Grandes crisis generan cambios
La historia de la humanidad ha sido lucha incesante del hombre por mejorar sus condiciones de vida. En ese propósito,  logró el dominio de la naturaleza hasta tal punto que hoy se revela contra nosotros. Estamos en la era del conocimiento, de una revolución científico-tecnológica hasta el nivel de las nano tecnologías que abren posibilidades incalculables para el bienestar del ser humano y la protección de su hábitat. Sin embargo, no cesan las crisis, las guerras, las desigualdades, las injusticias y la destrucción del medio ambiente.
Es imprescindible un cambio. La humanidad está tomando conciencia de esa urgente necesidad. Barack Obama lo utilizó como bandera principal en su campaña electoral, en los Estados Unidos, y llegó a presidente a pesar de su descendencia negra y musulmana. Décadas anteriores ni se imaginaba tal posibilidad en una de las naciones donde, determinados sectores poblacionales, se consagraron, a fomentar el  racismo y xenofobia. Debe tenerse claro que el cambio exigente es de progreso, no de retroceso  hacia la prehistoria, la esclavitud o el medioevo. Tampoco puede ser sobre la base de las concepciones que predominaron en la modernidad, el llamado socialismo real o las de la vanagloriada postmodernidad neoliberal que se ha querido imponer.
El primer cambio que se necesita es de mentalidad, de conducta moral y política al actuar. Las agudas contradicciones, sociedad naturaleza actual, no están determinadas por el afán del hombre de satisfacer sus crecientes necesidades elementales. El centro focal se encuentra en el dilema instinto- razón. Tema muy contradictorio y de diversas interpretaciones por filiaciones filosóficas, credos religiosos, concepciones ideológicas, políticas y tendencias psicológicas, entre otras. El asunto se torna mas complejo cuando se relaciona el dilema con los conceptos justicia, igualdad, libertad, soberanía, derechos humanos, consumo y otros. Se puede polemizar al respecto pero, la realidad actual nos muestra que si el instinto egoísta sigue predominando sobre la razón no habrá, en el futuro, filósofos, religiosos, políticos, ideólogos, juristas o psicólogos que puedan escribir o narrar las discrepancias al respecto.
Nos parece que la causa originaria  del dilema está, y coincido con un gran pensador, Juan J. Rousseau (1712-1778), cuando escribió: "El primero que después de haber cercado un terreno se atrevió a decir: esto es mío, y halló gente bastante ignorante para creerlo… Cuántos crímenes, cuántas guerras y horrores hubiera ahorrado al género humano"…1, si alguien le hubiera puesto freno o limites a ese libertino instinto egoísta del hombre. No creo que la solución, en la actualidad, se encuentre en arremeter a ciegas contra la propiedad privada en general. Ella es útil, necesaria e imprescindible en algunas actividades milenarias de la producción, el comercio y los servicios. El estado contemporáneo, a pesar de sus defectos tiene y puede crear mecanismos para regular este fenómeno y lograr redistribución mas justa de las riquezas y relaciones equilibradas entre la comunidad de naciones. Solo se necesita voluntad política y ética verdaderamente humanista. Tampoco creo en el igualitarismo como alternativa. Experiencias nocivas tenemos por la aplicación errónea del concepto de igualdad en determinadas esferas.
Otro gran dilema se presenta ante el flamante presidente Barack Obama. Quiere producir el cambio sin mover las bases del sistema que más mecanismos ha creado y recursos destinado para fomentar el instinto egoísta, individualista y la mentalidad consumista desenfrenada. Cómo resolver los dos dilemas presentes ante el nuevo presidente de Estados Unidos. Sería ridículo de mi parte aconsejar o proponer recetas para su solución. Sí aprecio, que las guerras, la violencia, la represión y la prepotencia no están en la agenda del Señor Obama para resolver los mencionados dilemas y en esos aspectos, además del tema económico, esta gran parte de su éxito en la campaña electoral y las esperanzas que se depositan en su gestión. El nuevo presidente tiene ya un gran poder en sus manos, un carisma esperanzador y un apoyo mayoritario, no solo en su nación, sino también a nivel planetario.
Es indiscutible el papel del individuo, de las grandes personalidades en los cambios en la historia. Obama tiene muchos obstáculos que vencer para lograr su agenda, pero ha asumido determinado poder y cuenta con soporte popular para, sin renunciar a su sistema, trazar nuevas políticas que permitan frenar la tendencia al abismo de la humanidad. La historia es más sensata que el propio ser humano. Las grandes crisis han generado individuos capaces de promover geniales cambios en dirección al progreso social. Hay millones de seres humanos depositando sus esperanzas en que Obama sea uno de ellos. Debemos observar, es prematuro pronosticar. No siempre los mensajes electorales coinciden con las realidades en el poder.
1. Juan J. Rousseau: "Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres. Tomado de: Filosofía del Derecho. Dr. Julio Fernández Bulté. Editorial Félix Varela. La Habana, 2003. Pág. 110.