Entrevista a Tomás Ibáñez: «Hay que imaginarse a Sísifo feliz»
Por Cristina Pantzou
1-En Grecia después de 6 años de crisis y 5 de austeridad despiadada tenemos un gobierno que se basa en un partido de la izquierda radical. En España, que conoció una evolución similar de movilizaciones surgió en fenómeno de Podemos. ¿Cuán interesantes son estas evoluciones para un libertario como Usted?
1 Esas evoluciones son efectivamente muy interesantes, y muestran que la crisis no sólo ha producido desastrosas consecuencias sociales y económicas, sino también efectos directamente políticos. Una parte del electorado muestra su disconformidad con las formaciones políticas responsables de unas medidas de austeridad que tornan aun más visibles e indignantes los numerosos casos de corrupción que salpican las esferas políticas y financieras. El hecho de que sean unas formaciones de izquierda radical las que recogen los sufragios de los sectores de la población decepcionados por los partidos que alternaban en el poder no deja de ser alentador.
Sin embargo, el importante auge de “Ciudadanos”, una nueva formación de centro derecha que ha irrumpido de manera fulgurante en la escena política española, disputando a “Podemos” el favor de las encuestas electorales, introduce nuevas claves de lectura que ponen parcialmente en entredicho el valor político de esa evoluciones. En efecto, desde un punto de vista libertario, suspicaz con relación al juego electoral institucional, intuimos que el auge simultáneo de “Podemos” y de “Ciudadanos” representa el precio que el sistema debe pagar para renovar unos cuadros políticos que han perdido toda credibilidad, y para modernizar unos partidos que se han quedado anticuados.
El auge de esas nuevas formaciones proporciona los salvavidas que el sistema necesita para que la fortísima desafección política de una parte creciente de la población no le haga naufragar. Esos nuevos partidos posibilitarán que la gestión política del capitalismo prosiga bajo unas formas renovadas, evitando recurrir a unos métodos propios de los regímenes ultra autoritarios. En definitiva, la enorme esperanza depositada en los nuevos actores políticos habrá bastado para desactivar la lucha, no contra unas medidas de austeridad que esos nuevos actores se esforzarán por suavizar, sino contra las bases mismas del sistema instituido.
En Grecia, sin menospreciar la utilidad de las medidas que “Syriza” tome para aliviar situaciones extremas, parece claro que su margen de maniobra es demasiado estrecho para que pueda cumplir, ni mínimamente, las promesas que le permitieron cosechar el voto de la parte más combativa del electorado. Con lo cual, su éxito habrá servido finalmente, de válvula de escape para desactivar una combatividad que, de no ser por la victoria de Syriza, quizás hubiese acabado por crear serias dificultades al propio mantenimiento del sistema.
2-El movimiento anarquista en Grecia ha tenido una tendencia de masificación en los últimos años. Pero frecuentemente está más orientado a la violencia y menos a la política o el sindicalismo. Tanto los grupos que priorizan la violencia como aquellos que optan por otras modalidades de acción argumentan que su punto de referencia es el anarquismo. ¿Se ofrece el anarquismo para todas estas versiones?
Sí, engloba todas esas versiones. En consonancia con su profundo respeto de las singularidades, y con su acérrima defensa de la diversidad, el anarquismo proyecta hacia sí mismo esos principios constituyéndose como una entidad eminentemente plural y multiforme.
Históricamente el anarquismo siempre ha presentado un amplio abanico de orientaciones que no se reducen a la mera dicotomía entre “violencia”, por una parte, y “acción más política”, por otra.
Ahora bien, también es cierto que el anarquismo no da para “cualquier versión”. Partiendo de que nunca se pueden escindir los medios y los fines, su exigencia de que las prácticas anarquistas sean escrupulosamente “prefigurativas”, es decir que reflejen, en sus propias características, las finalidades perseguidas, traza unas “líneas rojas” que no se pueden franquear sin renunciar al anarquismo. Por ejemplo, es obvio que, salvo en situaciones muy excepcionales de legítima defensa, ninguna acción anarquista puede dañar la integridad física de las personas, o incluso matarlas, lo que equivaldría a esa aberración de otorgarse el derecho de aplicar la pena de muerte.
Ese tipo de violencia no cabe en el anarquismo, ahora bien, la mayor parte de la acciones calificadas como “violentas”, o bien no producen daños a personas sino a meros objetos materiales considerados como símbolos del sistema, o bien se limitan a no rehuir el enfrentamiento resultante de no obedecer las órdenes de dispersión de la policía. Se puede atribuir cierta dimensión política a esas acciones “violentas”, al igual que se puede atribuir cierto carácter violento a determinados conflictos laborales y políticos. Todo eso cabe en el anarquismo siempre que no se franqueen las “líneas rojas” trazadas por la inexcusable exigencia de no contradicción entre medios y fines.
3-Hay muchos pensadores que con el motivo de la crisis económica proponen el inicio de un diálogo entre el marxismo y el anarquismo. ¿Hay un terreno propicio para tal entendimiento?
La gran diversidad del anarquismo a la que me refería anteriormente, también marca el pensamiento marxista, aunque este acepte ese hecho con mayores reticencias. Sin duda, el diálogo siempre es bueno, al igual, por otra parte, que la polémica, si se nutre con argumentos y no con descalificaciones sectarias. De hecho el diálogo entre una parte del marxismo y una parte del anarquismo es casi contemporáneo del inicio de esas dos corrientes.
