En el Mar Mediterráneo: El cementerio marino
En este caso el cementerio marino es el Mar Mediterráneo. También llevaba ese nombre el cementerio en el cual fue inhumado el poeta a fines de la segunda guerra mundial en la ciudad de Sète, en el Hérault, donde había nacido en el año de la Comuna de París. Uno de los versos del poema dice: “Trémulo mármol bajo tantas sombras/donde el mar fiel entre mis tumbas duerme”. El poema mereció comentarios de André Gide, Stéphane Mallarmé, Rainer María Rilke, contemporáneos de Valéry, vinculado en sus orígenes al movimiento simbolista.
El 3 de octubre, 359 personas se ahogaron frente a la isla italiana de Lampedusa, cercana a la costa de Sicilia, en el naufragio de una embarcación colmada de africanos que había zarpado de Libia con más de 500 inmigrantes a bordo, muchos de ellos provenientes de Somalia y Eritrea, en lo que se describió como la mayor tragedia migratoria ocurrida en Italia desde hace más de 10 años. Solamente 155 pudieron ser rescatados. Al enterarse de los hechos, el Papa Francisco expresó: “Es una vergüenza. La palabra que me viene a la mente es vergüenza”. Uno de los participantes en las tareas de rescate señaló que “era impresionante ver los cuerpos de los niños ahogados”.
El drama se repitió el viernes 11, en que naufragó otra embarcación con 250 personas a bordo, 34 de las cuales murieron, incluidos 10 niños. Unos días antes, el 30 de setiembre, murieron ahogados 13 jóvenes provenientes de Eritrea a pocos metros de la playa siciliana de Sampieri. Las estadísticas señalan que solamente en el año 2011 unos 2.700 cadáveres de inmigrantes africanos llegaron al fondo del mar.
Los aspectos macabros son persistentes. Nadie sabe donde serán enterrados las víctimas del último gran naufragio. Dice un comentario sobre el punto que “los cuerpos andan de un lado para otro, en medio de un “lleva y trae” político que muchos utilizan para lavar públicamente la conciencia y echar bajo el ataúd su cuota de responsabilidad”. En el caso de Lampedusa, llegaron hasta la isla el primer ministro italiano Enrico Letta y y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durâo Barroso, que fueron recibidos a los gritos de “asesinos” por los isleños. Poco se habla de los sobrevivientes, que deberán pasar sus días en medio de la incertidumbre bajo las condiciones inhumanas de los llamados “centros de acogida”.
Lo que está en tela de juicio es todo el sistema migratorio de los países europeos, duramente restrictiva y de carácter represivo, tanto en relación al ingreso de los inmigrantes como a sus condiciones de trabajo y subsistencia una vez que logran acceder a dichos países. En ese sentido, la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) exhortó la semana pasada a la Unión Europea a revisar sus políticas migratorias. Uno de sus voceros declaró que la UE podría hacer más en materia de procesamiento de reclamos de asilo con el fin de que se asuma una mayor responsabilidad en la protección de los derechos humanos. Del mismo modo, afirman que el organismo europeo tiene su cuota de responsabilidad para buscar soluciones a las personas necesitadas de resguardo internacional.
Estas declaraciones se efectuaron con referencia expresa a la tragedia de Lampedusa, advirtiendo que el incidente está registrado como uno de los más mortíferos de la historia reciente. También se toma en cuenta que el presidente de la UE, Durâo Barroso, se comprometió a la adopción de medidas que incluyen el fortalecimiento de la capacidad de rescate en el mar y de seguimiento a medios navales. El tema se debatió también un foro de alto nivel de la ONU sobre las migraciones, en el cual delegaciones de países del sur demandaron un mayor compromiso del norte con el combate a la pobreza y la exclusión social a fin de enfrentar el problema migratorio.
Pero en los países europeos las cosas están marchando más bien en la dirección contraria. Días pasados recogíamos la opinión de inmigrantes uruguayos en España, que están haciendo todos los esfuerzos para regresar al país porque las condiciones de trabajo se están volviendo particularmente difíciles. Vale la pena reproducir su gráfico testimonio: “La policía sigue siendo muy dura con los inmigrantes. Es común que se les asocie con los delincuentes. Los controles son muy rigurosos, no sólo para los inmigrantes, sino para los propios españoles, al punto de que te llevan preso hasta si salís a protestar en la calle. Siguen adelante los desalojos, echando a la gente a la calle sin miramientos, se mantienen los índices de suicidios en personas que no pueden hacer frente al problema de la vivienda y la subsistencia. Con leyes tan duras, estamos volviendo a la época del franquismo”.
Publicación Barómetro 17-10-13