Cuatro años después: ¿Una crisis sin fondo?
Cuatro años después de que tras las hipotecas subprime, la economía capitalista descubriera que el fin de la historia, y de las crisis, estaba lejos, el mundo vuelve a la montaña rusa de la especulación, ahora la cuenta de las “apuestas” sobre la deuda y el déficit de los estados, que alcanzó su momento más llamativo con la rebaja, histórica, de la calificación de los EEUU. Para evitarlo, surgen todo tipo de propuestas de control de los supuestos responsables, los “especuladores”, los “mercados”, como si estos fueran entes “imaginarios” sin ninguna conexión con las personas y la vida.
Si no queremos quedar atrapados en las salidas socialdemócratas a la crisis (o ni tan siquiera eso, keynesianas), tenemos que retomar cuál es el motor de la crisis, que no es la deuda ni el déficit, es la caída de la tasa de lucro y la crisis del modelo de acumulación, lo que está generando conflictos interburgueses brutales (hay un viaje "secreto" de Hillary Clinton a la China y Extremo Oriente, pues China viene de constituir un mercado libre por fuera del ASEAN, y sin control yanqui), verdaderas guerras financieras donde se juega el futuro de la moneda que va a ser el referente (dólar, euro, yuan, o la moneda que propone el gobierno chines), y poner la que permitirá absorber el capital mundial para su burguesía, como sucedió con la libra en su momento o con el dólar ahora.
La deuda y el déficit son la propaganda para imponer algo peor. Son las palabras de orden actuales como fueron las hipotecas subprime en su momento. Pero son conceptos contables modificables por ley, como en el debate yanqui sobre el "limite" de la deuda y el déficit, no realidades económicas
Por ejemplo, en el Estado Español. Si realmente fuera un problema el déficit y la deuda, con sacar a la luz la economía sumergida, que constituye el 24% de la economía, el PIB español estaría fuera de la recesión. ¡FUERA DE LA RECESION! Pero en el Estado Español eso supone tomar una medida anticapitalista, pues 24% de la economía supone tocar, con ojos y cara, a los empresarios que la mantienen, que beneficia no sólo el pequeño o el autónomo, sino a los grandes, comenzando por los que controlan a 2 de cada 5 obras publicas mundiales (sí, mundiales), las grandes constructoras (FCC, ACCIONA, Ferrovial).
Si el problema fuera la deuda o el déficit, llega con subir los ingresos; esto se llama keynesianismo. Pero… el problema es más de fondo, porque en la situación actual de caída de la tasa de ganancia y de crisis del modelo de acumulación (petróleo, etc.), la única manera que los capitalistas conocen para subir los ingresos, dado que de la producción de bienes no puede hacerlo (este es el significado de la caída de la tasa de ganancia), es incrementando la explotación de los trabajadores y especulando.
El capitalismo esta atrapado en la vieja contradicción entre los capitalistas y políticos atados a los "viejos" modelos de acumulación de capital, que se concreta en un sistema de producción de mercancías obsoletas, y la incapacidad para que un nuevo modelo de acumulación de capital alumbre, y genere una nueva onda expansiva de la economía: es la concretización de la contradicción señalada en la Critica de la Economía Política de Marx, cuando dice que del choque entre el desarrollo de las fuerzas productivas con las relaciones sociales de producción, surge una "era de revolución social". Esta contradicción es irresoluble… salvo un retroceso salvaje en las condiciones de vida de la población en general, y en el concreto de la clase obrera.
Esto es lo que significa la destrucción masiva de fuerzas productivas. Destruir para construir. El capitalismo tiene salidas a la crisis, y la deuda/déficit no es más que una justificación para hacerlo sin tocar a los propietarios de los medios de producción.