Confidencias de un comunista supuesto. (II) Tesis 1 del Documento político.-1ª Parte
Tal como quedó anunciado más atrás, toca ahora lo concreto del motivo por el cual me veo obligado a expresarme aquí en Kaos. Nada busco en este acto, si no es lo que ya fue dicho: presentar este trabajo, sea malo o sea peor, como prueba y conclusión del malestar que me sigue dominando todavía a causa de cómo fue recibido por quienes me lo encargaron.
Os irá en cinco partes o tesis (por llamarlas de algún modo). La primera la más larga, aunque no la original,que lo era aún bastante más detallada en datos y razonamientos políticos sobre los últimos 30 años en sus diversas etapas, pero tampoco va tan mermada, ni mucho menos, como lo sería al final. No obstante, siendo la base de todas, lo esencial está en ella.
Las cinco tesis que conforman el documento, internamente, guardan la misma estructura. Las cinco están ideadas en tres partes, aunque éstas en la última versión no aparecen taxativamente delimitadas. En una primera parte de cada una se presentan las conclusiones adoptadas por el XVIII Congreso del PCE, en torno al tema de la tesis (como punto de partida, hipotético); en una segunda parte se trata de presentar cómo en qué o en cuanto nos afecta el tema en nuestra realidad concreta (la intención es presentarla en el oficio de antítesis, o algo así) y en la tercera se compone la conclusión o alternativa política.
De las cuatro versiones, habidas, según se había ido purgando el documento en sucesivas etapas, me decido por la segunda y no por la tercera más corta y que fue la que consideré definitiva. Porque tampoco se trata de ahorrar argumentos y esta me parece más completa, aunque signifique un mayor trabajo reproducirla y leerla, y porque además esto último es voluntario y, por tanto, a nadie obliga. Si es que descarto la cuarta, es porque no va de mi mano, y además, porque tan reducida ha quedado que ha derivado a lo absurdo. Y así, en la intención de a quién le complugo hacerlo, ya queda juzgado el acto que la redujo. Vamos, pues, con la primera
INTRODUCCIÓN:
Desde que nuestro Partido el PCE en su XVII Congreso, celebrado en 2005, había tomado la decisión de relanzar y fortalecer al partido, que voluntariamente habíamos tenido “congelado durante los últimos 15 años,” y aún después de habernos ratificado en la misma intención, un año más tarde, con motivo de nuestro VIII Congreso Regional del PCEX, han pasado 5 años, el transcurso de cuales, indudablemente, dado el punto de partida, nos obliga a una doble reflexión: Si la motivación principal de nuestra determinación de recuperar el Partido, había sido afirmada en la necesidad de fortalecer IU, la desaparición de esta fuerza política del ámbito parlamentario extremeño, ¿ha venido o no a fortalecer la conciencia de aquella necesidad primera de impulsar nuestra recuperación? Y aún en caso afirmativo, ¿continúa siendo válida aquella motivación o deberá ser simplemente la nuestra la que nos mueva, instigada por el riesgo de desaparición en el que se haya nuestra propia existencia política, como ente independiente en busca de una salida realmente alternativa a las opciones afines al sistema capitalista?
No vamos a contestar, sino que cada cual de nosotros deberá hurgar en sí mismo la respuesta, aunque si bien el trabajo reflexivo, como buenos comunistas, podemos realizarlo en común. La reflexión, más que nunca, aquí y en este momento, es necesaria, una vez más, antes de reemprender la marcha.
Porque es precisamente la conciencia de la necesidad de ser en nuestra propia existencia, la única que puede garantizarnos que existimos para ser nosotros mismos que no para ser sostener exclusivamente la vida de los demás. Pero además, porque recientemente hemos vuelto a renovar nuestro antiguo compromiso en el reciente XVIII Congreso del PCE, en el cual fijamos y aprobamos nuestra próxima tarea condensada en el siguiente texto:
“Tesis 1:La principal tarea del XVIII Congresodel PCE : Debe ser una tarea fundamental de este Congreso implicar al PCE en una lucha contra una salida neoliberal e incluso fascista de la crisis, consiguiendo mejorar la correlación de fuerzas en la lucha anticapitalista mediante un proceso de acumulación de fuerzas, en el camino de construir una alternativa que vaya desde lo concreto hasta el horizonte de la construcción del socialismo y el comunismo.
