El Movimiento Socialista y el Anarquismo Organizado

 

Llevamos unos dos o tres años viendo la construcción de lo que se ha dado en llamar el Movimiento Socialista, un proceso plural con distintas vertientes y realidades según el territorio. Para quien no lo conozca, es el proceso de renovación del comunismo estatal, comenzando por su parte más dinámica: Euskal Herria.

Haciendo un repaso, tras la crisis de 2008 el Movimiento de Liberación Nacional Vasco entró en crisis. Se dio una renovación por la base y en su liderazgo tomó el control un sector de clase media y de aristocracia obrera, que ha sido el que ha llegado a nuestros días. La juventud de la Izquierda Abertzale (IA) solía estar en los gaztetxes o en el movimiento estudiantil y juvenil. Precisamente en este sector se dio la ruptura que ha dado origen al Movimiento Socialista. Pero tenemos que tomar en cuenta otros factores que estaban ocurriendo en esos años:

  1. El fin de ETA, que contribuyó a relajar la persecución policial y política contra el MLNV. A pesar de algunos montajes policiales y mediáticos, la represión disminuyó visiblemente, aflojando el “cierre de filas” tradicional que caracterizaba la Izquierda Abertzale.
  2. La radicalización de ELA y su consolidación como el mayor sindicato de izquierda transformadora no solo de Euskal Herria sino del Estado entero. Esa radicalización incluso produjo que adelantara a LAB por la izquierda, quedando sujeta ésta última a las dinámicas de la IA.
  3. El auge de las luchas en otros territorios. Para comenzar el 15M, pero para caracterizar el período, nos referiremos al Procés Sobiranista de Catalunya.

Respecto a este punto, el de Catalunya, en sectores de la IA se vio con envidia cómo se había creado un movimiento de masas a favor de la independencia. Se fijaron que este movimiento era interclasista y aunaba muy distintos intereses que solo coincidían en la necesidad de la independencia.

Sin embargo, el Procés Independentista fue derrotado en 2017, y en aquellos momentos saltaron todas las contradicciones a la vez. Se pudo ver la labor destructiva de los políticos catalanes que boicotearon el proceso desde dentro, mientras que de cara al exterior se proclamaban bien independentistas. Los enfrentamientos entre partidos independentistas fueron una constante y la sociedad que los apoyaba se fue desencantando con ellos.

Volviendo a Euskal Herria, en el II Congreso de Ernai de 2017, se presentó una ponencia con el título Kantauri, que pretendía restaurar la independencia de clase de la juventud vasca, sometida a los intereses de la clase media.

Como se ve, el malestar y la falta de referentes claros, se fraguó en los gaztetxes y gazte asanbladak de toda Euskal Herria. El MLNV ciertamente había sido siempre un movimiento con buenas escuelas de formación de cuadros. Además era un movimiento que estaba rodeado de revistas, colectivos o incluso organizaciones públicas de carácter marxista leninista. Es decir, que el comunismo estaba normalizado a nivel estético y político dentro del MLNV. Cuando las nuevas generaciones que se sentían fuera de lugar en la IA tomaron conciencia, se adscribieron a ese marco ideológico.

El anarquismo vasco no tuvo ninguna oportunidad de ocupar ese hueco. Primero porque había tenido tiranteces con los propios comunistas de la IA en la década anterior. Luego porque esta escena estaba muy centrada en las campañas antidesarrollistas o ecologistas y poco conseguía trascender fuera de ese ámbito. Por último, debido al carácter subcultural del anarquismo vasco en muchos lugares, lo hacía un mundo aparte respecto a sus vecinas. A nivel general el anarquismo en el estado español tuvo una crisis el año 2015-16 que vio desaparecer muchos colectivos. Su crisis coincidió con la que vivieron los movimientos sociales en el estado.

Difícilmente podríamos haber conectado (o siquiera tenidos en cuenta) con la gente procedente del campo marxista que estaba buscando nuevos referentes justo en aquellos años. Eso sólo se podría conseguir con un contacto directo, constante, honesto y de largo recorrido, demostrando una solidez y apertura de miras desde nuestro campo que no hemos tenido casi nunca fruto de nuestra cultura política, centrada en nuestro propio movimiento y en la creación de formas de vida libres sin tomar en cuenta el contexto capitalista. Al no hacer una prioridad de la gestación de un proyecto revolucionario y socialista desde el anarquismo, difícilmente se nos iban a acercar gentes formadas o socializadas en otros socialismos.

La cultura política transmitida a la juventud abertzale le dio cierta solidez política que fraguó en una nueva organización, el Movimiento Socialista hacia el 2018. A partir de allí comenzó a desarrollar una estrategia y un programa netamente comunistas. Pronto cayó bajo su influencia Ikasle Abertzaleak, la rama estudiantil de la IA, y se desarrolló una nueva organización feminista socialista, Itaia. Los encuentros se fueron haciendo cada vez más masivos llegando a la creación de la Gazte Koordinadora Sozialista, GKS, en 2019, que venía a reunir las gazte asanbladak bajo influencia comunista. Sus encuentros llamaron la atención, como el Gazte Topagune Sozialista de Altsasu de 2021 en el que hubo unos 2500 jóvenes de toda Euskal Herria.

