El reverso del “Welcome refugees” del gobierno Sánchez con la acogida del Aquarius
Por Tomás Martínez Peña
Casi a la vez que en el estado español, el gobierno italiano echaba a andar con el fascista Matteo Salvini como ministro de Interior, que en campaña había logrado un buen resultado con el lema “Stop invasión”. El xenófobo personaje, que esta semana anuncia un censo para gitan@s y que la semana pasada negaba el desembarco en los puertos de Italia al Aquarius con 629 inmigrantes libi@s al grito de “Italia ya no es el felpudo de Europa”, no es más que el perfeccionado heredero de las políticas migratorias que su país y la UE llevan ejecutando en las últimas décadas.
El gobierno del PSOE inició su segunda semana al mando poniendo a disposición el puerto de Valencia de la nave Aquarius tras aceptar la propuesta del alcalde de la ciudad y el presidente de la Generalitat. Nadie puede negar que la decisión, que no puede más que ser entendida como de escrupuloso cumplimiento al derecho de acogida, ha supuesto un golpe de efecto tanto en la política estatal como internacional y un gesto simbólico de carácter humanitario que busca propagandísticamente, a la vez que el ministro de Interior anunciaba retirar las concertinas que instaló Zapatero, diferenciarse de las políticas en inmigración del PP.
Sin embargo, tan pronto como desde la izquierda como desde las cancillerías de la UE se ahogaban en elogios hacia el gobierno de Pedro Sánchez por la decisión, como la hipócrita enhorabuena del comisario europeo Dimitris Avramopoulos diciendo que “Esta es la verdadera solidaridad puesta en práctica tanto hacia ese pueblo desesperado y vulnerable como hacia los Estados miembros socios», varios ministros empezaron a delimitar cuál sería el estatus legal de l@s refugiad@s a bordo del Aquarius una vez pusieran pie.
En primer lugar la vicepresidenta anunció que tendrían un permiso de 3 meses (ya reducidos a 45 días) pero valoró que igualmente podrían ser ingresados en CIEs antes de ser expulsad@s. Poco después lo reafirmó y especificó Grande-Marlaska, que como es vox populi, nunca ha considerado que en estos espacios se incumplan los derechos humanos: afirmó que tendrían el mismo tratamiento que l@s inmigrantes que llegan desde Marruecos o Argelia. Es decir, recibirán un expediente de expulsión y por medio de una entrevista personal para conocer la situación jurídica individual, se determinará si son merecedores de la condición de refugiad@s.
Por unas políticas en que nos miremos nativ@s y extranjer@s como misma clase explotada
No es difícil comprobar que, tras el flamante mensaje del presidente del gobierno en twitter de “Cumplimos con los compromisos internacionales en materia de crisis humanitarias” al aceptar acoger al Aquarius, la política migratoria del estado español, como toda política de estado, va a ser de perfecta continuidad con la que implementaron Jorge Fernández y Juan Ignacio Zoido. Más allá de los gestos simbólicos tan propios del humanitarismo y blanqueamiento progresista, siempre más estético que ético en esencia, no cambiarán las políticas racistas del consenso de la UE-fortaleza, que aplaude a Sánchez y reprende a Salvini pero que perpetúa el espacio Frontex como atalaya de la fosa en la que se ha convertido el Mediterráneo.
¿Acaso el gobierno del PSOE va a ir hasta el final en el trato humanitario a l@s inmigrantes en el Estrecho y no sólo eliminará las concertinas sino acabará con la impunidad de nuestras fuerzas policiales en la valla de Ceuta y Melilla, reconocerá los “campos de concentración” del siglo XXI que son los CIEs, anunciará su cierre definitivo y pondrá fin a las deportaciones? No podemos olvidar que la actual Ley de extranjería bajo la que Zapatero puso concertinas y Rajoy cargó a su espalda l@s muert@s del Tarajal lleva la firma de las 2 fuerzas políticas.
Hay que recordar asimismo que el estado español se comprometió a acoger a 17.337 refugiad@s procedentes de Italia o Grecia en julio de 2015 y que hasta el septiembre pasado solo ha cumplido con un 11,4% de la cuota. Pero si el gobierno socialista quisiera ir hasta el final en política migratoria ¿estaría dispuesto a desmarcarse y condenar el infame y vergonzoso acuerdo que todos los estados miembros de la UE firmaron con Turquía en 2015 respecto a l@s refugiad@s?
Pero no sólo las políticas implementan el racismo de estado de nuestras fronteras y costas hacia afuera y en el horror ciego que esconden las cuatro paredes en los Centros de Internamiento para Extranjeros que no cesan de construirse. Aún tenemos muy reciente el asesinato del mantero senegalés Mame Mbaye huyendo de una redada en las calles de Lavapiés, ante el que el “ayuntamiento del cambio” tardó tanto en reaccionar. ¿Qué políticas se llevan a cabo para acabar con la criminalización de la venta ambulante, las redadas policiales y la estigmatización del/la inmigrante, ahora más que nunca carnaza para la extrema derecha y el fascismo?
No habrá una auténtica política humanitaria de manos de ningún gobierno que no se enfrente a las propias contradicciones del capital. Será una capa de barniz sin combatir las raíces de la explotación y extracción de recursos, las intervenciones imperialistas o postcolonialistas y el dominio geopolítico de amplias zonas de Latinoamérica, África y Oriente Medio que ejecutan los gobiernos occidentales. No habrá que enfrentarse a la peligrosa divulgación del término “efecto llamada” si explicamos y concienciamos que es por el propio sistema capitalista por el que se produce el “efecto huida” de migrantes y refugiad@s.
Izquierda Anticapitalista Revolucionaria IZAR estamos convecid@s de que la mejor forma de combatir el fascismo y las políticas xenófobas de Salvini, Orban y Le Pen de “Primero los nacjonales” pero también el racismo institucional y el trato hipócrita y falsamente humanitario de la Unión Europea de Frontex y el acuerdo con Turquía que nutre a los monstruos anteriores es defender en todos los espacios de lucha el “Primero l@s explotad@s”, enfrentarnos a la lógica capitalista que nos divide entre nativ@s y extranjer@s y que refuerza el poder de quienes quieren sacar el máximo provecho de una misma clase, la trabajadora.