Y aún sin nuestro compromiso, necesitamos un PC. fuerte y organizado, porque:
– El capitalismo es el problema central y urgente de las sociedades actuales. Y el sistema que genera la crisis y los problemas para sobrevivir, nunca querrá ni podrá solucionarlos realmente.
– El capitalismo necesita imponer la desigualdad como norma, dentro y fuera de cada país, a través del control de un mercado basado en la rapiña.
– Cuando el capitalismo no acierta a solucionar sus crisis, impone las guerras o los choques étnicoreligiosos, que esconden la lucha de los grupos transnacionales y de los corruptos locales.
– En España, además del impacto de la crisis capitalista global y sus consecuencias económicas y sociales, hay la propia crisis, fruto de un modelo productivo desequilibrado, especulativo e irracional que ha hecho subir el paro al 20% (+ de 4 millones).
– El núcleo central de la corrupción en España es el sistema financiero, como la corrupción (comprar voluntades) es algo inherente al capitalismo.
– Los dos partidos PP y PSOE, más los nacionalistas y minoritarios han apoyado, defendido, o tolerado las políticas neoliberales fundamentadas en el modelo productivo que se ha derrumbado.
– El gobierno del PSOE habla de cambios, de un nuevo modelo. Pero no se trata de implantar un nuevo modelo, que sólo reproduciría las crisis bajo nuevos aspectos, sino de un nuevo sistema que sustituya al Capitalismo. Y para ello se necesita una fuerza comunista que logre establecerlo.
– Y porque en la historia de España, desde los tiempos de la II República, en la que se forjó el PCE, desde los de la resistencia civil contra el avance fascista, pasando por la etapa de la dictadura franquista y los tiempos más recientes de la llamada Transición Democrática, ha quedado demostrado el valor político determinante que para la sociedad española posee la existencia activa de un PCE. fuerte y organizado.
– Como que, en la actualidad, se evidencia que la ausencia del PC en las calles y de las altas estancias políticas ha privado a la clase obrera de la facultad de hacerse oír a través de su voz natural más representativa.
EN REFERENCIA CONCRETA A LA TESIS POLITICA:
A partir de lo anterior, se trata de presentar a reflexión del IX Congreso del PCEX. las propuestas que ahora siguen, elaboradas con la única finalidad de que puedan servir como hilo conductor de deliberación conjunta y al mismo tiempo de material motivador y objeto de debate del Congreso, del cual puedan derivarse, realmente, mediante el propio convencimiento las conclusiones teóricas comunes al Conjunto del PCEX., de tal modo que cada mente se sienta reconocida como parte integrante del Partido. Se trata de utilizar nuevamente el pensamiento reflexivo común, de tal modo que, partiendo de los principios teóricos a los cuales nos condujo anteriormente la reflexión sobre nuestra realidad contradictoria –que hoy nos parece pasada– y volviendo sobre ésta –la misma que nos acucia– en el intento de superarla, por medio del pensamiento común, lleguemos a reconocer que sólo a través de la aplicación de los principios teóricos que derivemos de nuevo de nuestro propio sistema de pensamiento lograremos superarla. Buscando la solución en nosotros mismos, compartiéndola en común, como Partido Comunista, nos daremos cuenta, entonces, de que la vía resolutiva a aplicar, seguirá siendo la misma. Y, si así ocurre, se cumplirá, además, otro objetivo: se verá reconocido que sólo en nosotros mimos puede residir materialmente el principio teórico unitario de cohesión del Partido.
Fue siguiendo el anterior criterio o método discursivo, pero en un intento de aproximación al método dialéctico marxista, como ha sido elaborada en su conjunto la tesis política que sigue. Dividida en varias partes (5 subtesis), todas ellas buscan un mismo objetivo: Que de todas ellas se deduzca, en conclusión, la imperiosa necesidad que hoy tenemos de fortalecernos políticamente a través de la única vía posible para nosotros: logrando revitalización del PCEX. Cada una de las partes comienza con el reconocimiento (A, afirmación hipotética) de las tesis del PCE, aprobadas en el último Congreso, en referencia al tema concreto que se define en el título. Le sigue, sobre lo mismo, la descripción, genérica o de un aspecto importante, de nuestra realidad más cercana, mediante la cual se nos niega la primera (B, negación o contradicción) y, ya en el tercer apartado de cada parte, buscando la superación de nuestra realidad contradictoria buscamos la solución, (C, síntesis), que de ningún modo, podrá contravenir a nuestro punto de partida afirmado en la primera. Lo cual nos sitúa, sin contradicción alguna, dentro de la línea política aceptada en el XVIII congreso del PCE., sin que ello nos obligue a ningún tipo de sumisión a la situación política en la que actualmente nos hallamos, con respecto a Izquierda Unida. De otro modo: Si lo anterior se afirmase en el IX Congreso del PCEX, aunque otras fuesen las guías, distintas a éstas que presentamos aquí, aunque pretendiendo el camino dialéctico marxista, lógicamente, estaríamos asimismo en la misma línea teórica que ha marcado el PCE en el XVIII Congreso.
