El 1 de Mayo para niños y niñas de Colombia
Niñas, niños y adolescentes trabajadores, y sus familias en Colombia.
 
Toda mañana,  y toda tarde, y toda noche incluso, del primer día  de Mayo, se recuerda en muuuchas partes del planeta como el día del trabajo, como la fecha  mundial de todos  los trabajadores.
 
Y como a muchos gobiernos les interesa que nadie recuerde que es un día muy importante, tan importante para los obreros como la Navidad lo es para los niños y las niñas; lo convirtieron en día festivo, es decir en día de vacación obligatoria.
 
El único país donde no se recuerda oficialmente el día del trabajo es Estados Unidos. ¿Saben por qué? Porque ese primero de mayo se rinde memoria a la primera huelga de trabajadores que la  acabaron a bala en aquel país y  sus cinco líderes, jóvenes, muy honestos y valientes, fueron ahorcados en público, por exigir que los niños no trabajen en condiciones humillantes, que las mujeres no trabajen más de ocho horas, igual  los hombres, y que la gente gane un salario acorde con su sudor.
 
Luego unos hombres muy malos, los nazis, convirtieron en vacación oficial por primera vez el día del trabajo. Y esa fecha la secuestraron para que nadie luche por sus derechos al pan y al trabajo digno, ni se acuerde de aquella huelga famosa de un primero de mayo, sino para que aplaudan al gobierno de turno. Han pasado muchos años y… ya nadie recuerda estas cosas.
 
Trabajo es una palabra que me dá mucho trabajo explicarla. Proviene de una palabra latina: "pallium", que quiere decir tortura.
 
Y es que el trabajo -a veces- puede ser una tortura, cuando no es reconocido con justicia, cuando se lo hace en condiciones de inhumanidad, de humillación, o cuando debemos trabajar en algo sin que nos guste.
 
Por eso será que el mundo ideal,  para algunos,  es aquel en donde no tengamos que trabajar para vivir, sino vivir para ser felices. El derecho a la pereza, lo llamó un luchador querido, un moreno cubano que fue nuero de un viejito que fue muy solidario con los trabajadores y que se pasó toda la vida luchando y estudiando en favor del trabajo en condiciones de libertad, no de esclavitud. Ese viejito era un alemán de barbas enormes, y se llamaba Carlitos, creo que se llamaba  Carlos Marx. Bueno, su  nuero era latinoamericano, fíjense, y se llamaba Paúl Laforgue, y  decía que no puede haber un mundo ideal con el trabajo como ideal, porque el trabajo es alienante, porque nos roba tiempo y nos quita horas que debieran estar dedicadas a soñar, a luchar, a reír, a jugar, a ser felices, a amar, a caminar, a admirar una puesta de sol, a enmudecer mirando la lluvia, a gozar de la hermosura de los animales, a llorar de emoción oyendo, sintiendo o viendo  la belleza de la naturaleza.
 
Pero si el trabajo  algunos lo  reivindican como ideal de la  existencia, pues respetémoslos… de acuerdo.
 
Pero, ojo,  eh, que sea  el trabajo para todas y todos, en condiciones de igualdad, de justicia, de solidaridad, eliminando la explotación, la humillación, el egoísmo. 
 
Bueno, yo tengo un sueño, como todo ser humano lo tiene. A mí me gustaría un mundo que sea gobernado por los niños y las niñas de la Tierra. Y un mundo en que los niños, niñas y adolescentes no trabajen, no deban trabajar nunca, un mundo donde solo puedan  reír, jugar, comer, educarse, estar sanos, amar y ser amados.
 
Pero si aún tenemos sociedades donde los niños, niñas y adolescentes tienen que trabajar, pos ni modo. Que por lo menos sea un trabajo en condiciones justas y excepcionales, sanas y dignas, respetuosas y seguras.
 
Déjenme  reivindicar a ese amigo loco,  Paul Laforgue, o sea reivindicar el derecho humano a la pereza, porque no entiendo ninguna revolución, ningún  sueño de cambio si no  es hecho  con placer, con risa, con juego y con sueño. Y hasta con siesta. No entiendo ni quiero un mundo ideal donde el ideal sea solo el trabajo, el ganarse el pan con el sudor de la frente.  No, qué aburrido un planeta donde el trabajo sea el principio y el fin de todo.
 
Hoy sólo los ricos, ¡epa!, algunos ricos,  gozan ese derecho, pero a su manera. Es decir, no viven en verdad ni son felices, se la pasan contando la plata que acumulan gracias al  sudor de muchos,  o contando  los billetes como cierto señor acumulaba números en un planeta que el Principito abandonó por suerte y para siempre.
 
Yo no quiero que ellos,  los avaros,  no gocen de ese derecho. Sino los niños y niñas de la Tierra.
 
El pallium era un instrumento de tortura de los soldados romanos contra los esclavos. Y pallium quiere decir "trabajo".  ¡Epa!… ¡ya les dije antes!
 
En fin, les quería enviar, desde Ecuador, su país vecino, donde  también hay  muchos niños y niñas que trabajan, un gran abrazo, de cariño y de respeto a los niños, niñas y adolescentes, "sardinos, chinos y pelados" trabajadores, de Bogotá y de Colombia, y a todas sus familias.
 
Le saluda un  soñador que ha  peleado seguidito  27 años, desde que era muchachito de 17 (sumen  ambas crifras y tendrán la edad de su servidor)  y que hoy está en el desempleo, desde hace nueve meses ya, que es otra manera de que se violen derechos: una persona que no tiene trabajo es una persona sin derechos para él y para toda su familia.
 
¡Pero no le hace!… aunque sea desempleado, sigue soñando, luchando,  viviendo, sonriendo, amando, recordando, jugando a veces, y adorando a sus  hijas, dos niñas de 8 y 12 años, como muchas de ustedes.