Colombia. «Garlemos mijito»: iniciativa de memoria para curar la heridas de la guerra
El Peñón – Santander es un municipio que vivió de manera directa el conflicto; en él confluyeron grupos armados estatales, paramilitares e insurgentes. Sus habitantes fortalecieron el tejido comunitario para lograr convertirse en un municipio; buscaron alternativas a los cultivos de uso ilícito; y mediante la memoria, curan las heridas dejadas por la guerra.
Lo acontecido en el Peñón, fue la inspiración para que Lina Álvarez, comunicadora social y periodista, y becaria Viva Voz de Memoria, investigara y rescatara los relatos orales sobre la construcción de paz y no repetición. Investigación que se sistematizó en una serie de cuatro podcast llamada “Garlemos Mijito”; que además, será insumo para la Comisión de la Verdad. Estas historias de resistencia y de organización pueden convertirse en ejemplo para los territorios y comunidades que aún están inmersos en el conflicto.
De corregimiento a municipio
El Peñón era corregimiento de Bolívar en Santander, este corregimiento no contaba con vías, escuelas, docentes, centros de salud, y en realidad todo funcionaba gracias al gran esfuerzo que ponían las y los integrantes de la Junta de Acción Comunal, quienes a través de diferentes actividades recolectaban dinero para garantizar algunas condiciones de vida digna a sus comunidades. Abandono estatal que aún se vive si actualmente las zonas rurales y que hace parte de los conflictos sociales, económicos y políticos que vive el país.
Sin embargo, los grupos paramilitares no estaban de acuerdo con este ejercicio comunal, y mucho menos en convertirse en entidad territorial. Por ello, una mañana en la ciudad de Bucaramanga atacaron a la delegación que se encontraba en una cafetería después de haberse reunido con el gobernador de la época.
En el ataque silenciaron la vida de Ciro Antonio Güiza, Nicacio Jerez y del joven Over Yesid Jerez quien solo se encontraba acompañando a su padre, además, hirieron a dos mujeres, una de ellas quedó cuadripléjica. Mujer que se convirtió en símbolo de resistencia de esta comunidad, ella como su padre, a pesar de lo vivido, continuaron con su aporte para la construcción del municipio; junto a importantes líderes como Manuel Moncada, Jesús, Madeline Téllez, Edisson Rivera, Alirio, Maria Denis, entre otros/as. Una historia que no puedes dejar de escuchar el primer capitulo de “Garlemos Mijito”.
Cultivos de uso ilícito y conflicto
Ser una entidad territorial, no generaría todas las condiciones del buen vivir para las comunidades. Además de las problemáticas y necesidades ya mencionadas, se sumó la llegada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejercito del Pueblo – FARC – EP -; el Ejército de Liberación Nacional – ELN -; la Policía Nacional, y posteriormente el Ejército Nacional y los Paramilitares. Un conflicto que se recrudeció con los cultivos de uso ilícito, amapola y coca.
No obstante, las comunidades empezaron a organizarse, a formarse como defensores/as de Derechos Humanos. Formación en la que la Iglesia Católica jugó un papel importante, fortaleciendo el tejido comunitario e intercediendo por las comunidades y la vida de las personas. Una historia que le significó a la Iglesia reconocimientos por aportar a la paz, pero también momentos difíciles luego del asesinato de uno de sus sacerdotes en la Provincia de Vélez, en el municipio de Landázuri.
Una historia fascinante que nos permite entender cómo la comunidad tuvo que afrontar la muerte de muchos de sus seres queridos, pero aun así, logró salir adelante – segundo capítulo de “Garlemos Mijito”.
De la coca al cacao y la mora
La comunidad de El Peñón aprendió a defender sus derechos, y a solucionar por medio del diálogo las problemáticas y conflictos. Sin embargo, aunque la presencia insurgente era menor, continuaron los enfrentamientos entre paramilitares y las FARC, por los cultivos de coca.
Para esta época, llegaron al municipio programas de guardabosques; que ofrecían condiciones de estabilidad a cambio de la sustitución de los cultivos de uso ilícito, a algunos les funcionó, a otros no. La mayoría vivieron la erradicación forzada y las aspersiones con glifosato; que «terminaron con los últimos cultivos» que quedaban, y de paso, también arrasaron con cultivos de pancoger. Aun así, las comunidades encontraron formas de subsistir, a través de la siembra de cacao, papaya, o de la mora en clima frío. Historias narradas desde las y los protagonistas en este tercer capítulo de “Garlemos Mijito”.
La lucha no termina
Después de vivir el conflicto armado, la erradicación forzada y el establecimiento de cultivos de cacao y mora entre otros, hoy enfrentan una nueva amenaza: la llegada de la minería. Una amenaza que moviliza y fortalece el tejido comunitario que se fue perdiendo con el paso de los años.
Las comunidades no están dispuestas a perder sus fuentes hídricas, su vocación agrícola, una gran riqueza paisajística y natural además de las cuevas y cavernas con todo lo que albergan –en las cuevas de El Peñón descubrieron un cementerio indígena de hace 5.000 años, un cementerio paleontológico, ríos subterráneos, nuevas especies de flora y fauna, entre otros hallazgos que han puesto a este municipio en la lupa de muchos investigadores/as–. Esta es la historia de la lucha actual que viven las comunidades en El Peñón, comunidades que no están dispuestas a vivir nuevamente un conflicto y sus impactos, esta vez, por la llegada del extractivismo. Historia que les contamos en el cuarto capítulo de “Garlemos Mijito”.
La historia de El Peñón es fascinante y poco abordada, esta es una invitación a escuchar “Garlemos Mijito”. Serie que desde Trochando Sin Fronteras visibilizamos. Además los invitamos a visitar El Cuarto Mosquetero, donde compartirán la investigación completa, a través de crónicas para visibilizar más de 50 voces que estuvieron inmersas en procesos de paz y no repetición en el municipio más joven de Santander.
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