I La concreción económica
A.- LAS CONCLUSIONES DEL XVIII CONGRESO DEL PCE. ANTE LACRISIS ECONÓMICA CAPITALISTA.
La naturaleza de la crisis económica capitalista en cuya nueva versión crítica nos hallamos, nos alcanza derivada de sus orígenes motivados en la dependencia casi absoluta de la financiación externa de nuestra economía con carácter extremadamente especulativo, orientado a la obtención de beneficios fáciles, inminentes y desmesurados, aunque predominantemente financieros y generadores de capital ficticio.
Pero también nos alcanza por las consecuencias resultantes del alejamiento de las necesarias orientaciones productivas, encaminadas a la obtención de bienes sociales de carácter básico, imprescindibles al uso de todos y, al mismo tiempo, igualmente encaminadas a la fabricación de los útiles necesarios y capaces de mantener la reproducción del sistema, en beneficio de toda la humanidad, dentro de unos límites lógicos de evolución racional, conforme a las leyes elementales de la Naturaleza y de sus ciclos reproductivos y no en contradicción con los intereses que deberán regir a favor de la conservación de la misma, es decir, que no alejándonos acelerada e irreflexivamente de todo lo que facilita la existencia de los hombres en condiciones de vida cercanas a lo natural, sencillas y favorables o dignas.
No obstante, aparte de las características comunes derivadas de las de la extensión de la crisis del sistema capitalista dominante, en España, como también ocurrirá en las diferentes naciones, la crisis adquiere además otras dimensiones, distintas o propias, basadas éstas o bien en la caída del anterior dominio ejercido en el sistema por un determinado modelo productivo, desde un sector o sectores predominantes en su área de influencia, o bien como consecuencia del fracaso, lógicamente extensible, pero calificable y cuantificable por la calidad del papel y del nivel de compromiso o proporción en la parte que la nación tenga asignados según el lugar que ocupa en la división del trabajo dentro del particular campo de dominio -para nosotros Europa- al que pertenezca o se haya adscrito.
En nuestro caso, la economía española, ya dentro del bloque capitalista de la UE, se vino especializando progresivamente en actividades y servicios de bajo nivel tecnológico orientadas hacia la asistencia al turismo procedente del exterior y a la explotación de una economía autogenerada, pero basada fundamentalmente en las capacidades de consumo interno, propias del momento o heredadas, pero sobre todo, financiadas interesadamente desde el exterior, y más en las últimas décadas, a partir de los años 80, principalmente, por la UE. En este contexto, el capital español se había especializado en la extracción de plusvalía absoluta, a través de la intermediación de los flujos financieros provenientes del exterior, en el saqueo de los salarios del futuro y del beneficio aportado desde la explotación de los recursos naturales y públicos.
Aún así, las expectativas especulativas del capital financiero hacia el ámbito industrial se habían centrado esencialmente en dos sectores principales, que resultaron ser los otros dos pilares fundamentales para la generación del movimiento de la economía española. La España actual, aparte de presentarse al mundo como un gran hotel oferente de asistencias placenteras ocasionales, en diversos grados y medidas, se reconvertía, por una parte, salvo excepciones, en ilimitada inmobiliaria y, por la otra, en una extensa concesionaria de automóviles. Todo ello lógicamente asistido por la creación y puesta a punto de nuevas vías de comunicación, de medios de transportes y construcciones públicas tanto de carácter funcional para servicios administrativos o como otras de carácter asistencial, educativo, deportivo, e incluso, de carácter meramente lúdico.
Los sectores de la construcción y del automóvil, así como las actividades auxiliares y las derivadas del funcionamiento de los mismos, constituyeron los motores de arranque y desarrollo de la economía española siendo promotores, directa o indirectamente, de la mayor parte del empleo activo y, sobre todo el último, de fácil acceso o rápida incorporación para los demandantes. Y es en los mismos en los que se ha generado principalmente la crisis productiva, en su vertiente genuinamente española.
