Dos libros (más) sobre el POUM y la revolución española
  Lo cierto es que para congratularse. Sin ir más lejos, hace unos días que hablábamos de estos libros en la sala (repleta) que Traficantes de Sueños  tiene en Madrid, en un acto organizado con Viento Sur, y el próximo día 23 de este mismo febrero, el Ateneo Aragonés de Barcelona acogerá la presentación de otros dos libros más: Sois leyenda, el retrato ilustrado que nuestro amigos Salvador Trallero ha dedicado a la presencia de las Brigadas Internacionales en Aragón, y   el trabajo que el finado Manuel Benito dedicó a Orwell en Huesca…Para este jueves hablaremos de la edición catalana que ha realizado Ed. Base de El POUM en la revolució espanyola, traducción del original alemán de algunos estudios llevados a cabo por Reiner Tosstorff, que es, junto con Pelai Pagès, seguramente  el mayor erudito internacional sobre este partido que, a pesar de su carácter minoritario al lado de las grandes formaciones tradicionales,  ocupó un lugar singular en la revolución española.
  Mientras que a mí me tocará hablar de la obra de Tosstorff, a Pelai le tocará hacerlo de mi libro, Un ramo de rosas rojas y una foto. Variaciones sobre el proceso del POUM (editado por Laertes con el cuidado que le caracteriza), y no hay que ser muy profético para saber que volveremos a debatir nuevamente sobre el alcance y los límites de una revolución que se desarrolló sobre todo por abajo y que acabó siendo reprimida por la derecha republicana con la actuación especialmente terrible y controvertida del aparato estalinista  ruso e internacional apoyado en el PCE y el PCE, y fundamentado por la puesta en escena de un fanatismo delirante…De ello hablamos en el debate sobre la “Memoria Histórica”  marco del Foro Social Catalán (sobre el que ya informé en un artículo reciente), y en el curso del cual, José Mª Pedreño,  representante del Foro por la Memoria, proclamó un “Nunca más”, Nunca más a la guerra contra los nuestros, nunca más a la calumnia y al asesinato contra los disidentes. Por el contrario, ahora, en e momento de reconstruir teníamos que ser tan radicales como pluralistas…
    En aras de contextualizar este debate, conviene recordar que  desde los años sesenta cuanto menos, algunos representantes destacados yprovinientes del comunismo “oficial”  expresaron con firmeza su rechazo a los métodos estalinianos. Entre ellos, resultan especialmente interesantes dos mujeres, una sería  Lise London, de soltera Lise Ricol López (Montceau-les-mines, 1916), compañera de Arthur London, veterana militante comunista, hija de emigrantes aragoneses en Francia y compañera de Arthur London, quien en Roja primavera (Ed.  Del Oriente y del Mediterráneo, Madrid, 1996,), escribe: “En aquel tiempo, yo creía, como la mayoría de los comunistas que Trotsky –calificado de agente de Hitler– era el instigador de ese ‘golpe’ (julio de 1936), cuando en realidad lo condenó con dureza desde el primer día (…) También denunció, con justeza, la transposición de la política estalinista en España mediante los consejeros soviéticos que trabajaban en ministerios claves, especialmente en los del Interior y de la Guerra. Del mismo modo, puso al descubierto los mangoneos del Gepeú en la represión que siguió a la derrota del golpe de mano y su responsabilidad –desmentida siempre– en el asesinato de Nin y de otros dirigentes del POUM tras su detención. Su ‘desaparición’ se interpretó en la casi totalidad de los órganos de prensa y las radios como la prueba de que se habían pasado al campo de Franco para escapar de la justicia popular… Fue mucho después, al vivir en mi propia carne y saber, por las revelaciones de Kruschev, en 1956, de los crímenes de Stalin, cuando llegué a conocer la verdad y a comprender que nunca deben aceptarse incondicionalmente las afirmaciones, análisis y órdenes de los dirigentes políticos o religiosos. ¿Acaso no es la duda, como recalcaba entre otros Karl Marx, la principal cualidad del ser humano?” (pp., 384-385).
Otra, Irene Falcón, de soltera Irene Lewy Rodríguez (Madrid, 1907-1999), esposa de César Falcón, el director de Frente Rojo de Valencia y uno de los testigos en el proceso contra el POUM. Irene, conocida sobre todo como la “mano derecha” de Dolores Ibárruri, dejará escrito en sus memorias Asalto a los cielos (Madrid: Temas de Hoy, 1996; edición a cargo de Manuel Jiménez Escobar): “El ‘caso Nin’ fue diabólico y, contra lo que se pueda crear, además del propio Nin y sus correligionarios, las principales víctimas de ese nefasto episodio fuimos los comunistas españoles que para nada intervenimos en él. Sin embargo, a partir de ese momento tuvimos que sufrir la sospecha de nuestra participación en aquellos acontecimientos y, créaseme, nosotros en aquel momento no éramos conscientes de que tales hechos estuvieran ocurriendo. Hoy día no me llama la atención de que en Moscú tomaran decisiones que afectaban a la situación en Cataluña y de la guerra de España, pero en aquel momento, a mí, como a tantos otros, no me podía entrar en la cabeza que, quizá a escasos metros de donde yo había estado, se estaba tomando la decisión de aniquilar por medios criminales la disidencia poumista…” (1996; 143.)