Desde hace algunos años la progresiva pérdida de hegemonía del marxismo constituye un factor que facilita el dialogo porque permite que se establezca un intercambio más equilibrado.
Hace tiempo que algunos sectores anarquistas incorporaron, modificándolos más o menos, ciertos presupuestos marxistas, sobre todo en el ámbito económico. No es hasta más recientemente que algunos sectores marxistas han incorporado aportaciones anarquistas. Esa reciente apertura del marxismo hacia el anarquismo responde probablemente al hecho de que las últimas cinco o seis décadas han resultado más demoledoras para algunos de sus presupuestos que para los presupuestos anarquistas.
Obviamente, la crisis económica también facilita el diálogo en la medida en que ambos sectores confluyen en determinadas luchas. Sin embargo no creo que esas confluencias vayan más allá de una simple aproximación táctica, y que puedan generar influencias mutuas que lleven a una “revisión” tanto de algunos aspectos del marxismo como del anarquismo.
Sin embargo, es muy probable que las nuevas condiciones sociales hagan emerger una nueva radicalidad política que sobrepasará tanto las formulaciones anarquistas como marxistas, recombinando de una forma original algunos de sus aspectos. Ahora bien, ese proceso no arrancará ni de una decisión deliberada, ni de un esfuerzo teórico desplegado por anarquistas y marxistas, sino de la propia transformación de la sociedad, de sus dispositivos de dominación y de las luchas contra estos.
4 Hace algunos años tuvimos el fenómeno de la «primavera árabe». Grandes masas de gente se movilizaron y pudieron derrocar autoritarios. Pero luego se debilitaron, retrocedieron y desaparecieron. ¿No tenían un proyecto? ¿No tenían un liderazgo adecuado? ¿El enemigo fue finalmente más fuerte?
Las importantes movilizaciones populares de la “primavera árabe” respondieron a un intenso deseo de cambio, y a una aguda insatisfacción frente a las situaciones políticas existentes en diversos países. El proyecto de acabar con los regímenes establecidos era tan claro como enérgico.
Sin embargo, más allá de ese proyecto común, también coexistían en su seno varios proyectos que eran totalmente incompatibles. Eso dificultó la emergencia de un liderazgo adecuado, pero entiendo que quizás fue una suerte que no apareciese, finalmente, ningún fuerte liderazgo de carácter personalista.
Las distintas primaveras dejaron paso, repentinamente, al crudo invierno tan pronto como se canalizó la protesta mediante las urnas, dejando que las distintas formaciones políticas jugaran sus bazas electorales para ganar parcelas de poder. Si por la expresión “el enemigo” se entiende aquello que obra para impedir un cambio social profundo y radical, incluida la democracia parlamentaria y electoralista en sus formas actuales, es obvio que el “enemigo” fue, lamentablemente, el más fuerte.
5- Kropotkin ha dicho que no puedes cambiar el mundo con 5 kilos de dinamita. Los comunistas trataron de cambiarlo con la revolución. Fracasaron. Los socialdemócratas con medios pacíficos y transformaciones. Ellos también fracasaron. El mundo cambia pero no hacia la orientación que buscaban estas dos corrientes. ¿Sería en vano que muchos creen que un otro mundo totalmente diferente es posible?
La cuestión de si un mundo totalmente, o sustancialmente, diferente es posible, es una cuestión totalmente “indecidible”, tanto en base a nuestros actuales conocimientos acerca del mundo, como a partir de su propia naturaleza, que conlleva un fuerte grado de “impredictibilidad”.
Ahora bien, a partir del fracaso tanto de la revolución bolchevique, como del proyecto socialdemócrata, no podemos inferir, lógicamente, que todos los proyectos para cambiar el mundo estén abocados al fracaso.
Sin embargo, lo que sí importa es que otro mundo sea deseable, intensamente deseable, porque el actual es repugnante e insufrible. Lo que sí importa es que, por lo tanto, se luche para subvertir el mundo realmente existente. El valor de las luchas no radica en que se alcance o no un objetivo situado al final de su recorrido, radica en ellas mismas, en el camino que labran tozudamente. Ese “otro mundo” con el que soñamos no nos espera en la lejanía del horizonte, lo construimos, aquí y ahora, en el procesos mismo de las luchas y de las formas de vida que estas suscitan. Que esos fragmentos de “otros posibles mundos”, realmente construidos y vividos, acaben por expandirse hasta acabar con el mundo actual, es algo eminentemente deseable, pero que eso ocurra o no, no afecta para nada el valor de las luchas entabladas. Como decía Albert Camus: “hay que imaginar a Sísifo feliz”, porque encuentra la recompensa de su esfuerzo en su propia realización.
Tomás Ibáñez
«Πρέπει να φανταστούµε τον Σίσυφο ευτυχισµένο»
Grecia “El Diario de los Periodistas” Entrevista Abril 2015
Ετικέτες: Αναρχισµός, πολιτική, Αριστερά, Podemos, Ισπανία,
Κοινωνικά Κινήµατα, λιτότητα, κρίση, βία
http://www.efsyn.gr/arthro/prepei-na-fantastoyme-ton-sisyfo-eytyhismeno