
El extraño caso de la internauta extraña
Dos internautas que se han estado comunicando a través de un foro de mucho relumbrón, deciden descender del Olimpo de Internet para conocerse vis à vis.
Mientras tanto, una internauta que se había venido sumando a las sesudas reflexiones de los dos ciberamigos en el foro, les invita a su domicilio para conocerse en persona los tres y cambiar impresiones sobre la experiencia en la Red. Ambos viven lejos y equidistantes de la ciudad de la internauta, y acuerdan con ella el día y hora para hacerle la visita y consumar tan interesante iniciativa.
El día previsto ambos salen a la misma hora hacia el punto de destino. Cada uno por su lado llega a las 8 de la tarde. Se alojan en el Hotel convenido, y se dirigen en busca del domicilio de la anfitriona. Son las 9. Llegan al portal de su casa en una calle céntrica de la ciudad. Llaman al timbre del portal, pero nadie contesta. Lo intentan una y otra vez. Llaman al teléfono fijo y nadie parece encontrarse en la casa. Después de varias intentonas y ante la extraña situación, los viajeros desisten esa noche y regresan al Hotel.
A la mañana siguiente, vuelven a la casa de la internauta misteriosa. Nadie contesta, ni al timbre ni al teléfono. ¿Estará muerta? No es probable que ayer saliera de su casa. Una operación de rodilla, según les dijo por e-mail, la tenía seriamente impedida. ¿La habrán llevado a Urgencias? Es raro un percance precisamente el día de la cita. Se les pasa por la cabeza denunciarlo. Cavilan durante un rato, y al fin, como están tan habituados a pensar y por eso escriben por la Red, han dado con la clave: la internauta desconocida, al ver que los visitantes se retrasaban, se “flipó”. Y por la mañana seguía “colocada”…
Así es cómo se abortó un menáge à trois de tres cerebelos internautas. Y los dos mochuelos regresaron otra vez, al puesto que ocupaban en el Olimpo de Internet.