Estas Navidades…
ESTAS NAVIDADES.
Queridos amigos y amigas:
Esta casi carta es sólo para hacer una pausa en nuestra amistad, que de alguna forma es eterna… algunos por la magia del internet y otros por la fabulosa coincidencias de la vida…y otros más por esas cosas lindas de idealizar mejor el mundo.
Así que con permiso de santa Claus, ese viejito capitalista que en esto días anda alterado de nervios y angustias por imitar la felicidad, voy a contarles con este laberinto de letras el aprecio que les guardo.
Esta fechas suelen ser bonitas, y uno a fuerza de no caer mal debe sonreír, colocarse la bufanda colorada, hacer los regalos y caminar viendo las vitrinas de la abundancia solo para complacer esos mitos que duran toda la vida de tomar la mano de los niños, y subirlos por un helado al trencito destartalado de luces falsas de san Nicolás. Comprar racimos de uvas y manzanas sembradas con la sangre de los emigrantes en california.
A mí me da pena estas navidades, pero hay momentos en que un hombre deja sus cosas de lado, sus dibujos y lápices, sus sueños y sus utopías solo para arrimarse un poco al arbolito de plástico ensartado en la esquina de mi casa entre caballitos de barro y estrellas fulgurantes del deseo, y las luces envueltas como un humo de bondad en el árbol y los venados con nieve de algodón dando vueltas…. Entre todas estas maneras de pasar la noche, y salir a ver la luna al patio verde de mi casa bordeada de pinos y ardillas de verdad, me echo en el pasto a ver pasar los 7 cabritos que mi mamá me mostraba con el dedo, y veo pasar por la calle dando tumbos a los borrachos inocentes e inofensivos del pueblo y la canción de marco Antonio desparramada en el viento desafiando al amor perdido de la navidad sin ti.
Después de todo… les envío mi abrazo, mi eterno agradecimiento de seguirme por mis dibujitos y mis textos y pretextos para poder existir, y de encontrar un muro digital sin estrellarnos en el muro invisible de la infamia de no poder luchar más por este país en que todos y todas hemos sido cobardes al dejarlo en manos y patas de canallas.
Ya no digo más…
Este día es de felicidad, rían y abracen sus amigos y amigas queridas, yo seguiré dibujando, es lo único que se hacer bien, ya ni vivir he podido hacerlo con tanta fuerza y tanta claridad, y sentirme triste de no poder esta noche acompañarlos, ni a sus mesas de comidas, ni a sus charlas enigmáticas y bondadosas de naufragios en esta red, porque en mi casa faltan tantos y tantas:
mi padre que cantaba en la cena las canciones de Toni Camargo y cocinaba el pavo envuelto en papas y servía la cena con el vino añejado de la melancolía y brindaba a la salud del mundo… y él ya no está, y mi madre que nos espiaba por la ventana de donde ahora está el árbol para decirnos que no tiremos cuetes, ni silbadores ni nada, que las manos son las que más se cuidan porque de allí comemos… Y la risa de ella que era una flor anaranjada entre estas navidades… y mi hermanita Jenny, que se apuraba a envolver los regalos y la única que nos regalaba a todos, y compraba piñatas y cien pesos de confites para reventarla en la mitad de la calle a las 12 de la noche para los pobres decía ella y hacia la olla de horchata y torrejas para todo el barrio… una mujer increíble fue Jenny y no está…
Y hace unas horas me llamaron al teléfono entre el llanto desesperado para decirme que Will, mi primo hermano querido se arrancó la vida de tajo… perdónenme todos, hoy estaré agachado en algún rincón, recordando a Will, abrazado a su recuerdo con los míos.
Abrazos y felices fiestas.
Allan McDonald