EH Bildu – Sortu: claroscuros actuales e interrogantes para el futuro

 

Por Petxo Idoiaga

Estos dos últimos meses, la coalición soberanista EH Bildu y la izquierda abertzale (Sortu, LAB, ERNAI…) han desarrollado una intensa actividad:

  • 18-O Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez, en nombre de la izquierda abertzale, comparecen en el décimo aniversario de la cumbre de Aiete y del definitivo final de la actividad de ETA y declaran que “nunca debió de haberse producido” el sufrimiento padecido por las víctimas de ETA (texto completo).
  • 6-N EH Bildu  firma con el Gobierno de Navarra el acuerdo a los presupuestos de 2022.
  • 20-N, acudiendo a la convocatoria de  la coalición soberanista EH Bildu  miles y miles de manifestantes recorren las calles de Bilbao, acto en el que Otegi recordaba  tres campos de confrontación con el Estado: “política social, política penitenciaria y políticas de solución democrática a los problemas nacionales” , a los que él mismo añadía: “EH Bildu propicia e impulsa, además de la defensa del escudo social, la defensa del escudo político y parlamentario que cierra las puertas a la derecha autoritaria” en el Estado español.
  • 22-N EH Bildu anuncia su apoyo a los  presupuestos generales del Estado (PGE) del gobierno central.
  • 28-N Sortu aprueba la ponencia Herrigaia que se toma como base para su Congreso del 22-E, frente a la ponencia alternativa Lurrari lotuz, en un ambiente de ciertas confrontación.
  • 29-N EPPK (colectivo de presas y presos de ETA) renuncia a los recibimientos públicos (“ongi etorri”) a su salida de la cárcel.
  • 1-D EH Bildu  firma con el Gobierno Vasco el acuerdo a los presupuestos del 2022. Dicho acuerdo recibe una crítica global del sindicato ELA, pero también del sindicato de la izquierda abertzale LAB. En este caso coincide en buena parte con la de ELA, que defiende la ”confrontación” frente a la actual situación.
  • 1-D organizaciones sindicales, entre ella LAB, así como diversas organizaciones sociales (algunas vinculadas a la izquierda abertzale y otras en las que la presencia activa de esa corriente es importante) convocan manifestaciones en todo Euskal Herria exigiendo la derogación de las reformas laborales vigentes y rechazando el proyecto de ley de pensiones.

 

Posiciones y debates en el proceso congresual de la izquierda abertzale (Sortu)

El proceso congresual de Sortu se inició el 19 de junio con un balance de los 4 últimos años de actividad que tuvo, en su Asamblea Nacional,  un 76,3% de apoyos. Este proceso finalizará el próximo 22 de enero.

El pasado fin de semana se votaron las dos ponencias que aspiraban a convertirse en el texto base sobre el que se podrán presentar enmiendas parciales y, finalmente, se votará la resolución que ha de marcar la estrategia de la izquierda abertzale para los próximos años.

Se presentaron dos ponencias alternativas. La llamada Herrigaia, elaborada por el Consejo Nacional de Sortu (con Otegi a la cabeza), y la denominada Lurrari lotuz, elaborada por un grupo de militantes entre los que se encuentran personas que  también han compartido represión, representación institucional y dirección en la izquierda abertzale[1]. De los 4.164 votos emitidos (52% de las personas inicialmente inscritas), 2.948 fueron para Herrigaia, y 919 para Lurrari lotuz.

Para entender el alcance del debate, quizá sea más práctico empezar con la perspectiva crítica de Lurrari lotuz. En palabras de su principal referente, Joseba Álvarez, el balance de la última década, a diferencia del tiempo que va desde 1959 (fecha de nacimiento de ETA) a 2011 (ETA abandona la actividad armada), es la pérdida de dinámica (y espacio) de la Herrigintza  (movimiento de construcción nacional vasco). Reflexión o crítica, lo plantea así:

El resultado de esta década de trabajo en el ámbito institucional ha sido prometedor. EH Bildu y EH Bai [coalición soberanista vasca en los territorios bajo administración francesa, N d T] son claros espejos de eso. Pero¿cuál es el estado de la herrigintza ¿Dónde está su impulso popular? ¿En qué consiste la función unificadora y la orientación abertzale de los cientos de luchas sectoriales que existen en Euskal Herria? La situación de la herrigintza es la misma que la de Sortu, debilitada y subordinada a EH Bildu y EH Bai. Hemos desequilibrado nuestra estrategia. El terreno institucional, las elecciones y las dinámicas institucionales se lo han tragado casi todo. Todo se hace en beneficio de las coaliciones EH Bildu y EH Bai, debilitando y subordinando la realidad de Sortu, hasta limitar nuestra visión ideológica y nuestra práctica política.

