
Este pueblo es mucho pueblo
El viernes, una vez se conoció que la nefasta Ley 72 iba a ser derogada, el pueblo de Colón con justificada razón salió a celebrar a las calles. Sólo con ver la alegría en el rostro del pueblo colonense, era evidente que la que la lucha valió la pena y los reclamos eran justos, aún con el pesar de la pérdida de vidas inocentes. Los medios de comunicación como siempre, le daban mayor relevancia a los saqueos en la capital que a las muestras de júbilo del pueblo de la heroica provincia de Colón.
Lo importante de esta lucha es que emergió de las propias entrañas del pueblo. Si bien, organizaciones ya reconocidas dentro del movimiento popular orientaron las protestas, desde el primer momento resaltó la unidad de todas las fuerzas populares de la provincia. Fue importante y crucial el paro de los transportistas de carga, de los obreros de los puertos, la participación de las diversas iglesias que más allá de su papel acostumbrado de mediadores oportunamente tomaron posiciones de respaldo al reclamo popular. Los jóvenes, las mujeres, los niños, empleados y desempleados, productores y comerciantes; se unieron en un rotundo NO a la ley 72. La derogación total de la Ley surgió y se propagó como la consigna unitaria contra el gobierno, un gobierno que jamás pensó que la onda expansiva de la rebelión de Colón llegara hasta Chiriquí y Bocas del Toro.
Colón se alza como un símbolo de unidad popular. Al país se le abren nuevas puertas para que el pueblo unido enfrente los retos futuros. Juntos podemos construir una democracia dirigida por el pueblo, para todo el pueblo, como única manera de transformar este sistema político y económico que por su naturaleza de desigualdad, fundamentada en la codicia y la ganancia sin límites, cada vez más lleva a la ruina a todo nuestro pueblo y que inevitablemente reproduce a engendros políticos como Martinelli y todos sus testaferros.