(des)Huso Horario
Por Santi Ochoa
HUSO HORARIO
Determinado por la posición vertical en el globo terráqueo. Siempre tuvimos la zona horaria de Europa Occidental, la de Meridiano de Greenwich, igual que el Reino Unido (Barcelona está bajo Londres y Galicia bajo Irlanda), Portugal y las Islas Canarias. Pero desde 1940, por deseo de Franco y para agradar a Hitler, se adoptó el de la triunfante Alemania nazi y aunque el resto del continente también se ajustó al horario de Berlín para controlar mejor las operaciones militares, al final de la Segunda Guerra Mundial volvieron todos al huso que les correspondía, menos España. Y así hasta hoy. Si se anulara, desaparecería por fin la cantinela heredada del franquismo que nos ha acompañado toda la vida, «una hora menos en Canarias».
CAMBIO DE HORA
Adelantar / retrasar el horario oficial una hora cada 6 meses. Empezó a aplicarse en Europa en 1916, para ahorrar carbón en la Primera Guerra Mundial, y muchos países lo vienen empleando a trompicones desde entonces, siempre impulsados por EEUU y el capitalismo occidental. En realidad es para tener más horas de luz al principio del día, dedicadas al trabajo, y menos al final, dedicado al ocio. Se supone que es para ahorrar combustible, pero con el actual uso y abuso del aire acondicionado y la luz permanente en las oficinas está cada vez más cuestionado.
MODIFICACIÓN DE HORARIOS
Durante la Segunda Guerra Mundial los países europeos tenían unas jornadas laborales larguísimas y muy rígidas, que las cambiaron al final de la contienda, pero en la España de Franco todo ese proceso modernizador se paralizó por lo que mantuvimos los horarios menos flexibles de Europa, con la jornada partida como una de las señas de identidad del sistema laboral español, agravada por la escasez económica y la abundancia del pluriempleo del padre de familia. Una pauta que retrasó el horario de las comidas y que se ha perpetuado hasta hoy. Se ha olvidado que en el campo español, todavía sin industrializar, se comía a las 12.30 – 13 h. Hay que procurar reducir el tiempo de la comida, comenzar antes la jornada laboral y acabarla a las 18 h. Y no es una cuestión del clima, pues países como Grecia, Italia o Portugal no tienen estos horarios nuestros.
Los españoles trabajamos más horas que alemanes, franceses o ingleses pero con peores resultados. Más horas de trabajo no significa más productividad, sino al contrario pues la nuestra es de las más bajas de la OCDE. Además la jornada intensiva evita desplazamientos, reduce el tráfico en nuestras congestionadas ciudades, que redundan en ahorro en combustible, contaminación y gastos para los trabajadores.
Es necesaria ya una revisión gradual de estas tres cuestiones que logren la ansiada conciliación de la vida laboral, familiar y personal. Se van dando pasos en ese sentido, como en Baleares, que no quieren estar en el huso de Greenwich y prefieren mantener el horario de verano todo el año.
Santi Ochoa