Contra el salvajismo del capitalismo, los trabajadores deben imponer su derecho a existir
No hay vacaciones de verano para los despidos: cada semana trae su lote de nuevos recortes de trabajo. Esta catástrofe social anunciada para cientos de miles de trabajadores y sus familias no impide en absoluto que Macron y sus ministros se jacten de sus medidas y afirmen que el gobierno salvará mañana los puestos de trabajo que no puede evitar que desaparezcan hoy.
Una semana después de su programa de televisión del 14 de julio, Macron volvió a aparecer ante las cámaras para elogiar el plan de recuperación de 750. 000 millones de euros adoptado por la Unión Europea. “Hemos luchado, pero lo hemos conseguido” pregonó, asegurando que los miles de millones distribuidos por Europa financiarían el 40% del plan de recuperación nacional. Dos días después, fue su Primer Ministro, Castex, quien describió el » plan joven» del gobierno como «lo nunca antes visto». Como si eximir a los patronos de las cotizaciones a la seguridad social cuando contratan a jóvenes, incluso para contratos de tres meses de duración, fuera una medida revolucionaria y no el enésimo regalo concedido a las patronales, que se declaran satisfechos por voz del Medef (CEOE francesa ndt)
Entregar miles de millones de dinero público a la clase media alta no es nada nuevo. Durante la crisis de 2008, ya habían fluido, y no se trataba entonces más que ahora de garantizar los puestos de trabajo de los trabajadores, sino de salvaguardar los beneficios capitalistas.
Así que lo que es histórico no son los paquetes de estímulo para la juventud, la economía o la ecología. Lo que es histórico es el alcance de la crisis que afecta a las clases populares y amenaza con hacer retroceder como nunca antes las condiciones de trabajo y de vida de toda la clase obrera.
En el mundo del trabajo, pocas familias se salvan. Decenas de miles de trabajadores precarios, interinos, con contratos temporales y autónomos ya han perdido sus ingresos. A ello se suman los planes de reducción de puestos de trabajo anunciados por los grandes grupos económicos, con sus consecuencias en cascada para los trabajadores de las empresas de subcontratación, para las empresas locales y sus empleados, y para la vida económica y social de regiones enteras.
Para aquellos que mantienen sus trabajos, los empleadores también ponen las cartas boca arriba: las condiciones de trabajo y los salarios deben ser aceptados con rebajas. Esta semana, el proveedor de automóviles Valeo reveló un plan de ahorro de 100 millones de euros a espaldas de los empleados, sin pretender siquiera prometer que los puestos de trabajo se conservarán. Después de deshacerse de 2. 000 trabajadores temporales, la dirección quiere imponer al resto de los trabajadores congelaciones salariales, pérdida de días libres, más horas de trabajo para los cuadros y trabajo nocturno en la producción a su antojo.
Desde el ingeniero hasta el trabajador, desde el trabajador contratado hasta el trabajador precario y en todos los sectores de actividad, ningún trabajador está a salvo en la guerra que los grandes capitalistas declaran para mantener sus beneficios a pesar de la crisis de su sistema. Y estos ataques al mundo del trabajo están arrastrando a toda la empresa hacia atrás.
Después de un tiroteo en Niza, el Ministro del Interior Darmanin, pescando en las aguas de la extrema derecha, habló del «asalvajamiento» de la sociedad y prometió medidas para restaurar el orden. Estas palabras no cambiarán el deterioro de las condiciones de vida en los barrios. La falta de civismo, la violencia y los tráfico que envenenan la vida cotidiana de los habitantes son un subproducto del desempleo y la creciente miseria. El salvajismo está ahí: es el de un sistema económico incapaz de proporcionar a millones de trabajadores un trabajo y un salario dignos.
Así, contra la lógica de los capitalistas y el gobierno a su servicio, los objetivos del mundo del trabajo tienen que enfrentarse entre sí. Para combatir el desempleo, el trabajo debe ser distribuido entre todos sin pérdida de salario. El dinero público también debe utilizarse para crear los millones de puestos de trabajo que faltan en los hospitales, el transporte, los servicios para ancianos o las escuelas, para construir los millones de viviendas cómodas y baratas que faltan hoy en día, sin que un centavo vaya a enriquecer a un gran grupo privado.
Esto requerirá una lucha colectiva y decidida de todos los trabajadores, la única manera de oponerse a la carrera al abismo que los capitalistas nos prometen.
EDITORIAL DE LOS BOLETINES DE EMPRESA 27-07-2020