El húngaro jocoserio
El escritor húngaro, Stephen Vizinczey, contestó, a vuelta de correo, al manojo de preguntas mías.
Sus respuestas se hallaban en consonancia con las de su espléndido libro Verdad y mentiras en la literatura. El autor de las novelas, En brazos de la mujer madura y Un millonario inocente, había escrito las mentiras con bastante humor, un humor que se parece mucho al deseo de caminar próximo a la verdad y a diez mil kilómetros de la mentira. Estas son algunas de sus respuestas destinadas a la cáfila de lectores que pueblan la tierra: “La mayoría de los lectores son incapaces de ver mérito artístico en los escritos que contradicen sus opiniones” / “Frente a los buenos escritores contemporáneos está la inmensa mayoría de malos lectores contemporáneos” / “La mayoría de los lectores necesita mucho tiempo para interesarse y para imaginar una escena, para compartir los sentimientos de un personaje; de ahí la popularidad de los best seller”.
Según el húngaro, la mitad de los libros que se publican nos hablan de lo que está escrito en otros libros. Pone especial énfasis en salvaguardar los intereses de aquellos lectores de privilegiado temple: “sólo los lectores de sensibilidad indestructible pueden sobrevivir a la educación sobre literatura”.
Para conocer bien a Vizinczey, nada como sus diez consejos prácticos, ofrecidos a aquellos novatos en la ocupación de escribir, a través de un retrato-robot de sí mismo. Los diez mandamientos de un escritor son diez latidos de su jocoseria predisposición frente a la página en blanco. Anímense, por favor.