En su prólogo, Manolo Vázquez Montalbán habla de una “Irene Falcón que también fue víctima del estalinismo y que sólo superó sus contradicciones mediante el recurso de un patriotismo de partido que para los militantes comunistas de mi promoción ya habría sido inaceptable”. Y añade: “Para entender ese patriotismo de partido que en tantos aspectos coincide con la alineación militante descrita por Adam Schaff, hay que leer con mucho detenimiento por qué y para qué se hicieron comunistas jóvenes universitarios como Azcarate, Semprún o Falcón, que eligieron el duro camino del desclasamiento y la persecución cuando habrían podido aspirar a un destino brillante y prepotente de profesionales reputados.” (1996; 14-15.)
En esta línea se situará una carta abierta de la Fundació Andreu Nin al PSUC en el contexto de la Perestroika, cuando la citada fundación llevó a cabo una reclamación directa a las autoridades soviéticas. En la carta se reclama de Treball, órgano de dicho partido, una rectificación de "las calumnias que durante los años 36 y siguientes se publicaron en los órganos del PCE y del PSUC, donde se acusaba a Nin y a sus compañeros del POUM de agentes a sueldo del fascismo". Y la respuesta vino desde una editorial de Treball desde la que pretendía “responder con toda claridad y solemnidad a las demandas solicitadas. Y lo hace claramente en un sentido positivo. Hace muchos años que el PSUC revisó críticamente los graves errores cometidos en el periodo estalinista. Estos errores no disminuyen el heroísmo y los aciertos que prodigó nuestro partido durante la guerra y en el largo periodo franquista posterior. En esta revisión no ahorramos la discusión sobre los hechos de mayo de 1937, de los que todavía hay muchas versiones legítimas (…) En lo que se refiere a la muerte de Andreu Nin, consideramos necesario investigar los hechos reales. La hipótesis de la intervención de agentes estalinistas parece bastante probable para muchos de los conocedores de la materia. Si en la investigación aparecen responsabilidades ligadas al PSUC, no seremos nosotros los que las escondamos, sino todo lo contrario; muchos hechos de nuestra historia reciente demuestran la voluntad de transparencia que nos guía… Andreu Nin forma parte del cuadro de honor de los dirigentes de la izquierda catalana de este siglo. El conocimiento de su vida (y de su muerte) es una asignatura que tenemos que estudiar todos los que nos consideramos herederos de su generación. Por lo tanto, el PSUC y Treball rectifican una vez más, formal y definitivamente, se adhieren a las iniciativas de la Fundación Andreu Nin y abren las páginas de sus publicaciones a todas aquellas contribuciones que nos puedan llegar en memoria de este histórico dirigente del POUM.”
En este debate intervino Manuel Vázquez Montalbán con un artículo titulado “La sombra de Nin es alargada”, en la edición catalana de El País (7-enero-1989), en cual se remite a la Perestroika, gracias a la cual se rompieron con todas aquellas “coartadas para el terror: la coartada del verdugo y la profunda coartada de la víctima, que, como el sándalo, perfumaba el hacha que la abatía”. Se refiere al “informe sobre la detención e interrogatorio de Andreu Nin nos recuerda un episodio emblemático del estalinismo a la catalana y a la española”. Está claro que “cualquier renacimiento del caso va a ser utilizado por la derecha cultural y política española para señalar la barbarie roja, como si la derecha pudiera descubrir barbaries en el ojo ajeno”, pero no menos “obvia” es dicha “utilización” como lo “es la división de la izquierda ante la reaparición del cadáver de Nin”. Reaparición (reiterada tiempo después), que plantea bien “de hacer justicia a los dobles perdedores de la guerra, los poumistas”, o paradójicamente ocurre que “la socialdemocracia descubre en el caso Nin una prueba metafísica de la maldad intrínseca del bolcheviquismo de ayer, de hoy y de mañana”. Montalbán llama a que “los comunistas catalanes no asuman el caso Nin como propio”, pero “no ha habido una reflexión del colectivo, del intelectual orgánico colectivo llamado partido y mientras no la haya la sombra de Nin seguirá siendo algo más que un efecto óptico y algo peor: una zona oscura de la propia conciencia”. (supresión resto)