Tres son las diferencias fundamentales que Lurrari lotuz establece con las posiciones de la mayoría de Sortu:

  • excesivo peso de la política institucional;
  • afán por “centrar” el discurso y la práctica política;
  • pérdida de dimensión popular del soberanismo. Se añade, en concreto, que los apoyos a los gobiernos de Madrid y Nafarroa son “entendibles tácticamente pero emiten muchas sombras en el marco del proceso de liberación nacional”.

La posición diferenciada de Herrigaia puede resumirse en esta reflexión del mismo Otegi:

Hacer frente a la derecha autoritaria desde un punto de vista estratégico exige entender que se necesita un programa realmente democratizador en lo social y en lo territorial, y no juegos tácticos que hagan depender nuestros futuros en función de uno u otro resultado electoral.

No se trata pues y solo de impedir electoralmente el acceso de la ultraderecha al Gobierno, sino de alcanzar acuerdos entre las izquierda plurinacionales que pueden y deben de ser ampliables a todas las fuerzas dispuestas a impulsar una democratización en profundidad del Estado. Porque hacer frente a las derechas autoritarias no puede plantearse en términos de pura aritmética electoral y cruzando los dedos en cada convocatoria electoral. Hacer frente en términos estratégicos a las derechas autoritarias exige un bloque histórico plurinacional, democrático y de izquierda que levante y desarrolle un programa político, económico, social y territorial que haga imposible su reversión.

Desde esa perspectiva, el objetivo de Herrigaia sería “construir una Euskal Herria independiente, socialista, feminista y euskaldun”, ampliando a todos los activos sociales e institucionales la capacidad de incidencia porque “la vía unilateral requiere requisitos mínimos para su reconocimiento en el exterior. Un proceso democrático y basado en mayorías”.

Y cuatro son las palancas que, desde la ponencia Herrigaia se consideran (y deben combinarse) para garantizar ese proceso:

  • EH Bildu [EH Bai en la Euskal herria bajo administración francesa] con la idea de convertirse en un frente amplio de unidad popular,
  • los movimientos populares y sociales,
  • la izquierda independentista y socialista vasca (Sortu, LAB, Ernai…);
  • los espacios de alianzas que podrán adoptar diversas formas.

Ya sabemos que el papel aguanta cualquier argumento. Y es cierto que tanto una corriente de la izquierda abertzale como la otra, defiende la combinación de movilización y actividad institucional o que ambas aspiran a una República Socialista Vasca. Pero como esos papeles son las dos ponencias presentadas a debate en el congreso de Sortu, reflejan, sin duda, unos marcos de diferencias significativos. Y aunque la ponencia base que va a marcar la estrategia de Sortu los próximos años sea Herrigaia (no creo que las enmiendas parciales que se aprueben modifiquen su contenido principal), también es posible que la tensión entre ambas se mantenga e incluso que haya movimientos de posiciones de la militancia hacia un lado o/y otro. Más aún si, como analizaba Eneko Compains, del Consejo Nacional, se nota “el ambiente enrarecido cuando no enrabietado”.

 

Una mirada sobre la actividad institucional de EH Bildu

Apoyo la posición hacia las víctimas de ETA hecha por Otegi y Rodríguez en su comparecencia del 18-O y por colectivo EPPK el 29-N. De hecho son más que discursos, son serias intervenciones políticas, referenciales, sobre todo, para el movimiento soberanista más allá de las opiniones de estos o aquellos políticos. A mi entender, la crítica al “afán de `centrar` discursos y prácticas” que realiza Lurrari lotuz no sería apropiada si se refiere a esto[2].

EH Bildu tiene una presencia institucional que es un tesoro político: 21 escaños (PNV 31, Elkarrekin-Podemos 10) sobre 75 en el Parlamento Vasco y 7 en el Parlamento de Navarra (NA+20 y E-Podemos 2); 931 concejales y 83 alcaldías en la Comunidad Autónoma Vasca (PNV 1050 y 122 respectivamente); 320 concejales en Nafarroa (NA+ 298 pese a un % de votos mayor) y 4 diputados (PNV 4, E-Podemos 3) en el Congreso de Diputados.

Darle toda la relevancia posible es de sentido común, porque en ella y desde ella se proyectan dinámicas políticas del soberanismo de izquierda y porque esa relevancia es particularmente necesaria cuando la actividad institucional de EH Bildu casi nunca es noticia importante para los medios de comunicación de mayor alcance en la población de Euskal Herria y, menos aún, de España.

