Del atracón al hartazgo
Por Herminio
Últimamente, si acaezco aquí, en Kaos, siempre me sorprende el turno que a mí me toque, si es que alguno tuviese, vacio de inspiración. Todo me aburre y me sobra, sin que atisbe la ocasión de que fluyan a mi mente las ideas que otras horas se agolpaban sobre el umbral de la misma y pugnaban entre ellas, saturadas de elocuencias, en sus ansias de salir del vil agobio que las mantenía allí. Era tal la represión en que se hallaban que o bien, por fuerza, salían de su cubil o, por fuerza, lo reventaban. Y daba igual cuándo y cómo o cual fuese qué las mantuviese a raya. Que ya fuese al PCE, de sus tiempos, o ya seguido de IU, en los suyos, al PSOÉ, o al PPÉ e, incluso, hacia el mismo Pablo Iglesias (de antes de su caserío) con la Sra. Montero, las críticas nunca sobraban, fuesen o no adobadas. Sin embargo, casi repentinamente, sin saber cómo ni cuándo (sólo doy cuenta del hecho), todo se ha desvanecido.
Y no es que no quede nada, es que nada hay; ni había. Todo ha sido como un sueño; falso, como las pesetas rubias. Aquellas que, del pasado remozado de lealtades a Franco, dieron origen al euro, no menos falso y que reina, en continuidad arteramente mafiosa, desde los días de gloria de la madurez dorada del franquismo, brillando con toda su intensidad, cual fresco guía del norte, hasta nuestra actualidad sin que su brillo decaiga, porque el pasado reciente de lo ilusorio, de harto falaz, ya no existe, si no es para brillar más; como un lucero del alba que quiere resucitar.
Estamos de enhorabuena: El franquismo prevalece, renovado, sobre las otras quimeras, que no han sido, ni serán, realidad. Pero, si no es suficiente con la anunciación reciente del novísimo Rivera, ¿qué otra se puede esperar?