Al igual que dichas actividades, alentadas por sus objetivos y fines, provocan y sostienen una determinada naturaleza de relaciones sociales, orientadas hacia la acumulación capitalista, aunque derivada hoy hacia una realidad en su totalidad ficticia, pero de efectos absolutamente dominantes para los individuos, para las sociedades nacionales, regionales y locales y para las masas del mundo entero, pues lo mismo, de la misma naturaleza de la cual se derivan las relaciones sociales, es de donde ha derivado la crisis con todas las consecuencias a las cuales nos conduzcan sus efectos.
B.- EL PCEX. EN EL CONTEXTO ECONÓMICO EXTREMEÑO.
1. Desde el VIII Congreso del PCEX.
Si nos hemos alargado un tanto en el apartado anterior, ha sido no tanto porque aceptemos como axioma marxista que las realidades económicas que se den en cualquiera sociedad condicionan totalmente a las restantes actividades sociales que en ella se puedan dar, sino porque lo que ahora viene, más que hablarnos de una realidad distinta, que nos sirva como antítesis del discurso de partida, sólo vendrá a confirmarnos, que también la economía extremeña, debe ser considerada como otra derivada, vía España, de la crisis económica capitalista y mundial (entendiendo por mundial al conjunto de países que se desenvuelven económicamente bajo la égida de lo que es conocido como “El Mundo Occidental,” y sus satélites.
Además, para entendernos en este mismo contexto, este apartado también vendrá a confírmanos que nuestro punto de partida de cuatro años atrás, había sido la negación indudable a la misma alternativa que por entonces nos habían presentado, al PCEX., como la única auténticamente válida a la economía extremeña. Partamos, pues, del recuerdo de marzo de 2006. De nuestro VIII Congreso, en el cual, primeramente, expusimos este texto:
“En los últimos 20 años, se ha configurado una sociedad neocaciquil y dependiente en nuestros pueblos, donde a la emigración de nuestros jóvenes y a la existencia de un paro crónico y altísimas tasas de precariedad en el mercado de trabajo se une la confianza ciega en la iniciativa privada, como base de desarrollo económico, por parte de las administraciones públicas.
“Rodríguez Ibarra (el PSOE, tanto como el PP) expresa bien su alianza con el Capital cuando denomina a los ‘emprendedores y ‘empresarios’ único elemento capaz de lograr el dinamismo de nuestra comunidad. No obstante, y tras 20 años, la gestión socialista se ha basado en la imprecisión y la incapacidad de planificar un modelo coherente y sostenible de desarrollo: la reciente apuesta por la Refinería es prueba de ello. Con esta industria daremos pasos irremediables hacia atrás.”
Y aquí, una vez más, recalcamos que en Extremadura es necesario construir el Programa de Estrategia Alternativa. Se trata de asociar el desarrollo de la Autonomía con las reivindicaciones sociales.No sólo del autogobierno, sino de impulsar una segunda descentralización municipal, la democratización de la vida política, el impulso de la economía social. Por ello el programa debería basarse en los siguientes ejes:
1. El desarrollo rural: un programa de intervención económica en el mundo rural que haga frente al continuo despoblamiento de nuestros pueblos. Este desarrollo rural debe basarse en las potencialidades y productos de cada comarca y en la preservación del propio ecosistema en el cual se integran dichas comarcas. La intervención de “lo público” en este desarrollo se hace imprescindible, entendiendo que ni el neoliberalismo económico, controlado por un número reducido de actores privados, ni la intervención estatal absoluta llevada a cabo por un grupo de actores públicos, es la solución, sino la intervención pública controlada por la máxima participación social.
2. El desarrollo sostenible y ecológico: Térmicas, refinería, central nuclear… éstas industrias no pueden constituirse en la alternativa a la cancelación de las subvenciones europeas que recibe nuestra región. Si esas son las soluciones, Extremadura devendrá en pudridero de todas las industrias contaminantes que el resto de países y comunidades no quieren. El desarrollo económico por el que apostamos los comunistas se basa en una nueva concepción de éste y en la implicación de las administraciones públicas en la propia economía.
3. La apuesta permanente por la centralidad del mundo del trabajo: Se trata de volver a situar a la clase trabajadora ante los problemas del mundo, de lograr que las y los asalariados se constituyan en subjetividad organizada capaz de cambiar el contexto económico-político y social imperante. En esta perspectiva, el comunismo, el socialismo, aparece como un movimiento real que parte de las contradicciones sociales y se constituye en opción política.