Además,  la actividad institucional de EH Bildu es, en general, correcta. Más allá de esa poquita cosa, que los medios de comunicación la reflejan, en los parlamentos, es buena la que se desarrolla abajo, en los municipios. Donde está en sus manos el gobierno municipal o cuentan con una presencia de oposición para influir en la actividad de estas instituciones, mantienen una presencia y activismo muy positivo para la sociedad. Y, al menos en algunos municipios, publican información sobre ello.

Pero si la perspectiva es, como dice Herrigaia, que EH Bildu llegue a ser un frente amplio popular, la actividad institucional tiene que tener por abajo foros populares (foros militantes amplios cuando menos) que sean sujetos de las orientaciones de dicha actividad y portavoces sociales de la misma. Y de esto hay poco. Poco o casi nada de asambleas, agrupaciones, foros o lo que sean, pero permanentes y mínimamente amplios, que, en sus ámbitos, determinen la dinámica política municipal. Mucho menos  aún espacios (más allá de las estructuras directivas) que dinamicen, controlen y expandan lo que debe ser una acción institucional de oposición de izquierda soberanista en las instituciones parlamentarias.

Aunque, como es mi caso, no se esté de acuerdo con todo lo que Lurrari lotuz plantea al respecto, creo que su crítica debe ser muy tenida en cuenta, porque tiene razón en esa perspectiva de convertir EH Bildu en un frente amplio de acción popular con la acción institucional como parte.

Un debate distinto es el que Lurrari Lotuz plantea como crítica a lo que llaman la “subordinación” de Sortu respecto a EH Bildu. Me parece, al contrario, muy positivo que la izquierda abertzale defienda que debe dinamizarse un frente amplio popular  y plural como sujeto político principal del soberanismo de izquierda (y del que la propia izquierda abertzale sea  una corriente activa; habría que añadir no acaparadora ni controladora).

 

Un mes activo para valorar las diferencias y las proyecciones de futuro

En tan solo un mes, desde fines de octubre a inicios de diciembre, hemos tenido suficientes discursos, acuerdos presupuestarios y movilizaciones para hacernos una idea bastante crítica, con las necesarias reservas y en absoluto con conclusiones definitivas (menos aún de condenas estigmatizadoras), de las estrategias de futuro de las izquierdas soberanistas e independentistas.

Sobre el apoyo presupuestario de EH Bildu al anteproyecto de los  PGE,  debe tenerse en cuenta, en todo caso, que se da a un proyecto neoliberal; que parte de una política neoliberal  de gobierno, en general, aunque contenga algunas reformas de interés.

Por otra parte, debe situarse dentro de una alfombra de acuerdos en los que, en un etéreo quizá, podrían caber la derogación de las reformas laborales, una modificación sustancial de la normativa sobre jubilaciones, la supresión de la ley mordaza, la reforma de la política penitenciaria, la creación de nuevos caminos democráticos respecto a los derechos de las naciones sin Estado y el escudo social tras los golpes provocados en periodo de pandemia contra las clases populares.

Las conquistas concretas de EH Bildu sobre los presupuestos (suspensión de procedimiento de desahucio en la Ley de Vivienda, el fondo de compensación de 85 millones para personas afectadas por el amianto, la extensión de la cobertura del canal infantil en euskera ETB3 a Nafarroa y otras cuestiones menores) no son una gran cosa. Mucho más importante es esa  posible alfombra de acuerdos antes mencionada.

Sobre los propios PGE vale leer las enmiendas a la totalidad de la derecha para ver, muy claro, el oscuro panorama de sus propuestas. Y, sobre los temas que están en esa alfombra, hay que pensar lo que ocurriría si los PGE fueran rechazados, lo que obligaría a un adelanto de Elecciones Generales con más que probable triunfo de la derechona (mírese el acuerdo PP-Vox en Madrid). Sería un desastre absoluto, un brutal retraso en derechos políticos y sociales al que, siendo optimistas,  se tardaría bastantes años en darle la vuelta. Considero, por ello, que facilitar la aprobación de los presupuestos es una posición correcta.

Hay que añadir tres pero... Esa primera conjunción adversativa es que el apoyo presupuestario se podría haber dado con la abstención y no con el voto favorable; me parece bien,  la apoyo, aunque no la encuentro muy relevante (en lo que polemizo con mi gente cercana) porque ambas posiciones se hacen para facilitar la aprobación de los PGE. La segunda conjunción adversativa, el segundo pero… es serio: dígase sin ambigüedad que la razón básica de facilitar los PGE es parar a la derechona, no el acuerdo de contenido sobre estos, aunque conseguir, de paso, algunas cosas esté bien; lo que no debe hacerse, y en el 2020 se hizo en exceso, es blanquear los PGE. El tercer pero…, relacionado con el anterior, es  el fundamental: alertar sobre los riesgos de incumplimiento de lo que parecía que podía (y debía) pasar con los temas que están en la alfombra, sobre qué hacer para que no haya incumplimiento y qué si este se produce.

