
Fidel, como un aura tiñosa
Por José Manuel Martin Medem
No se merecía Fidel que Castro lo destrozara cuando está viejo y enfermo. Si es verdad que el Comandante ha escrito lo que he leído en Kaos en la Red / Cubadebate, lo que queda   de Fidel Castro es un anciano miserable y enloquecido que se ha muerto sin saberlo.
Escribe sobre Felipe Pérez Roque y Carlos   Lage que "la miel del poder, por el cual no
conocieron sacrificio alguno, despertó en   ellos ambiciones que los condujeron a un
papel indigno y el enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos". ¿Cuando descubrió
Fidel el ‘papel indigno’ de Felipe y Lage?   ¿Cuando les imponía políticas económicas
e internacionales que sólo tenían como   fundamento la supuesta genialidad del caudillo? ¿O cuando tenían que sujetarse la dignidad para no decir lo que pensaban sobre los caprichos y las arbitrariedades del abuelo? ¡Cómo se puede ser tan miserable y caerles encima como un aura tiñosa a quienes se comprometieron en las orientaciones que él  decidía! ¿Por qué no lo dijo antes de los ‘cambios sanos’? ¿Por qué no explica que ‘ambiciones’ despertó en Felipe y Lage ‘la miel del poder’? ¿Quién designó a Felipe y a Lage?
No estamos en una discusión sobre la calidad de su actuación en el gobierno. Se trata del más sorprendente arrebato del estalinismo terminal del caudillo. El que acusa sin argumentos, miente por necesidad.  Que nos cuente Castro, antes de morirse, por qué  ordenó hace veinte años, precisamente desde ‘la miel del poder’, que  fusilaran al general Arnaldo Ochoa.
No se merecía Fidel que el Castro enloquecido por cincuenta  años de poder absoluto diera este espectáculo crepuscular.