Pero la construcción del Programa de Alternativas no debe agotarse en Izquierda Unida. El PCEX debe defender que el Programa de nuestra apuesta estratégica y electoral incorpore los elementos antes reseñados, pero el propio PCE debe proyectar hacia fuera trabajos y luchas.
Se trata, pues, de plantear soluciones y luchar para alcanzar otro mundo posible. Estas eran, y son, las dos cuestiones centrales en el documento objeto de debate en el VIII Congreso: analizar la situación de Extremadura y plantear las bases políticas, programáticas y organizativas para su superación.
La gestión socialista, en tanto, no sólo se había basado en la imprecisión y en la incapacidad de planificar un modelo coherente y sostenible de desarrollo, sino a tal extremo había llegado el PSOE, que, al asomarse al poder, halló su propio camino de degradación política con respecto a las esencias del ideal socialista. Ideal que, por otra parte, había expuesto por bandera frente al poder nacional que dominó ferozmente en el pasado doliente de nuestra tierra. Mas, al frente del liderazgo de la Asamblea Extremeña y en sus años de gobierno, con sus prácticas políticas de adaptación al sistema en función de la propia construcción de sus redes caciquiles para mantenerse a flote sobre el poder político regional, que no por su larga historia, se había olvidado, incluso, de recientes compromisos adquiridos con sus gentes. Bastaba, pues, recordar lo aprobado al respecto, por este mismo partido en su 9º Congreso del PSOE de Extremadura:
“El desarrollismo irracional ha causado un daño irreparable en buena parte de la geografía española en nuestra Comunidad, la ausencia de una industria potente durante los siglos XIX y XX y las prácticas agroganaderas tradicionales han propiciado una naturaleza singular que sólo puede mantenerse con el firme compromiso que asumimos los socialistas de impulsar un modelo de desarrollo sostenible que evite la derrota de nuestro patrimonio de futuro a manos de mezquinos intereses de corto plazo.”
Hoy por hoy, no cabe ninguna duda de que incluso el mundo capitalista, aunque sea de boquilla e hipócritamente, reconoce que o bien nos mostramos respetuosos con la naturaleza en nuestras actividades económicas o provocaremos, por ellas, directamente, la destrucción del planeta que habitamos. Lo mismo en que, por entonces, se empeñaba, persistía en presentarnos nuestro Rodríguez Ibarra –y persisten todavía quienes le han sucedido– como opción más conveniente y rentable a nuestra realidad regional:
La recepción de una Refinería, insalubre y fuente de contaminación segura y más que abundante, aunque sí generadora de recursos fiscales, pero de muy poco empleo para la Tierra de Barros, donde
quieren ubicarla, agrediendo al corazón de una comarca de fertilidad probada, la cual sólo en industrias vinícolas ofrece su protección a unas 30.000 personas. Con una industria de este tipo, varias centrales térmicas, más la nuclear de Almaraz, la central de residuos biosanitarios y de generación de biodiesel… Se hace evidente la dirección de la apuesta por la que se inclina el PSOE. Si bien a esto sumamos la propensión incansable del Gobierno de Extremadura hacia el mimo escandaloso por los intereses del empresario Alfonso Gallardo, propietario de cementeras, siderurgias, promotor del proyecto de refinería dicho y receptor mayoritario de las mayores tajadas en suculentas prebendas y subvenciones de la Junta de Extremadura. Con ello se verifica, en la realidad palmaria, cuáles son las directrices de la inspiración política del gobierno regional: La concentración del Capital en unas únicas manos y la inclinación de la voluntad política por confundir lo público con lo privado.
