El abuso del lenguaje y el lenguaje del abuso
A comienzos de enero, la Comisión Directiva de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA) emitió un comunicado reclamando el cese de la masacre contra Gaza, el retiro de las tropas israelíes y la libertad nacional para el pueblo palestino. Lo mismo hicieron miles de organizaciones y de intelectuales alrededor del mundo.
A Mario Goloboff (Ñ Nº 277), sin embargo, la condena a la masacre le pareció un "escándalo conceptual y verbal". En esta nueva moda de reemplazar el compromiso concreto con la realidad del mundo por el estéril trabajo de pasarle el peine fino a los textos, Goloboff condena al comunicado como "un abuso de lenguaje". El maltrato al idioma adquiere un status superior al crimen de lesa humanidad condenado por la declaración. El drama humano y la cuestión política de la masacre de Gaza quedan convertidos en una cuestión de "relatos". Se monta así la coartada lingüística para cambiar el escenario de la contienda: de la lucha contra la masacre a un torneo del sofisma. Goloboff se vale de Primo Levi y de su "análisis de los infinitos niveles de degradación del infierno de Lager", no para imaginar la vida de un niño palestino en el campo de concentración que es Gaza, sino para reivindicar la necesidad de "hablar de matices". Este giro no es ya un abuso de lenguaje sino un insulto a la inteligencia.
"…es obvio -nos dice Goloboff- que condeno la brutal intervención de la armada isarelí en territorio de Gaza". ¡Es obvio! Lo obvio no necesita ser enunciado, es una redundancia, por eso Goloboff ha esperado la declaración de la Comisión Directiva de la SEA para hacerla conocer. La condena a la "brutal intervención" funciona como taparrabos para denunciar la condena de la SEA. Él mismo califica a su condena como "un instante ritual" -o como diría un político all uso nostro, es una condena para la gilada. Goloboff hubiera preferido, como se desprende de su texto, que el comunicado se limitara a una referencia a la "brutalidad" de la intervención, para comulgar con los pronunciamientos de las cancillerías que apoyan a Israel – "una reacción desproporcionada". Todo muy bien, muchachos, pero se les fue la mano. Para la diplomacia israelí, los pronunciamientos que se hagan dentro de estos límites son "fuego amigo". En realidad se trata de una guerra del colonizador contra el colonizado -la política de expulsión de los palestinos de sus tierras, viviendas y propiedades- por otros medios.
Según Goloboff, el conflicto en Palestina se inscribe en "una tragedia de siglos", con sus "zonas grises"; otro recurso del escritor para escabullir el bulto. En realidad es un conflicto moderno de colonización y de expropiación, que en cualquier caso el intelectual debe esforzarse por ponerlo en claro y sacarlo de la nebulosa. Aquí, Goloboff se olvida de los "matices" y toma la historia al voleo. La nueva generación de historiadores israelíes, como Benny Morris (un furibundo antipalestino) o Ilan Pappé, han aportado documentos abrumadores sobre la expulsión de los palestinos de sus tierras y pueblos, por la vía de la acción militar, la propagación del pánico, los saqueos y los asaltos. Goloboff prefiere la versión de la "historia oficial". Por eso su condena a la "brutalidad" tiene más de un matiz, la sazona con una "condena a ambos bandos" -otro "instante" que ya no es tan "ritual".
Cierto que este tema da para mucho más de cinco mil caracteres. Mal que les pese a Goloboff y sus adherentes, pueden leer a su (y nuestro) admirado Juan Gelman -quien sin dudas se alinea, sin proponérselo, con la posición de la SEA. Consulten en www.juangelman.com/wordpress/?p=497.
"Es cada día más evidente que la invasión israelí a Gaza no es una mera represalia: las tropas de Tel Aviv bombardean sin piedad blancos civiles y los daños colaterales de niños palestinos se estimaban, hasta el domingo pasado, en un 20 por ciento de los muertos y un 10 por ciento de los heridos…"
La SEA no es una ameba, agrupa a personas que se valen por sobre todo de su intelecto. Contestar "no fumo" ante el drama humano, social y político de la masacre en Gaza hubiera sido el equivalente a una prostitución intelectual. La Comisión Directiva asumió la obligación de pronunciarse, bajo su exclusiva responsabilidad (en consonancia con el artículo 2 de su estatuto,  que propugna "la observancia y el respeto a los derechos humanos internacionalmente reconocidos"); y de este modo ha abierto el debate. Goloboff reaccionó después, no antes, de la declaración en cuestión; no lo hizo para contrastarla con una posición política alternativa. Como organización gremial, la SEA representa a todos sus afiliados sin distinción, política y culturalmente. No es una segregación biliar de sus afiliados, sino una articulación plural -a través del disenso y de la polémica. El silencio no es solamente la peor opinión; consagra además las relaciones de poder y de violencia establecidas.
El debate se encuentra abierto, y mientras nos abocamos a darle forma de mesas redondas y asambleas, habilitaremos un correo electrónico para procesarlo. No aceptaremos que el gremialismo de la SEA se use como pretexto para vaciarla de contenido social y pasarla por el rasero de su mínimo común denominador. Como toda experiencia debe dejar un aprendizaje, lo que hemos aprendido es que hace mucho tiempo que debimos darle más fuerza a la intervención de las escritoras y los escritores de la SEA en nuestro compromiso con la vida social.