por Omar Anguiano Lagos
Bueno, antes que nada, quisiera agradecer a Ángeles, Andrés, Javier e Isaac por los profundos artículos que nos han ofrecido, así como a David Gómez Arredondo por la traducción de la conferencia sobre la blanquitud y a Daiana por la interesante fotografía que da presencia y nos abre la puerta desde la portada del libro. Un agradecimiento, pues, a ellas y ellos por ofrecernos este libro que continúa con las reflexiones que Bolívar Echeverría dejó “en el tintero” desde aquel mes de junio del año 2010 en que, de manera intempestiva, la muerte le sorprendió, deteniendo sus trabajos de investigación teórica y su actividad docente cotidiana.
Expresado lo anterior, quisiera comentar que los temas que se abordan en cada uno de los textos que componen el libro tienen una relevancia y una actualidad fundamentales para comprender y actuar en medio del mundo contemporáneo. Leyendo los textos podemos intentar la comprensión de este mundo en el que se está llevando a cabo otro aberrante genocidio extraordinario, hoy en la franja de Gaza. Éste, lamentablemente, no es el único despliegue genocida. Existen otros tipos de genocidios “ordinarios” que se están materializando en estos precisos momentos y que se ponen en operación mediante el dispositivo político, económico y cultural que Bolívar Echeverría denominó blanquitud.
A partir de la lectura del libro podemos entender que, una vez que se materializa la expansión territorial y la profundización de la reproducción social moderna capitalista, ésta impone una condición de exclusión y violencia sistemáticas contra las poblaciones y comunidades humanas que no asumen una actitud obediente, aquiescente o, incluso, militante con la lógica de su reproducción, es decir, con la lógica suprema de la valorización del valor económico que obliga rendir culto a las ganancias, la acumulación y las reinversiones productivas en sentido capitalista. Según la versión radical de este dispositivo de exclusión, el disfrute de los valores de uso que posibilita la serie de desarrollos de la técnica moderna es accesible si y solo si se vive no sólo en el capitalismo, sino para el capitalismo.
En ese sentido, la blanquitud se impone como un cierto “deber ser” (como menciona Isaac en su artículo) para que las poblaciones se liberen de ese “algo” que les impide integrarse de manera completa a la lógica de la reproducción capitalista. Ese “algo” es nada menos que la forma de la reproducción social que cada comunidad humana se da a sí misma en su reproducción social natural. Esto se debe, como se lee en el libro, a que la serie innumerable de formas que cobra la reproducción social natural de las comunidades humanas es percibida como una serie de “disfuncionalidades” o maneras de “inadaptación”, como menciona Javier, desde la perspectiva de la identidad única, abstracta y hegemónica que promueve la modernidad capitalista. Desde el punto de vista de la blanquitud, estas disfuncionalidades deben ser eliminadas no sólo en el pensamiento, sino también en el plano material del cuerpo; “el alma debe confeccionarse un cuerpo a la medida”, como nos recuerda Andrés que afirmaba Bolívar Echeverría.
En ese sentido es que quisiera retomar la manera en que Ángeles revisó algunos estudios de caso en clave literaria para mostrarnos de qué manera es perceptible el dispositivo de la blanquitud en el registro de lo estético. Para ello, lo primero que quisiera comentar es que Ángeles nos ha mostrado en su texto la complejidad semiótica no sólo de los códigos de la vestimenta, del calzado o del lenguaje verbal, sino que incluso problematizó la densidad semiótica de los gestos humanos que están literalmente “encarnados” en el cuerpo como “linde y límite, encuentro y ruptura” entre lo animal y lo humano, y que denotan la complejidad del proceso de hominización que se consolida como autodeterminación política de los grupos sociales. Así, Ángeles avanzó hacia las caracterizaciones estéticas de la reproducción humana en su despliegue cotidiano en forma de ethos, indicando que el ethos puede percibirse en la apariencia física y en los objetos prácticos producidos por una sociedad material, pero que también puede “leerse” en “el sistema de gestos y señales que colorean a una comunidad”.
