El sistema patriarcal-religioso vigente necesita el dominio sobre la mujer añadido al dominio sobre la Naturaleza y sus recursos, al control machista de las instituciones y al de las conciencias en su más alto nivel.
La mujer se halla ante una verdadera conjura entre el poder político y el religioso para impedir que los valores que ella representa: el amor, la delicadeza, la sensibilidad, la intuición, el sentido de la realidad, la creatividad, la capacidad de trabajo, la abnegación, el deseo de paz y armonía, la alegría de vivir, y otros semejantes, sean asumidos masivamente por las mujeres hasta ser factores sociales predominantes. Por el contrario, se promocionan los valores del macho guerrero, violento, competitivo, adusto, infantilizado, dependiente, y otras cualidades propias del macho ególatra.
A esta labor de control, sometimiento o anulación del principio femenino en la sociedad se unen desde hace miles de años las religiones institucionales de oriente y de occidente. Por más diferencias que muestren a cualquier nivel, todas ellas coinciden en este punto esencial: la mujer no es de fiar. Debe ser controlada y sometida al hombre y da igual que sea hindú, musulmana, católica, protestante, o de cualquier otra religión clásica. Está ahí para servir, criar y satisfacer.
La mujer debe servir al hombre, procrear y ser objeto de placer. Y por extensión de esta idea, sólo es admitida por las sociedades machistas cuando sirve a estas como mano de obra sumisa y silenciosa. Sumisas y adaptadas al Sistema son también las mujeres que se integran en el ejército, o son ejecutivas o empresarias. Entonces se habla cínicamente de liberación de la mujer, cuando precisamente el machismo es sinónimo de un tipo de esclavitud dirigido por espíritus débiles y enfermos creadores de un sistema social basado en deseo de dominar, tener, atar a otros, que a fin de cuentas no es más que egocentrismo y miseria humana. Eso sí, algunas veces les dan un Nobel de la paz a algunas mujeres como se les otorga a algunos varones contestatarios. El escaparate debe funcionar.
¿Cómo puede liberarse la mujer en semejante Sistema mientras no se sacuda ella misma masivamamente la ideología machista con la que tan a menudo educa a sus hijos para su propia desgracia?
El falso cristianismo católico llegó tan lejos en su desprecio al sexo femenino, demonizado tanto como codiciado/reprimido que se atrevió a afirmar que la mujer carecía de alma y era un instrumento del enemigo de Dios para pervertir a los hombres y arrastrarlos a su famoso Infierno. Aún hoy no se le permite formar parte del clero.
Con ligeras diferencias en cuanto a la forma, han actuado las otras iglesias llamadas cristianas, en especial la luterana , como una losa sobre la conciencia colectiva femenina, transmitiendo ideas falsas sobre el valor y el papel de la mujer y decretando que deben estar relegadas, ocupar el último lugar, pero siempre al servicio del varón para satisfacción de alguna de sus muchas necesidades. Y de aquellas que a lo largo de los siglos osaron rebelarse contra esa condición impuesta, todos sabemos el precio que tuvieron que pagar, incluido el de la propia vida. Recordemos no más el caso de Hypatia de Alejandría. Y hoy mismo, en Alemania, lo que ocurre con Gabriele de Würzburg, aunque la lista de agredidas de un modo u otro podría ser tan larga que haria falta un libro entero para incluirlas.
Simplemente conseguir el derecho a voto, fíjense lo que les supuso. Y después de todo no era más que una puerta de acceso al reino del machismo. Sin embargo, Cristo, siempre defendió a la mujer, contra de lo que hacen las Iglesias que se llaman cristianas. Y los místicos, intelectuales libres y revolucionarios sociales de ambos sexos hicieron lo mismo. Todos ellos fueronsSus únicos garantes a lo largo de los tiempos. De nuevo nos encontramos ante el hecho de cómo el poder religioso y el poder civil actúan en perfecto maridaje antifeminista. Una pléyade de sacerdotes, intelectuales clase B, legisladores y jueces acompaña en su trabajo a gobiernos capataces de macroempresas y a los poderes sombríos que nunca se muestran físicamente, pero que trabajan unidos por el mismo objetivo: ata, separa, domina. A nivel sexual, económico, de poder o social: a cualquier nivel. Eso sí: las religiones hablan bien de la importancia de la mujer y de su sacrificado papel en la familia, etc., pero impiden que tengan el mismo poder y los mismos derechos que los varones, incluso en su propia organización. En la iglesia católica el grado de cinismo e hipocresía al que se llega en este punto es asombroso. Nombrar a María madre de Dios (nada menos) es una contradicción teológica tremenda (¿Dios tiene padre?), pero pretender que una virgen quede embarazada del Espíritu Santo y luego vuele a los cielos en cuerpo y alma es, además, un disparate científico que mueve a risa tanto como la resurrección de la carne en el día del Juicio o la presencia de Cristo en la ostia porque lo diga el cura con las palabritas mágicas del «Libro».
