Educación cívica para jóvenes inconformistas: El individualismo gregario.
INDIVIDUALISMO GREGARIO
Tienen que ocurrir terremotos, maremotos, epidemiasy pandemias para que tomemos conciencia de nuestra fragilidad y de cuán falsos son los ladrillos con los que se intenta mantener en pie este Sistema que niega a la conciencia su papel de sostén de de la humanidad.
Observando el movimiento de un hormiguero, su trajín continuo de idas y vueltas con sus habituales y fugaces detenciones donde las antenas de una hormiga toca las de otras antes de proseguir su camino, podemos tener la impresión de hallarnos ante una sociedad cooperativa y comunicada donde cada miembro cuenta. Pero, si por cualquier circunstancia, una de esas hormigas sufre un accidente y queda herida o muere, el río del hormiguero pasa de largo junto a ella. No parece existir conciencia alguna de lo que entre humanos evolucionados significaría compasión, solidaridad, ayuda, y otros términos semejantes. La hormiga herida ha dejado de cumplir su función, y se convierte en invisible para el resto.
¿No sucede lo mismo entre nosotros? Con cualquiera de nosotros,hormigas humanas de esta sociedad, si somos viejos, parados, enfermos, mujeres embarazadas, inmigrantes clandestinos, marginados sociales por pobreza, por creencias espirituales , por ideales revolucionarios, el hormiguero humano actúa de un modo semejante a como lo hacen los pequeños insectos de nuestro ejemplo con aquellos que tienen un accidente: deja de considerarlos útiles a la gran máquina social y tiende a hacerlos invisibles.
El principio utilitario es un principio primario y antiquísimo que en nuestras sociedades supuestamente cultas y modernas ha arraigado con enorme fuerza debido al sistema de producción capitalista. Y es ahora cuando se encuentra en estado agónico esta bestia que se alimenta de sangre y oro, es justamente ahora, en tiempos de crisis profunda de la economía, cuando más claramente se percibe el alma primitiva de este Sistema. Así, quien no es útil o rentable, que viene a ser lo mismo, es relegado sin miramientos y arrojado sin escrúpulos a la cuneta. Rápidamente se convierte en invisible por inservible, y pocos preguntan por su suerte. Es más: es posible que haya alguien al acecho por si puede apropiarse todavía de sus míseras pertenencias, si es que tiene alguna. ¿O es que nadie conoce cuántos viejos son saqueados por hijos sin escrúpulos, a cuántos sin papeles se les ofrecen los peores y peor pagados de los trabajos por el hecho de ser clandestinos? Y así podríamos hacer una larga lista de cuántos árboles caídos del bosque humano se intenta todavía hacer leña en vez de intentar ponerlos en pie.
Hasta los mendigos que duermen en albergues o en los bancos de un parque se procuran medidas de autoprotección porque pueden ser robados por otros mendigos.
¿Qué hace posible estos desmanes? Algunos dirán: Oh, eso esconsecuencia de la falta de conciencia social. Otros dirán: Se ha perdido el respeto a las personas. Y habrá quien afirme con toda rotundidad que lo que hace falta son leyes que castiguen con dureza a quienes incumplen su deber de ponerse de parte del prójimo en toda circunstancia y no en unas concretas que recoge el Derecho penal : Leyes que castiguen a quienes no practiquen la bondad. Cuántas respuestas insensatas y sensatas podríamos escuchar que no nos incluyan como parte del problema. Siempre son los otros los que carecen de bondad, compasión, altruismo y buenos deseos. Nosotros somos inocentes ¿quién lo duda? ¿Por eso nos permitimos dormir con tranquilidad mientras un sincasa muere congelado en la calle junto al edificio de calefacción central? Y ese bulto envuelto en una manta junto a la acera transitada, podría estar muerto o necesitar ayuda mientras la gente pasa y pasa.
¿Qué hay detrás de estos hechos que se mencionan?
Nuestra insensibilidad hacia las necesidades ajenas forma parte de un esquema pedagógico que todos los sistemas sociales de dominación se ocupan de difundir con mensajes como “ocúpate de lo tuyo”, “acumula”, “compite” “aprovéchate lo que puedas de quien puedas”, “los buenos son tontos”, etc. Por tanto estamos ante algo antiquísimo que forma parte de la conciencia de la humanidad -el egocentrismo-que ahora  es utilizado como ladrillo del edificio social por el capitalismo. En sus esquemas de perversión de los conceptos para que expresen valores negativos, el capitalismo utiliza el principio de la individualidad –que es algo legítimo- para convertirlo en individualismo, y el principio de comunidad cooperativa, que beneficia al conjunto,por el de gregarismo insolidario que beneficia al propio Sistema.
Podemos estar millones en un estadio sintiéndonos completamente ajenos al vecino. Es más, incluso en un mismo edificio apenas si existe relación personal. Puede darse un crimen al lado y todos los vecinos salen a la televisión afirmando dos cosas: que el criminal era un buen tipo y que nunca oyeron nada que les hiciera sospechar que se cometía un crimen.
Circulan por las aceras del mundo cientos de miles de personas ensimismadas dirigiéndose hacia los lugares que les han sido diseñados para consumir: cines, grandes superficies, cafeterías, restaurantes, teatros…Entran y salen solos, en parejas, en grupos pequeños. Es difícil que cada uno de ellos entre en contacto con otros.
Las ciudades, los edificios, los negocios, todo ha sido diseñado con la intención de convocar a multitudes que se ignoran entre sí.
Quisieran los dirigentes de este mundo – iglesias, estados, ricos- podernos convencer para prescindir de los sentimientos de unidad y hermandad como hacen ellos con los que dejan tirados en la cuneta de la necesidad sin que se mueva un músculo de sus rostros de pedernal.
El individualismo gregario es, pues, un pensamiento fundamental que pretende mantener en pie esta sociedad, pero tiene un defecto: realmente nos necesitamos.
El trabajo de los enemigos de la humanidad es evitar que nos los creamos.