Costa Rica: ¿Aprendimos algo?
Después del sainete de mal gusto representado por los diputados de Liberación Nacional en la Asamblea Legislativa, que incluyó en su coreografía a los del PASE, los “cristianos” (como es ya costumbre en ellos, venden el voto al mejor postor) y el PUSC (sin Fishman, que no es ningún tonto), al menos formalmente se ha tenido que volver hacia atrás en el desaguisado, gracias a una disposición de la Sala Constitucional y la resolución del Presidente del Congreso. Faltaba poco para esperar la reacción del PLN, que no se quedó calladito y con el rabo entre las piernas. ¡Para algo monopolizan el conocimiento acumulado de generaciones de mafiosos y cuentan no solamente con los capos más bravos, sino una caterva de “consiglieri” avezados en las lides de la corrupción, las torceduras de brazos, amenazas, evasión de disposiciones legales y desprecio a la Constitución Política!
Todo el mundo opinó, excepto los ex presidentes Arias, Calderón y Rodríguez, porque lo que es Monge nunca se queda callado, para incomodidad de sus correligionarios. Pero ni falta que nos hace que abrieran sus bocotas delictivas para decirnos nada. Y la actual gobernante, como es su costumbre, entornó los ojos al mejor estilo del oráculo de Delfos, dijo una simpleza, y ocultará las verdaderas razones por las cuales su partido –ensoberbecido a niveles luciferinos- quiso cobrarle a un juez independiente posiciones y sentencias que les incomodaban.
Pero la pregunta más importante de toda esta barbaridad que hemos vivido en los últimos días es: ¿qué hemos aprendido?, nosotros, los ciudadanos de a pié. Los que no tenemos ni voz ni voto en nada en este país cautivo de grandes intereses económicos nacionales y foráneos, los que padecemos el bombardeo absurdo de quienes desde sus púlpitos explotan la ignorancia del pueblo con temores de toda índole. Porque si Usted recuerda, el TLC se aprobó con tácticas de miedo, los gobernantes continuamente nos amenazan con diversas calamidades, cuando los descubrimos en sus tramáfulas, y las agrupaciones religiosas atemorizan con el fuego del infierno cualquier cambio que atente contra sus intereses.
Luego nos sacan a relucir debacles apocalípticas causadas por lo que ellos llaman “ingobernabilidad”. Pero, claro está, en su interpretación de lo que consideran que es: la existencia de mecanismos legales e institucionales que les impiden hacer lo que les dé la gana con los bienes del pueblo, para favorecer intereses gremiales, empresas extranjeras tan mafiosas como ellos, mecanismos de enriquecimiento ilícito, despilfarro de fondos públicos, y mil linduras más.
¿Qué hemos aprendido? ¿O no aprendimos nada? Dígame Usted, que es tan del pueblo indefenso como yo.
Para mis adentros aprendí varias cosas. En primer lugar, que el partido de gobierno quedó abiertamente en evidencia (si es que no lo estaba ya) con relación a sus tácticas mafiosas, incluyendo a la gobernante actual, que se ha caracterizado por tapar todas las porquerías cometidas por su correligionarios, justificarlas, e incluso darlas por válidas, lógicas y por demás necesarias para la “gobernabilidad” (repetimos, nada que nos estorbe en nuestros designios de políticos/empresarios/mafiosos). En segundo lugar, que los afectados se dejaron llevar por un exceso de celo, expresando barbaridades e incongruencias, por más que el acto de los diputados del PLN y sus corifeos fuese un esperpento jurídico. Cuarto, que la prensa del grupo plutócrata ha jugado un papel bastante ambiguo, pero finalmente a favor del gobierno, manipulando la información a su antojo. Quinto, que la reacción ciudadana es una señal inequívoca de que ya los costarricenses pensantes no les van a dejar pasar más barbaridades a estos corsarios de la política. Y sexto, que todo volverá a quedarse tranquilito, sin mayores consecuencias, porque las intenciones últimas de este estropicio no han salido a la luz, cuáles eran las de colocar en la Sala Cuarta “títeres judiciales” que sentencien a favor de los intereses propulsados por el grupito que maneja los hilos de la podredumbre del partido gobernante.
Le agradecería mucho que agregue Usted lo que aprendió de este incidente, en comentarios al articulito éste, porque estoy tan aturdido por el estrépito disonante de este sainete tragicómico, que a lo mejor me olvido de muchas cosas.