Naturalmente, a todo ello dimos nuestra alternativa, como no podía ser menos, en el VIII Congreso del PCEX.: Precisamente “el no haber tenido la ocasión de verificar en nuestra tierra la revolución industrial del siglo XIX, nos sitúa ahora en la necesidad oportuna de basar nuestro desarrollo en industrias sostenibles y respetuosas con nuestro medio ambiente, y por tanto en una nueva economía basada en la explotación de nuestras riquezas genuinas, en la justa satisfacción de las necesidades prioritarias de los ciudadanos y ciudadanas y en la preservación de nuestro ecosistema: La potenciación de la energía solar, eólica y de la biomasa, las industrias de transformación agroalimentarias, el apoyo al pequeño y mediano comercio, a las nuevas tecnologías al turismo rural y ecológico...” Eran algunos de los ejemplos expresivos en los que se centraba nuestra propuesta. Si bien, para ello, advertíamos sobre la necesidad de cubrir ineludiblemente con dos condicionantes esenciales:
1º El desarrollo sostenible que apuntamos sólo es posible desde la implicación de la Administración regional en la economía apoyando iniciativas cooperativistas populares e incluso con la creación de empresas propias, de iniciativa o carácter público, bajo la consideración de que de estas industrias se obtiene la optima rentabilidad pública a largo plazo, al contrario de las de iniciativa privada que centran todo su interés sólo la obtención de beneficios privativos a corto plazo, fijándose, además y sobre todo, en los beneficios de carácter financiero.
2º La apuesta por un nuevo modelo de desarrollo implica, además, el diseñar su extensión por todas y cada una de la comarcas, frente al modelo ‘concentrado’ actual de empresas concentradas en un sólo punto geográfico.
En este punto, deberemos remarcar lo dicho, puesto pensamos que, desde entonces, en nada ha podido variar realmente la posición de nuestra alternativa, dado que tampoco han variado sustancialmente ni las circunstancias, ni las fuentes de inspiración, ni la naturaleza de los gobiernos de Extremadura. En todo caso y a grandes rasgos podemos destacar como las resistencias al cambio en la economía extremeña lo son precisamente por conformarse con las componentes sustanciales de la misma y como, ya en el presente, no se aprecia sino como empeoran materialmente las condiciones y las circunstancias en las que antaño debieron haberse dado las oportunidades para el desarrollo de las mismas. La crisis capitalista que se nos plantea hoy también alcanza a nuestra región en la justa proporción a su situación económica actual y a su punto de salida con respecto a las demás regiones de su entorno económico y político.
2. Sobre bases del pasado.
Tradicionalmente atrasada y alejada de los centros de expansión económica y fuera de los grandes ejes comunicación territorial, bajo una estructura de poder mediatizada por un arraigado caciquismo, basado en las influencias ejercitadas desde prestigio económico-social de los grandes propietarios de las tierras y de las responsabilidades funcionariales y políticas nacionales, regionales y locales, Extremadura, se había asomado a los 80 desde su realidad económica predominantemente agraria y ganadera, con su población en clara recesión demográfica y con su débil e incipiente sector industrial. En los años 70 aún seguía manteniéndose dentro del desequilibrio de su estructura socio económica: Cáceres y Badajoz ocupaban los niveles de renta provincial más bajos en el conjunto del estado español. Los problemas de la agricultura seguían centrados en la dimensión de las explotaciones (binomio minifundio-latifundio), en la estructura de la propiedad y la desaparición de bienes propios y comunales, en la deficiente mecanización con una progresiva descapitalización y en las deficiencias, y en muchos casos la ausencia, de una política regional de comercialización de los productos agrarios. Por otra parte, sólo un quinto de la población activa se dedica a la industria, contribuyendo al producto regional con la cuarta parte del mismo, con una productividad inferior a la nacional como consecuencia de una gran atomización de los establecimientos, escasa diversificación y bajo nivel tecnológico. El panorama industrial se completaba básicamente, con la construcción y la agroindustria. “La transformación de los productos agrarios (tabaco, conservas vegetales, vinícola y corchera representa el 70% de las exportaciones de la región. El resto de las industrias enfocadas hacia el consumo de la región revisten escasa importancia, por lo que existe una generalizada dependencia del exterior.”
A todo esto, se esperaba que el principio de actuación (aún inédito) surgiese de los organismos político-económicos regionales, a medida que fuesen dotándose de las competencias de gobierno necesarias para que se viese posibilitado el despegue de una región que “actualmente sigue ocupando el último lugar en el ranking nacional del desarrollo moderno.” Sin embargo, aún habría que esperar a 1983 para que los extremeños accediesen a su autonomía.