Este proceso comenzó a llamar la atención en otros territorios del estado. En los Països Catalans, tras el fiasco de 2017, el movimiento independentista sufrió una crisis política. En su sector anticapitalista, la Esquerra Independentista, surgió una disensión que pedía regresar a las tesis marxistas, dejando aparcada momentáneamente la reivindicación de la liberación nacional. Por tanto, se ha producido un abandono de la tesis tradicional de la Esquerra Independentista, la Unidad Popular.

La ruptura no se ha dado de una forma muy pacífica, quizá como la mayoría de rupturas, pero ha generado un nuevo movimiento vehiculado a través de la revista Horitzó Socialista. Diversas asambleas de Arran, la organización juvenil, del SEPC, la organización estudiantil, y algunas personas procedentes de Endavant, comenzaron a engrosar esa tendencia, que aún no tiene una estructura demasiado sólida.

Otro de los procesos es el Encuentro por el Proceso Socialista (EPS) de Castilla, que ha llevado a cabo presentaciones en Madrid, Burgos y Valladolid. El EPS toma de referente el trabajo hecho en Euskal Herria por el GKS. Aunque con características propias. Algunas militantes que proceden del anarquismo ven este proceso como una reconstrucción del espacio político de la Autonomía de los 90, que pudo aunar en un mismo movimiento marxistas y anarquistas.

En Aragón, Purna tomó esta línea hace tiempo, como proceso de renovación ante la crisis que sufrió el aragonesismo de izquierdas cuando surgió Podemos en 2014. En Galicia está dando sus primeros pasos un proceso similar al castellano tomando como referencia el GKS. En este caso pivotan hacia este proceso militantes que han estado en otras organizaciones de carácter marxista de liberación nacional galega.

Como puntos característicos, todos estos procesos que empezarán pronto a formar parte del mismo espacio político, en cuanto se coordinen. Demandan la independencia política de la clase trabajadora, esto es, que los liderazgos surjan del propio movimiento obrero y no de las universidades o de entornos acomodados, tal como hemos visto en muchos partidos de izquierda en las últimas décadas. En esto el anarquismo no puede estar más de acuerdo. Otro de los caballos de batalla del MS es su crítica a la socialdemocracia y su nefasta influencia en la sociedad actual y en los movimientos revolucionarios. ¡Qué nos van a contar! Llevamos escribiendo sobre ello en la prensa libertaria desde 1874.

El Movimiento Socialista vasco está creando los Consejos Socialistas, como organismos de dirección política y estratégica del proletariado. En otras palabras, vienen a ser como el embrión del partido comunista que pretenden construir. Estos organismos también pretenden controlar el proceso económico. Dicen que el futurible partido comunista no debe ser un partido más de la lucha parlamentaria sino un “embrión de estado” que desarrollará sus propias fuerzas para expropiar el capital. No se concreta si lo harán a través de cooperativas o si están hablando de construir una economía propia al margen del capitalismo hasta tener la fuerza suficiente para expropiar las empresas.

Estos movimientos son un esfuerzo de delimitar la ideología y la línea política (el comunismo a través de la revolución socialista) para evitar que se den distintas tácticas en su seno. Ponen mucho énfasis, en especial el MS vasco, en la centralización organizativa.

Ante esto tenemos que decir que antiguas personas militantes del movimiento libertario han ingresado en estas iniciativas. Huérfanas de organización, se meten donde ven posibilidades. En ciertos casos siguen opinando que estos procesos están en construcción y que podrán aportar su granito de arena para que no se conviertan en partidos leninistas al uso. Sin embargo, hay que decir que el peso simbólico que tiene el leninismo entre los cuadros del MS hará extremadamente complicado que cualquiera de estas organizaciones derive hacia la autonomía o el consejismo. Al fin y al cabo, gran parte de su militancia viene de la cultura comunista tradicional, aunque estuviera filtrada por los movimientos de liberación nacional. Su proyecto es renovar el panorama internacional de partidos comunistas, y construir el estado socialista. Más claro, agua.

Otro de los aspectos que destacan es la masividad que alcanza en Euskal Herria. Eso lo hace un movimiento único en Europa Occidental. Como matización podríamos decir que, aunque es cierto que en Euskal Herria el Movimiento Socialista alcanza niveles cuantitativos muy importantes, también hay que reconocer que es una escisión de un movimiento que ya era de masas. La gente que hoy se une al MS sin duda se habría unido al MLNV diez años antes. Habrá que ver si llegan a nuevos sectores de la sociedad vasca o si se produce un estancamiento en los próximos años.

El anarquismo social y organizado en el estado se ha visto reducido históricamente a los sindicatos y a pequeñas entidades sociopolíticas de corto recorrido. Es en la última década cuando han surgido intentos más sólidos de crear organizaciones libertarias tales como Apoyo Mutuo, Embat, la FEL o algunas federaciones anarquistas de carácter local y regional y varios colectivos de todo el estado. Nunca han gozado de un gran apoyo numérico puesto que el perfil habitual de la militancia anarquista ha sido en las últimas décadas muy poco proclive a la organización. Y cuando se organiza es para temas muy puntuales dada la gran diferencia de criterios que tenemos como punto de partida.