Y empezando por el tema de pensiones y siguiendo por la reforma laboral, los hechos actuales resultan negativos en su conjunto. Como se ha contado al inicio, el 1-D miles de personas desfilamos en Euskal Herria defendiendo la derogación de las reformas laborales y contra la reforma Escrivá de las jubilaciones. Todo eso apenas se da más que superficialmente en los acuerdos presupuestarios de EH Bildu ni en sus discursos públicos. La crítica a su institucionalismo sigue teniendo todo su valor.

En el caso de Nafarroa hay muchas similitudes con lo planteado respecto a los PGE. Pero tiene interés particular analizar el acuerdo presupuestario de EH Bildu con el gobierno vasco.

En este caso no hay derechona a la que parar los pies (sobre 75 escaños de la cámara vasca PP+Cs tiene 6 y VOX 1), ni necesidad de facilitar la aprobación de los presupuestos, porque entre los 31 escaños del PNV y 11 del PSE-PSOE que forman la alianza de gobierno, ya tienen la mayoría absoluta. Añadamos que  las  pequeñitas reformas sociales logradas son incluso menores, en la misma perspectiva neoliberal, que las de los PGE. En ese contexto presentó el gobierno vasco su proyecto de presupuestas para el 2022. Y ahí comienza esta historia.

En la primera reunión protocolaria entre el gobierno vasco y EH Bildu, la coalición presentó 6 acuerdos políticos y 6 económicos sobre los presupuestos. Los acuerdos políticos incluían, como principales:

  • promover un  “acuerdo interprofesional”  para establecer un salario mínimo propio (basado en la negociación colectiva puesto que el SMI legal sólo lo puede fijarse desde el Estado) equivalente al 60% del salario medio de la CAV;
  • aprobar una ley propia de limitación de los precios del alquiler de la vivienda;
  • abordar la reforma fiscal creando una ponencia para el debate público al respecto a fin de que la nueva política fiscal entre en vigor en 2023;
  • y otras cuestiones de menor calado. Los acuerdos económicos se evaluaban en 118 millones (30 para la mejora de atención prihttps://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2022/01/69751e39686af408b0a05.jpg en sanidad, 8 para residencies, 40 para la transición energética, 2 para ayudas a personas necesitadas por las subidas de electricidad y gas, 35 para reducción de la pobreza y 3 para favorecer la emancipación de la Juventud).

En lo económico, el acuerdo incluye los 30 millones para atención prihttps://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2022/01/69751e39686af408b0a05.jpg, pero para el 2022 y “siguientes”; activar el Fondo de Sostenibilidad Energética de 90 millones que ya estaba aprobado el 2021, otros 10 para ejercicio futuro,  un incremento de 20 millones para proyectos de autoconsumo, así como 4 millones para situaciones de emergencia en personas, familias, etc. sobre consumo energético; 10 millones el 2022 y otros 10 en 2023 para reducir la pobreza y la exclusión social; 2 millones para la emancipación de la juventud.

Comparando con lo planteado por EH Bildu, está bien, hay conquistas de lo planteado. aunque desde el gobierno vasco esas mejoras se integran sin crisis presupuestaria mayor. Desde la coalición el discurso es que “estos no son nuestros presupuestos pero ahora son mejores para la gente”, por eso los apoyamos.

Pero en los acuerdos políticos la relación es negativa:

  • No hay un cambio estructural o, al menos, una reforma estructural significativa de la política fiscal, y en este caso EH Bildu ha aceptado, prácticamente, dejar de lado el tema, limitándose a la “elaboración de un informe” sobre medidas fiscales en el tema de alquileres de vivienda; el gobierno vasco dice que no hay competencias en política fiscal. Las juntas Generales de cada territorio tienen esa competencia y las relaciona el Órgano de Coordinación Tributaria, pero la propuesta política de EH Bildu ya era bastante suave porque se trataba de una ponencia para el debate público; lo que ocurre es que el PNV huye del debate sobre fiscalidad más que del fuego, y parece que EH Bildu ha aceptado retirar el tema a cuenta de lograr mejoras en lo económico.
  • En materia de empleo, “defender en todos los marcos” un salario mínimo interprofesional que sea equivalente al salario medio de la Comunidad Autónoma”  son buenas voluntades, sí, pero que las puede llevar (las llevará) el viento, porque requiere imponérselo a la patronal ya que tiene que fijarse mediante un convenio colectivo interprofesional, tal como dispone el Estatuto de los Trabajadores; lo que puede hacer el gobierno vasco es fijarlo como condición en los contratos públicos de las empresas adjudicatarias para que lo cumplan, pero esto no se cierra en el acuerdo presupuestario.las contratas públicas).