Desde entonces (1983) hasta el presente año 2010 han transcurrido 6 legislaturas completas de gobiernos interrumpidos del PSOE con Rodríguez Ibarra en la Presidencia, puesto que éste ha delegado, en Fernández Vara, también del mismo partido y refrendado por los extremeños en 2007. Hemos visto, en cambio, como las siglas del PCE o PCEx desaparecían del parlamento autonómico tras finalizar la primera legislatura en 1987, a partir de la cual el partido, sin presentarse a las elecciones, mantendría su influencia a través de IU. la cual llegó a remontar la marca del PCEX. en número de diputados en la Junta de Extremadura (6) en 1995 (aunque si bien en coalición con Los Verdes y con Compromiso por Extremadura y en pleno declive del PSOE a nivel nacional), para verlos reducidos a 3, más tarde, en las dos legislaturas siguientes (1999 y 2003) y a la desaparición del parlamento autonómico de Extremadura en 2007. Y será, precisamente, en las dos últimas décadas de los 90 y 2000, en las cuales apreciarán, palpablemente, los cambios, tanto si fuesen reales como aparentes, o bien, dicho de otro modo, cuando más claramente se percibirá, la incorporación de Extremadura al mundo del desarrollismo globalizado, y cuyo exitoso alistamiento no dejará de ser continuamente ensalzado por el Presidente Rodríguez Ibarra en sus numerosas elocuciones políticas en ponderación velada de su propia labor gubernativa. No obstante, políticamente, tampoco para otros resultaría más difícil resaltar las deficiencias habidas en estos tiempos de gobiernos autonómicos extremeños, supuestamente socialistas.
Si bien sobre la década de los 90 cabe decir que se caracterizó por su creciente dinamismo, tampoco de éste se derivaron cambios que llegasen a alterar en profundidad la realidad característica de la estructura económica extremeña: La limitada tasa de urbanización seguía respondiendo a un modelo socio productivo donde las actividades agrarias conservaban un peso considerable. El 18,6 % de la población activa (el doble del promedio español) se dedicaba al campo, siendo responsable del 12,5 % del PIB regional y del 4,3% de la producción final agraria del país. Los diversos sectores, continuaban conservando su relativa importancia comparativa, con suaves variantes: El de la agricultura, en retroceso, pero con sus rasgos productivos tradicionales (por la elevada carga de su mano de obra y por la baja productividad media de la tierra; poco más de la mitad de la media nacional, cuyo índice situaba a Extremadura en el último lugar entre las regiones españolas); la debilidad industrial, cuyo tejido productivo no acertó a consolidarse en importancia (excepto la construcción, en actividad pletórica) y el sector de servicios, que aún llegando a destacar sobre los primeros en aportación al PIB regional, no conseguía elevar la posición de la comunidad autónoma en el conjunto de las españolas. La patente precariedad de sus infraestructuras de comunicación que limitaban su accesibilidad y, por tanto las posibilidades de interconexión a gran escala.
En el ámbito político, cabe destacar que el Partido Socialista Obrero Español no sólo había conseguido acceder al dominio parlamentario autonómico, y por lo tanto al del gobierno extremeño en 1983 en las mismas décadas, y aún para la siguiente, sino que, en consecuencia, logró mantenerse en ambos, ininterrumpidamente, donde sigue, a día de hoy. Por esto es, que pensamos que, si es que el pueblo extremeño hubo elegido al PSOE, porque estaba en su derecho, sería por conveniencia, otra cosa es que el PSOE lo supiese y optase por engañarle también en Extremadura, ni el PSOE ni ningún otro partido de cualquier comunidad, ni pueblo de la misma, pueden resultar ajenos ni separarse, y menos estar exentos, de la política que ejerciten para todos en conjunto los partidos principales que gobiernan el estado y según decidan las condiciones de quienes, en la realidad, les mandan. Por esto es que nos bastaría con plantear lo que paso en España para poder comprender en qué consistió el gobierno de Ibarra en Extremadura:
Insistiendo en el afianzamiento democrático español y con pretexto de las primeras urgencias por sanear la economía, en las primeras legislaturas a cargo del PSOE, los socialistas continuaron adoptando disposiciones restrictivas. Con la reforma laboral se devaluaron los salarios de los trabajadores, mientras se abarataban para los empresarios las contrataciones y los despidos con la novedosa introducción del contrato temporal y a tiempo parcial. Con la política de reconversión industrial, con la consecuente destrucción de empleo y el paro, como inevitables, y con las medidas laborales restrictivas se pretendía afianzar el desarrollo de un modelo político-económico basado en un sector financiero, industrial y empresarial fuertes, de carácter privado. La situación requería una vez más la generosidad de los trabajadores. La posición política del gobierno socialista se justificaba ahora con la necesidad de modernizar el tejido industrial y económico llevando a cabo en ellos las reformas estructurales convenientes. De este modo, se contaba con que se conseguiría para España la capacidad de competir en los mercados, lo que facilitaríasu anhelada entrada en la Comunidad Europea con suficientes garantías de éxito.