No obstante la mujer de la que tan bien se habla, y de la que María es el ejemplo supremo, no tiene acceso ni siquiera al sacerdocio, cuanto menos a los cargos jerárquicos en la iglesia católica, por ejemplo. Eva sigue siendo culpable a los ojos del clero. ¿Será por eso que los curas no se casan? ¿Será por eso que prefieren a inocentes niños y niñas para sus abusos sexuales?…Tanto y de tanta duración ha sido el esfuerzo combinado de las fuerzas retrógradas, que han convencido a Eva desviando, manipulando e integrando en el sistema frecuentemente los impulsos revolucionarios verdaderamente feministas de las mujeres obreras. Sin embargo ha habido siempre a lo largo de la historia social revolucionaria, la mística, la ciencia la literatura, las bellas artes y la filosofía, mujeres que superaron los condicionamientos y barreras sociales del mundo machista y cuyos méritos aunque más bien tardíamente no han podido ser silenciados. Por no hablar de las mujeres anónimas de espíritu libre que aquí y allá en todo el mundo se han puesto siempre del lado del progreso revolucionario en cualquiera de sus aspectos. Y casi todas ellas rechazaron a las iglesias institucionales por considerarlas con toda la razón dentro del campo enemigo, tanto en lo social como en su actitud antifeminista.
Mujer y fascismo en España
A consecuencia de la guerra civil en España surgió la Sección Femenina, rama del Régimen militar encargada de suministrar a las mujeres de los vencidos la cultura de los vencedores. O sea: había que confinar a la mujer en casa, al cuidado de la prole y a proporcionarle, en el mejor de los casos, algunos conocimientos prácticos hogareños para hacer bien su papel asignado de esposa y madre religiosa acompañada de numerosos programas de radio con objeto de encauzar sus ideas y educación sentimental dentro de la nueva España fascista. Esto supuso una ruptura muy fuerte con respecto a la cultura republicana anterior a la guerra civil, sensible a la defensa de la igualdad de derechos y contra el machismo y la religión católica.. Justo lo que el régimen del general Franco promocionó hasta la saciedad para asegurarse que los nuevos españolitos recibirían de parte de sus madres (y, por supuesto, de sus padres) las pautas educativas que los curas en las misas de obligada asistencia para los escolares, los cantos fascistas, y los cursillos de cristiandad se encargarían de completar.
A la mayor parte de las madres supervivientes de todas las guerras del mundo, no sólo de las españolas, madres de soldados en peligro de morir en el frente, mujeres y jóvenes violadas, encarcelados miembros de su familia o fusilados en cunetas las convirtieron en machistas y se llevaron media vida de su vida por delante. Ahora es la mujer la propagandista del machismo en la mayor parte del mundo. Lo sufre tanto como lo extiende. En esa filosofía educa a sus hijos varones mientras sus hermanas tienen que aprender a servirles desde muy pequeñas, aunque estén condenadas al declive estas relaciones en lo familiar debido precisamente a la incorporación de la mujer al mundo fuera de casa y a los profundos cambios en la estructura familiar tradicional. Esta es una puerta abierta de doble filo hacia la liberación, y quedan otras más duras de abrir y más cortantes.
La mujer maltratada, la mujer del campo de refugiados, la mujer violada, la mujer prostituida, la madre que ve morir a sus hijos en las guerras, la viuda sin recursos, la enferma desatendida, la condenada al analfabetismo desde niña, la mujer lapidada, las mujer esclavizada en sórdidas labores, la mujer… (¿Cuántos casos abarcaría esta lista de desgracias que tienen que soportar nuestras hermanas?).Y frente a todas ellas, ¿aguantaría la mirada la mujer soldado, la mujer presidenta de un gobierno que decide la guerra, la ministra del ejército que comanda las tropas, la jueza que firma una pena de muerte o envía a la cárcel a una prostituta, o la mujer que dirige una empresa que discrimina al sexo femenino en salarios o de otros modos? Y tantos casos más que resultarían bien engañosos sobre el famoso tema de la liberación de la mujer. La sociedad actual no sólo no libera a mujeres, sino que las engaña y la ata al carro de las perversidades del Sistema capitalista global.Hemos de proclamar con toda nuestra fuerza: La mujer es una víctima de primera magnitud en esta conjura de depravados machistas.
Es preciso asumir que su liberación es inseparable del proceso revolucionario que el mundo precisa a todos los niveles, empezando por la lucha contra el egoísmo, que unido a la violencia es la raíz del patriarcado y de la sociedad de clases.
En los nuevos tiempos que se van perfilando, nuevos valores y nuevas oportunidades de protagonismo social y personal aguardan a quien busque la verdadera libertad, sea hombre o mujer. Poco a poco observamos cómo todo el entramado de mentiras y perversiones que sostienen y dan forma a esta incivilización capitalista va cayendo ante el empuje de la verdad .Cada vez más mujeres comienzan a tomar conciencia y posiciones ideológicas de rechazo al machismo y finalmente Eva será rehabilitada y unidos los dos sexos en un frente común podremos conseguir que este Planeta sea un pequeño paraíso de paz, justicia, libertad y hermandad bajo la bandera del Amor. Sin Eva no es posible.
El amor es la energía que mueve al Cosmos y el factor liberador de mujeres y de hombres por encima de los tiempos históricos, todos pasajeros, pues es la energía que mueve las conciencias, la que únicamente perdura y por la que merece la pena vivir. Y vivimos, por cierto, gracias a todas ellas sin excepción.
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