Resulta cuanto menos curioso que personas que no han querido ingresar en nuestras organizaciones por no considerarlas útiles o lo bastante buenas, ahora entren ingresando en organizaciones comunistas – así como hace una década otras personas de ideas libertarias como ellas ingresaban en la CUP o en Podemos. ¿Es algo generacional? ¿Tal vez cuando se llega a una edad te planteas que lo nuestro no tira y te vas a lo del vecino en vez de intentar mejorar lo nuestro? ¿Tan difícil es crear un movimiento libertario potente?

En el estado español, el papel de organización política dentro del campo anarquista lo ha ocupado el anarcosindicalismo. Esto le ha traído ciertos problemas al confundirse sindicatos con colectivos libertarios, cosa que ha dado pie a no pocos conflictos internos. El anarcosindicalismo ha sido una rareza en el ecosistema de la izquierda anticapitalista. Es un proyecto político que se entendía a sí mismo como autosuficiente. Por tanto, la política de alianzas ha solido ser inexistente en los periodos de debilidad del anarquismo (años 80 y 90). Ahora se elaboran alianzas con otros sindicatos para cuestiones reivindicativas y defensivas, pero no para construir una hipotética sociedad postcapitalista o una revolución social, en parte porque nadie más en la izquierda piensa como el anarcosindicalismo (o sea, que los sindicatos sean la columna vertebral de la sociedad postrevolucionaria y gestionen la vida social, la económica y la política).

Si el anarquismo sociopolítico tiene alguna función hoy en día es precisamente la de conectar estas estructuras sindicales que ya existen con otros movimientos no orientados hacia las ideas anarquistas como podría ser el feminismo, el ecologismo, el movimiento por la vivienda o los movimientos contra la crisis que puedan surgir. Es imprescindible generar un espacio político propio para no depender de intereses ajenos como los del Movimiento Socialista que, a poco que se desarrolle, promoverá el desprecio hacia nuestras ideas-fuerza y nuestras tácticas.

Y resulta curioso que lo que pide el nuevo Socialismo Revolucionario, la independencia política de la clase obrera, es algo que damos por sentado en nuestras organizaciones sindicales: si nadie trabaja por ti, que nadie decida por ti.

El consejo es que aprendamos cómo han construido su espacio político. Lo cierto es que es para quitarse el sombrero en el caso vasco. En otros lugares todo está por construir, y seguro que podemos aprender muchas cosas. Sin embargo, nuestro proyecto anarquista requiere de conjuntar militantes que estén en el anarcosindicalismo con otras que estén en la economía social y solidaria, con otras que estén en los movimientos sociales o en otras experiencias de vida comunitaria y asociativa.

Se nos abre un período de crecientes incertezas porque el capitalismo global está en crisis. Los periodos de crisis del sistema siempre han beneficiado la aparición de corrientes contestatarias, que plantean cambios radicales en las relaciones sociales. Tenemos que edificar nuestro movimiento pensando en ganar la hegemonía en nuestro territorio, y eso comienza con la intervención en la sociedad. Esto implica un cambio de paradigma importante respecto a los últimos años. Aunque no lo consigamos, el hecho de intentarlo y basar nuestra acción en eso precisamente, ya es un salto cualitativo enorme.

El anarquismo social y organizado tiene proyecto, programa y organización y está conectado a escala internacional. Si bien no lo ha sabido transmitir de forma masiva o lo bastante atractiva, y ese es su punto débil. Por ello, hay quienes se suman a proyectos de economía social y solidaria, de barrio, ecosocialistas, comunalistas o confederalistas democráticos, partiendo de principios libertarios pero en movimientos que no se reivindican como anarquistas. Por ello debemos fortalecer nuestras estructuras, porque haremos cosas importantes cuando tengamos un tamaño importante. Sin duda ese camino lo recorreremos con estos movimientos nuevos, auténticos compañeros de ruta del anarquismo social y del anarcosindicalismo para construir la sociedad igualitaria y libertaria del mañana.

Pero para no perdernos, necesitamos esas organizaciones estratégicas que analizan la realidad, leen la coyuntura, que parten de los principios y de la memoria histórica libertaria, que tienen claro el objetivo del comunismo libertario, y que le proponen a todos los movimientos populares unas tácticas y estrategias concretas para avanzar hacia nuestro modelo de socialismo, no siempre compatible con el que se proponga desde el Movimiento Socialista. No obstante, podemos considerarlo un soplo de aire fresco en el panorama marxista, últimamente muy escorado hacia las ideas reaccionarias, aunque ya veremos.

Por nuestra parte, tengamos claro que la fuerza está en la organización. El proceso orgánico iniciado por otros sectores debe repercutir -para bien- también en el anarquismo.

 

@BlackSpartak

 

 

 

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