivados de las visitas a los diferentes penales, el Comité Cerezo México tuvo la capacidad de generar un proyecto económico, el Café Villa, cuyos objetivos son tres: 1) Generar recursos económicos para pagar los gastos jurídicos y el apoyo económico para las visitas y para los hermanos Cerezo presos; 2) Mantener un espacio físico de difusión no sólo del caso, sino de la situación de prisión por motivos políticos en México y 3) Permitir que una vez que los presos fueran saliendo, permitirles una reinserción a su vida fuera de prisión, al encontrar un lugar de trabajo y espacio solidario donde no existiera la discriminación por ser expreso y rehiciera los lazos afectivos y un sueldo solidario que le permitiera mantenerse y vivir dignamente.
Este espacio funcionó desde el 4 de julio del 2003 hasta el 2006 en un espacio comunitario que lamentablemente controla un partido político y nos desalojan de él, a partir de 2007 y gracias a los compañeros de la Cátedra Simón Bolivar de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (quienes fueron asesinados en un bombardeo por el ejercito colombiano en Ecuador en marzo de este año) nos ceden un espacio para continuar con este proyecto, el cual perdió espacio para realizar eventos, pero se mantienen los tres objetivos de su creación, cabe resaltar que todos los miembros del Comité Cerezo México trabajan ahí de manera solidaria y algunas otras personas solidarias también nos ayudan con su tiempo para el funcionamiento del proyecto, ahora el nombre es “La Cafetería del Comité Cerezo”
 
-  ¿Qué apoyos habéis recibido- o no- de otras organizaciones sociales y populares?
 
Afortunadamente la solidaridad y el apoyo se vieron desde el día de nuestra detención. Estudiantes universitarios de la UNAM, institución a la cual pertenecemos,  protestaron frente a la PGR, lugar en donde nos encontrábamos detenidos, y pocos días después familiares y amigos conformaron el que hoy se llama Comité Cerezo México, el cual hasta la fecha ha recibido múltiples muestras de apoyo por parte de diferentes organizaciones sociales, sindicatos, organizamos de defensa de los derechos humanos, colectivos estudiantiles, intelectuales y personas solidarias. Apoyo que se ha venido expresando mediante mítines, manifestaciones callejeras, cartas a la presidencia, desplegados en los periódicos, espacios en revistas, en radio y en Internet, obras de teatro, documentales, volantes, y “boteos” (colecta de dinero). Ahora bien, este apoyo ha ido creciendo al paso de que nuestro caso se ha hecho más público y esto a pesar de que muchas personas que han sido solidarias con nosotros han recibido amenazas a su integridad física y psicológica.
 
 
– ¿Cómo veis desde prisión la situación represiva y de militarización que vive actualmente México?
 
El escalamiento de la represión en todos los ámbitos de la lucha social y la militarización de los centros urbanos y rurales, nos preocupa, ya que también la hemos experimentado en carne propia, debido a que en los últimos años, dentro del sistema penitenciario, se han legalizado graves violaciones a los derechos humanos.
La criminalización de la protesta social, la brutalidad militar y policíaca aplicada hacia los movimientos sociales y hacia los luchadores sociales que son recluidos en los centros federales y estatales del país se han vuelto una política de Estado. El resurgimiento de las desapariciones forzadas es un ejemplo de la manera en que se están abriendo profundas heridas en nuestra sociedad a causa del Estado.
En el plano personal, fue un golpe difícil de asimilar ver, desde la prisión, las imágenes de la represión en Guadalajara en 2004, Atenco, Oaxaca y Morelos y mucho más penoso fue ver llegar a la misma prisión en que nos encontramos a dirigentes sociales que defienden los derechos del pueblo.
 
– Faltan unos 100 días para que salgáis de prisión. ¿Os reintegrareis a la lucha social y política?
 
Por supuesto que ese es nuestro sueño, aunque podemos decir con toda seguridad, que nunca nos hemos sentido, ni nunca hemos dejado de ser parte de la lucha social y política de nuestro país. Porque si bien en nuestra condición de presos de conciencia, debido a sus respectivas limitaciones, no nos es posible desarrollar una lucha como si estuviéramos en al calle, aún así, nunca hemos renunciado a contribuir con nuestro modestos esfuerzos a la constricción de un México verdaderamente democrático, libre y justo.
Desde la prisión hemos luchado por el respeto a los derechos humanos de los que nos encontramos presos, y nos hemos sumado a la exigencia no sólo de nuestra libertad, sino a la libertad de todos los presos políticos y de conciencia de nuestro país.
Incluso para este fin participamos en dos huelgas de hambre, la primera de quince días y la segunda de treinta. Por otra parte hemos tratado de utilizar la pluma como otra forma de lucha y hemos escrito decenas de artículos, ensayos, cuentos, poesías y cientos de cartas con la finalidad de expresar nuestras ideas acerca de lo que acontece en nuestro país y con ello no dejar que el silencio y el olvido cubren la injusticia de quienes nos encontramos injustamente presos por motivos políticos.
Lo que sucederá dentro de cien días, cuando cumplamos la injusta e ilegal condena que nos impuso el gobierno federal, es que cambiará el lugar geográfico y las circunstancias concretas en las que continuaremos luchando contra la explotación, la exclusión, la injusticia y la represión. Una lucha renovada gracias a una fuerte deuda moral hacia todos aquellos que a lo largo de los siete años de reclusión han compartido parte de sus vidas para que recuperemos nuestra libertad y también renovada por un compromiso social hacia quienes hoy sufren prisión política, desaparición forzada y hostigamiento militar y policíaco.
Raúl Calvo Trenado
4 de noviembre de 2008
Página web del Comité Cerezo: http://espora.org/comitecerezo/