Y para un movimiento de izquierda soberanista estos debían ser los dos temas básicos. Además EH Bildu se compromete a no presentar durante el año presupuestario iniciativas que “contravengan lo acordado”. EH Bildu está repitiendo, paso a paso, lo que E-Podemos hizo el año 2020 con los acuerdos presupuestarios. Entonces fue un error, como lo razonó la coalición soberanista; un año después, es el mismo error.

No contraviene una política económica que, como antes hemos manifestado,  rechazan con mucha fuerza tanto el sindicatos ELA como el de la izquierda abertzale, LAB, así como el movimiento de pensionistas y otros movimientos. Tiene interés especial ver -en la documentación adjunta al inicio-  los elementos de la oposición de LAB (en este caso coincidentes en buena parte los planteados por ELA) por ser parte, precisamente, de la izquierda abertzale. Desde hace tiempo ELA y LAB, con muchas posiciones y estrategias comunes, mantienen una confrontación de espacios sindicales que no resulta muy clara. Pero, al menos en este caso, los análisis críticos sobre el pacto presupuestario en la CAV deberían permitirles generar una dinámica de oposición sindical y social confrontada a esos presupuestos…, genere la confrontación que genere también dentro de EH Bildu y de la izquierda abertzale, y genere lo que genere a sus propias relaciones intersindicales (temas de interés a analizar sobre su evolución).

Ahora bien, en los mismos días que se producen los acuerdos presupuestarios, EH Bildu organizó una masiva movilización popular en Bilbao considerando que, como se explicó en su convocatoria, fue más que una manifestación nacional y se planteó como “un espacio que EH Bildu ofrece para un reencuentro emocional, popular y político (…) de las gentes que queremos la independencia[3] nacional de este país, que queremos el reparto de la riqueza, que queremos una nación feminista, ecologista y antifascista.

Y la izquierda abertzale que, además de Sortu, son LAB, ERNAI y las miles de personas activistas en la potente corriente abertzale del feminismo, en el movimiento ecologista, en ese movimiento de pensionistas que lunes tras lunes, desde hace cuatro años, moviliza miles y miles de personas, en el de defensa de las personas refugiadas, en el de apoyo a los derechos de presas y presos políticos y  en un respetable etc., es en las movilizaciones donde está. Y LAB, lleva ya varias semanas promocionando la idea de una nueva Huelga General.

Todo esto se combina en el amplio espacio abertzale y soberanista de izquierda. Combinación compleja que, creo, se ha expresado también en el congreso de Sortu. A mí me interesa mucho seguir la evolución de todo ello y, en lo posible, participar en ella. Creo que es el mejor punto de vista desde la radicalidad política, social, cultural y personal.

04/12/2021

 

Petxo Idoiaga, forma parte de la redacción de viento sur

 

[1] Joseba Alvarez, Concejal Ayto. de Donostia 1987-1991, Mesa Nacional de HB 1992 y 2000, Parlamento Vasco y Mesa Nacional de Batasuna 2001-2005. Karmelo Landa, Eurodiputado 1990-1994,  Parlamento Vasco 1994-1998, Mesa Nacional de HB 1995-1997

[2] Creo que, no obstante, a la izquierda abertzale le queda por realizar un balance sobre el papel político de ETA respecto a los procesos y dinámicas de soberanía y socialismo de Euskal Herria, en particular, como lo he planteado en otras ocasiones, a partir de su dinámica tras el atentado de Hipercor (21 muertes 45 heridos) quince días después del mejor resultado electoral que había tenido HB (Elecciones Europeas 1987).

[3] Habría sido mejor, en mi opinión, decir soberanismo y no independentismo. El derecho soberano a decidir sobre el modelo de relaciones administrativas (políticas) con otras comunidades debe ser un principio democrático y la independencia un objetivo planteable, con todo derecho, dentro de él. Pero también caben otros objetivos. La Confederación, por ejemplo, formó parte de las propuestas realizadas desde EH Bildu en los debates sobre el nuevo estatuto de la CAV hace unos años.

 

Fuente: Viento Sur

 

 

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