El compromiso cívico de una pensadora
Por Iñaki Urdanibia
« La filosofía sirve para entristecer. Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía ».
« No siendo una potencia, la filosofía no puede emprender una batalla con las potencias, en revancha ella lleva una guerra sin batalla, una guerrilla contra ellas ».
( Gilles Deleuze )
Si comienzo con estas significativas citas del filósofo francés es debido a que sin dudar la trayectoria de Marina Garcés coincide en la visión de que la filosofía es un campo de batalla, en el que se desarrollan combates sin fin ( de Kampfplatz, hablaba Kant en su Crítica de la razón pura ). Su obra filosófica, la de la barcelonesa, a la que me he referido en más de una ocasión en esta misma red es de esas filosofías que entristece al menos a quienes defienden el status quo, bien como el mal menor o bien como el mejor de los mundos posibles, agarrándose para ellos a anestesiantes consensos ( el canto del Sí y el Amén que decía Zaratustra) que pretenden salvar el barco que hace aguas por todas las esquinas; en este tenaz empeño por , en vez de conformarse con las ideas dominantes, dañar la estupidez de la que hablase Nietzsche; este conformismo se contagia al medio intelectual , en el que los más célebres filósofos mediáticos y mediatizados haría buenas las afirmaciones que hiciese Jacques Bouveresse con respecto al caso hexagonal, haciéndose eco de las críticas de Jacques Derrida y el aluvión de ataques que hubo de soportar por ello: « El medio filosófico que, por definición, debería ser crítico, subversivo y preocupado del cambio, es en realidad terriblemente conservador ».
Si he señalado todo lo anterior acerca del modo de encarar la filosofía por parte de la pensadora catalana, es debido a que este mismo mordiente crítico se muestra en su modo de actuar como ciudadana comprometida como deja ver en su última obra : « Ciudad Princesa » ( Galaxia Gutenberg, 2018), lo que hace que en la treinta y tres crónicas que se presentan en el volumen se da una coherencia absoluta entre su concepción de la filosofía y sus posicionamientos en lo que hace a la intervención política : una postura que se inclina del lado de la horizontalidad frente a la verticalidad, de la pluralidad ante los intentos de unidad, una visión nomádica frente a la sedentaria, y una apuesta por el rizoma versus el modelo arbóreo, por hablar en deleuziano. Ni en dioses, reyes, ni tribunos…que tratan de domesticar las luchas, con el fin de encaminar al personal movilizado al redil del orden establecido. « Desconfiad de quien quiera poner orden. Ordenar, es siempre convertirse en dueño de los otros molestándoles », decía el bueno de Denis Diderot.
Diré en primer lugar que la faja de la obra apunta fino: « Un relato en primera persona. Una crónica de ciudad. Un ensayo de pensamiento », y es que ciertamente nos encontramos con una especie de novela de aprendizaje ( Bildungsroman en el que se toma como punto de partida : en el principio fue la acción) de la autora en el campo del compromiso, mas no un compromiso respondiendo a un programa pre-establecido sino guiado por la acción ciudadana en el escenario de la Ciudad Condal, todo ello acompañado de unas reflexiones acerca del movimiento y del contexto en el que se desarrolla; nada de promesas de futuros luminosos, iluminados por el correspondiente manual que todo, o casi, lo explican…sino una acción abierta a un porvenir abierto, como diría Ernst Bloch.
