Eduardo Galeano en el recuerdo
Como a muchos, quizás a centenares de miles, Galeano marco sus vidas, a través de un simple libro, desgarrador que se llama “La Venas Abiertas de América Latina”.
Quienes somos hijos de la revolución Cubana y del pensamiento de Ernesto Guevara, aquel libro se convirtió en nuestra biblia revolucionaria. Allí estaba el argumento teórico que nos indicaba porque teníamos que luchar. Nos relataba la América latina de los años 60, la dependencia, el papel del imperialismo, el rol nefasto de las oligarquías criollas.
Tuve la suerte hace alrededor de 15 años de conocer a Eduardo Galeano, en uno de sus viajes por Europa. Había sido invitado a dar una conferencia en el Concello de Soutomaior, un municipio muy cercano a la ciudad de Vigo, donde resido desde 1990. El alcalde de este pueblo por aquel entonces Fernando Pereira, amigo de Galeano, que había vivido en Montevideo, organizó una conferencia, que se convirtió en un gran suceso de público. Casi 200 personas se acercaron para escuchar a este destacado pensador uruguayo. Ante la noticia aparecida en los medios de comunicación, no dude de trasladarme los 20 kilómetros que separan Vigo de este pueblo, para escucharlo y tener el placer de conocerlo personalmente. Me hacía ilusión saludarlo y de alguna manera agradecerle su obra literaria y política.
Por otro lado, hacia tan solo un mes me había pasado un hecho curioso, que estaba ligado al propio Eduardo Galeano y su famoso libro. De alguna manera sentía la necesidad de contarle esta historia a él, personalmente. Aunque fuera una simple e intima anécdota.
Así fue como aquel día puntualmente, llegue al reciento de la conferencia y con mucha emoción escuche su intervención. Luego como de costumbre varios de los presentes pidieron la palabra. No tarde mucho en levantar la mano, para dar mi opinión. Quería a toda costa que Galeano conociera alguna de las historias de la proyección de su propio libro. Con mi acento argentino, en medio de un público gallego, comencé a relatarle lo que me había sucedido, una tarde en la ciudad de Vigo. Le comente que era gallego argentino. Que hacía poco tiempo había regresado a mi patria de nacimiento, escapando de las políticas neoliberales. También le agregue que en esos momentos estaba trabajando como empleado del ayuntamiento de Vigo, en la ORA. Como controlador de los automóviles estacionados en la zona céntrica de la ciudad. Un especie de policía municipal, con uniforme, gorra etc. Nuestro papel era poner multas a los coches que no pagaban el correspondiente estacionamiento.
Ante mi vos potente, con acento distinto, le fui narrando un hecho curioso que me había sucedido. Una tarde, le comencé a comentar, cuando recorría una calle de la ciudad, un coche medio antiguo, quizás tenía alrededor de 10 años , estaba estacionado sin el correspondiente tique. Al detectar esta situación me prepare para realizarle la obligatoria multa. Antes de hacerlo mire bien el coche, dando una vuelta a su alrededor. Hasta que miro que en el cristal del parabrisas, tenía tres pegatinas uruguayas. Una era la bandera del Uruguay, otra una de la bandera artiguista y la ultima del Frente Amplio Uruguayo. Al mirarlas quede sorprendido gratamente. ¡Es uno de los míos me dije! En ese momento me pregunte para adentro ¿lo multo? Seguí mirando el coche y dando vueltas, hasta que mire para adentro y observo en el asiento de atrás un libro. Por curiosidad miro por la ventanilla de que se trataba y me encuentro con la sorpresa que era Las Venas Abiertas de América Latina. Al verlo sentí una sensación impactante. Empecé a dar vueltas alrededor del coche y a pensar en el significado del libro. Recordé a los miles de compañeros de toda América latina que dieron la vida por los ideales que expresaba Galeano en ese libro. Pensé en mis compañeros desaparecidos. Me traslade en el tiempo y la emoción se convirtió en alegría. Apague la máquina electrónica de hacer multas y me dije hablando en vos alta como un loco – ¿cómo voy a multar a un compañero que lee Las Venas abiertas de América latina?-
Y seguí caminando mirando otros coches, preguntándome quien sería el compañero que estaba leyendo aquel libro, que nos había marcado tanto.
El publico en un silencio admirable escucho la historia, que salía de una voz emocionada. Al terminar mi intervención a parte de los correspondientes aplausos, también emocionados, Galeano me responde: – algún día esta historia la voy a incorporar a mis narraciones cortas-
Un año después, en una segunda gira, que coordine con el líder por aquellos años del BNG, Xosé Manuel Beiras, visitamos Montevideo y Buenos Aires. En el primer viaje con Beiras nos entrevistábamos con el fundador del Frente Amplio Liber Seregni y el intendente de Montevideo el arquitecto Mariano Arana. En la segunda gira el programa ya era más amplio y representativo. A parte de estar con la colectividad gallega, nos entrevistamos con Reinaldo Gargano, dirigente histórico del Partido Socialista Uruguayo, con Tabaré Vázquez, con Marina Arismendi del Partido Comunista. Y como no podía faltar – a través de amigos en común- organizamos una cena con Eduardo Galeano. Nuestro candidato por aquel entonces a presidente a la Xunta de Galicia, quería conocerlo y el propio Galeano tenía excelentes referencias de Beiras. Aquella cena fue mágica. Al saludarlo le recordé la anécdota que le había contado hacia unos meses. Volvió a sonreír y a decirnos lo mucho que le gustaba Galicia. Hablamos de su amistad con Pereira. Durante varias horas escuchamos las palabras poéticas del gran pensador latinoamericano. El mano a mano intelectual entre Galeano y Beiras convirtió aquella cena fraternal, en una noche histórica de esas que nunca más se olvidan. Fue el encuentro de dos grandes. El encuentro de dos hombres que soñaron que otro mundo es posible.
Eduardo Galeano ¡Hasta la Victoria Siempre!