Dentro de la teoría de los cuatro ethe modernos de Bolívar Echeverría, Ángeles nos ha indicado las posibilidades de lectura de la “constitución somática de los distintos ethe” como diferentes estrategias de habitar y sobrevivir la violencia cotidiana que despliega la modernidad capitalista. En ese sentido, Ángeles nos ha mostrado a personajes literarios como Sebastián, de la obra teatral Súbitamente, el último verano de Tennessee Williams, que puede ser leído como la constitución somática del ethos realista o, en otras palabras, del despliegue corporal de la blanquitud. Ángeles también nos ha indicado la relevancia del “señor Magdalena” (o el ex convicto Jean Valjean), protagonista de la novela Los miserables de Víctor Hugo, quien es una instancia literaria de la constitución somática del ethos clásico, en el que dominan “la elegancia, la armonía y la suavidad de los movimientos”.
Continuando con esta perspectiva de reflexión, en el artículo se nos hace saber que los personajes del grupo “juvenil y revolucionario ABC” —también de Los miserables— serían un buen caso para la lectura literaria del ethos romántico, con el “desborde inminente” entre “la emocionalidad primitiva y la racionalidad”, entre el “ser oficiante y militante”. Y, respecto al ethos barroco, la figura de Malintzin o “Doña Marina” que se mueve de manera infinitesimal entre lo histórico y lo literario: “de buen parecer, entrometida y desenvuelta”, como le refería Bernal Díaz del Castillo. Con una “presencia de ánimo corpórea”, dicho en términos benjaminianos, o “adoleciendo de un exceso de corporeidad”, como diría Margo Glantz a propósito del Barroco.
Finalmente, el caso de la transformación gradual hacia la blanquitud del personaje Jonathan Heatcliff en Cumbres Borrascosas de Emily Brontë, así como el magistral juego barroco entre crítica feminista y una serie de sinestesias narratológicas que encontró Ángeles en la lectura de Jane Eyre de Charlotte Brontë y en su precuela escrita por la escritora, nacida en Dominica, Jean Rhys, nos indica una perspectiva de investigación sumamente rica y compleja que merece ser explorada con asiduidad. A partir de su análisis, Ángeles nos indica que el registro de lo estético de la gestualidad y de la constitución somática de los ethe son relevantes, puesto que nos muestran que “el genocidio cotidiano” del que habló Bolívar Echeverría no sólo se suscita como el “matar o dejar morir a las personas”, sino que con la muerte de las personas se suscita la muerte de sus capacidades y sus cualidades sensibles, así como de la transmisión del sentido estético de su ethos particular.
Por ello, siempre es necesario alertar que la blanquitud aspira a una especie de “armonía” en la que las diferencias de capacidades y de cualidades sensibles están muertas. En una de las Conversaciones sobre lo barroco, de 1994, Horst Kurnitsky indicaba que:
[…] el sacrificio está en todas las ideas prácticas que tienen que ver con el equivalente, por ejemplo, la idea del equilibrio, de la armonía. (Armonía es la hija de Ares, el dios de la guerra de los griegos; es la diosa de los cadáveres: cualquier armonía es una armonía de cadáveres, una cosa muerta bajo esta estructura del sacrificio). El sacrificio va a estar en la base de las ideas de equivalencia, propias del mercado. Por eso el problema no es el de la justicia, en el sentido de decir en qué debe consistir un intercambio justo […]. Podríamos hablar, insistiendo en esta paz del sacrificio, de otro elemento que se corresponde con ella: el de la pureza como forma de perversión.1
En ese sentido, el artículo de Ángeles es un llamado a “contaminar” la blanquitud, el realismo capitalista, como una manera de evitar y alejarse de la muerte de las capacidades y las cualidades sensibles de las personas en su reproducción social natural: una ruta viable para combatir el genocidio ordinario mediante el conocimiento del campo de la estética.
REFERENCIAS
^ * Omar Anguiano Lagos, “El dispositivo de la blanquitud en clave literaria”, presentación del libro de Andrés Luna Jiménez, Javier Sigüenza y Ángeles Smart (coords.), Blanquitud, cuerpo, devastación. Estudios sobre la obra de Bolívar Echeverría, México, Seminario Universitario de la Modernidad: Versiones y Dimensiones/UNAM, 2023. Agradecemos al autor permitirnos la publicación de su texto en esta página web. Publicado bajo una licencia Creative Commons 2.5: Atribución—NoComercial—SinDerivadas.
^ ** Omar Anguiano Lagos es licenciado en Jazz—Contrabajo en la Escuela Superior de Música; doctor en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México; autor del libro Jazz y marxismo. Modelos para armar (UNAM, México 2021) y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
^ 1 Echeverría, Bolívar, Kurnitsky, Horst. Conversaciones sobre lo barroco. Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. México, 1993. p. 23.