En defensa de una actuación gubernativa que restringía los logros de derechos ya consolidados y de condiciones laborales favorables a los trabajadores, interpusieron las centrales sindicales sus protestas con huelgas y manifestaciones. Algunas de ellas terminaron llevando a UGT a un enfrentamiento directo con la dirección socialista, después de ciertos apoyos de principio como sindicato afín al PSOE.
…Pero poca, o ninguna, influencia tuvieron las reformas mencionadas como causas determinantes del crecimiento económico posterior, aunque hubiesen sido condicionantes indudables para la generación de beneficios empresariales desde la prospectiva previa a su implantación.
Objetivamente, el despegue se produjo coincidente con el ingreso de España en la CEE. Las expectativas empresariales creadas por el hecho de la adhesión y la entrada definitiva, fueron precisamente los desencadenantes primordiales de aquél. Aunque los especialistas cuentan con otros factores externos influyentes, como el tirón económico ejercido por la situación en alza de los países motores de la economía occidental y la rebaja en los precios del petróleo y del dólar, el ingreso en la Comunidad significó un acto de apertura al comercio exterior, al que impulsó con un mayor dinamismo, revitalizando el consumo privado, las expectativas de inversión y también la producción a nivel interno. Antes y después, el acontecimiento atrajo grandes inversiones extranjeras, tanto de fuera como de la Comunidad. Éstas fueron asistidas por la adopción de las medidas liberalizadoras de los mercados y, más tarde, de otras de tendencia privatizadora hacia empresas esenciales en la economía del Estado. Todo ello, que facilitó entre otros el fortalecimiento del sector bancario y la modernización tecnológica y organizativa de la producción, movilizó extraordinariamente las actividades económicas y financieras asistidas de la totalidad del país.
Y en definitiva, fueron las expectativas del mercado europeo y el hecho de que se consumara decisivamente la participación en el mismo, el verdadero agente y motor del auge económico de aquellos años. Ambos fueron impulsados a nivel interno por la necesidad de una mayor expansión económica, de consumo, social y cultural, capacidades que el conjunto de los españoles habían alcanzado dentro, y por influencia, de su espacio natural europeo en los últimos tiempos. Hecho largamente deseado y esperado por los sectores más progresistas de la burguesía industrial, comercial y financiera, en razón de la dinámica existencial de sus economías. Y, a nivel externo, en razón de los niveles de productividad alcanzados por los países integrantes del Mercado Común, que veían en España la posibilidad de un comercio seguro y por tanto, dada la diferencia de niveles en el desarrollo, rentable para ambos.
Con tales deseos y expectativas, entre otras realidades, debió contar el PSOE, cuyos dirigentes desearon, buscaron y consiguieron el gobierno que pudo estampar la firma del Tratado y Acta de Adhesión a la Comunidad. Fue el partido al cual las fuerzas propulsoras de la integración, con mayor o menor grado de consciencia (y si no, mejor sus representantes), dieron mayoritariamente apoyo y autoridad para llevar a cabo el acto, que al año siguiente sería confirmado con el anuncio del ingreso. El partido en cuyo gobierno se obtuvo cumplida respuesta a la solicitud que reiteradamente había presentado España, durante el régimen franquista y la que más tarde había sido presentada por el primer gobierno sucesor de la UCD en 1977, contando con el apoyo previo de la totalidad parlamentaria.
Las pretensiones del ingreso eran, pues, herencia del pasado, como lo fueron también las del ingreso en la OTAN. Si los socialistas aceptaban la herencia, también debieron aceptar, y aceptaron, que el mercado en el cual nos introducían, era un mercado cuyos socios fundadores, supervisores y beneficiarios eran capitalistas. En consecuencia, tanto ellos, los socialistas, u otros que quisiesen participar del juego debían someterse a las reglas derivadas de la esencia del sistema capitalista impuestas a tal mercado por sus adeptos. Esencia que no es otra que la obtención máxima de beneficios mediante la sobreexplotación mercantil a cargo de los potentados; primero por medio de la explotación de los productores en los momentos de extraer, manipular o elaborar las mercancías y luego por medio de la especulación hacia el consumidor, cuando éste las demanda… (Continúa en una 2ª Parte)