Supone así la obra un relato de diferentes luchas que han ido conformando la concepción de la autora en torno a la amistad y la solidaridad creadas en los diversos combates en los que se ha implicado, desbrozando a la vez el panorama de los vendedores de motos averiadas como si de potentes y lucidas motarros se trataran…la transición ejemplar, las maravillas de la Constitución del 78 , las propuestas desinfladas de la supuesta izquierda, líderes dichos socialistas en cabeza, o los trucos malabares de los usurpadores del 15M… y otras maravillas que componen la panoplia al uso, y al abuso, como las excelencias del Estado, el monstruo más frío entre los monstruos fríos que dijese el otro. No se corta en este aspecto, Marina Garcés, de llamar a las cosas, y a las personas, por su nombre, guiándose por aquello que el filósofo del martillo pusiese en boca de su Zaratustra: « buscar vuestro enemigo y hacer vuestra guerra a favor de vuestros pensamientos ». Las crónicas dan cuenta de las luchas que van desde octubre de 1996 a octubre de 2014, en la ciudad post-olímpica que se dejaba arrastrar por los suculentos negocios que prometían, poco menos, que convertir la Ciudad Condal en la capital del mundo: desde la ocupación del cine Princesa al referéndum del 1-0 ( « más que un choque entre dos nacionalismos o entre dos “soberanos”- Mariano Rajoy y Carles Puigdemont-, lo que vivimos esos días fue el conflicto entre dos sentidos de la soberanía: la que pasa por la mediación del Estado y sólo puede ser reconocida a través de ella y la que se sustrae, precisamente , de esa mediación para autodeterminarse e instituir otra instancia para la decisión colectiva. Esas instancia es la que ha recibido el nombre de República…»). Y au milieu de la mêlèe, afloran los dardos contra el tripartito catalán, el zapaterismo, se muestra el empeño por hallar la debida concordancia entre las palabras, usadas por el uso y el abuso, con las cosas ( mejor sería decir, con los hechos) para lo que se acude a la compañía del socialbárbaro Daniel Blanchard, en vez de repetir las cantinelas siempre repetidas como si fueran oro de ley, opta por agarrase a aquel consejo de Nietzsche: «¡ Si queréis privar a las mejores cosas y estados de todo honor y valor, seguid hablando de ellos como hasta ahora lo habéis hecho !», sacando lecciones de las acciones en campañas varias: Espai en Blanc, okupaciones, Dinero gratis, luchas contra la guerra, el referéndum de autodeterminación y su represión…imposible dar cuenta de todas las acciones en las que el yo se convierte en nosotros ( un nosotros sin nombre, hecho de todos nuestros nombres ) y en las que , como un prueba de fuego, se ve a cada cual sacar lo mejor o lo peor de sí mismo. El rastreo deja ver también las relaciones y lecturas ( si antes he nombrado a Blanchard, se ha de añadir a su presencia, las de Paolo Virno, Antonio Negri y Michael Hardt, y las lecturas de Deleuze y Guattari, Manuel Castells, Michel Foucault, Pierre Clastres, John Holloway, La Boétie, Jacques Rancière y muchos más [ si cito los nombres es más que nada porque la mera mención de éstos indican con tino la orientación de la tendencia de la filósofa y activista]) ; un combate permanente por luchar contra la ciudad-empresa tomando el espacio público como bien común, y los actos paralelos – y la creación de Agencias- organizados con motivo de algunos organizados por el MACBA o con ocasión de un Fórum Universal de la Cultura…y somos conducidos a ver lo que se oculta tras la guapa i dolça Barcelona, los deshaucios, la represión, los intereses mercantiles primando, etc., etc., etc. …Y tenemos la ocasión de conocer los intentos manipuladores de algunos movimientos, la rebaja de planteamientos por parte de algunos partidos y organizaciones con tal de ser admitidos en el selecto club de la política institucional, o el desinfle de algún deleuziano de pro, al que al cabo de tiempo el traje del rebelde filósofo le vino grande…el calorcillo del pensamiento dominante siempre resulta más acogedor que permanecer en la intemperie…y sin barandilla.
Y a lo largo de las páginas nos enteramos también de los aspectos biográficos de Marina Garcés: sus orígenes familiares, sus estudios, la elaboración de su tesis ( En las prisiones de lo posible ), su trabajo en la universidad de Zaragoza, sus viajes, el conocimiento como profesor de Santiago López Petit, sus posteriores encuentros en la lucha y los dos hijos en común…
Una exploración lúcida la realizada por Marina Garcés, que parece conducirse por las prescripción lyotardiana de seamos paganos, seamos justos…posicionándose, inequívocamente, del lado de posturas de autonomía frente a las voces heterónomas que exigen obediencia a las consignas de los comisarios de turno, mostrando una coherencia con las luchas a pesar de que estas aboquen al aparente fracaso , si se minusvaloran algunos aspectos que se crean en las barricadas – es un decir, claro- de compañerismo, amistad, solidaridad…y como recomendase el autor de Diferencia y repetición: mientras escapas coge un arma- es otro decir-.
Un libro que pretende funcionar « como una pequeña brújula de bolsillo con la que encontrar caminos posibles entre lo imposible y lo necesario ».
N.B.: No es la primera ocasión, como ya he señalado, que me detengo en alguna obra de la autora:
https://archivo.kaosenlared.net/la-filosofia-y-la-vida/
https://archivo.kaosenlared.net/filosofia-en-la-calle/
https://archivo.kaosenlared.net/marina-garces-una-ontologia-del-presente/