Ciudadano y “els altres catalans”
Por Pepe Gutiérrez-Álvarez
Dos conclusiones obvias de los resultados electorales en Catalunya. La primera es que el bloque independentista (con un Puigdemont vestido de Companys), ha vuelto a ganar por mayoría absoluta siguiendo los procedimientos establecidos desde 1977, que hace el voto militante de la CUP valga varias veces menos que el de los grandes, C´s incluido; que este se erige como el partido más votado gracias a “els altres catalans” que antes había votado al PSUC, PSOE-PSC, e incluso a Colau o Podem…
Desde un punto de vista democrático, resulta evidente que los primeros representan una opción legitima que ha perpetrado errores tácticos serios –sobre todo en el programa social, luego en no querer darse cuenta que el Estado español un maldito bastardo- pero que no ha sido derrotada, que se ha mantenido fiel a una alternativa de movilización amplia y pacífica. Por lo mismo lo resulta que el 155 representa una España que ya no es ni tan siquiera autonómica, y que se apoya en el régimen monárquico del 78 que interpreta las leyes según criterios torcidos, El hecho de que C´s ha conseguido ser el primer partido demuestra que el electorado plebeyo que desconfía del proceso ha preferido el discurso “moderno” y “Light” al de partidos como el PP y el PSC que ya han demostrado lo que saben y quieren hacer.
Ciudadanos es un producto del marketing. Representante de una nueva promoción derechista a lo Macrom que funciona como una empresa que «vende» una ideología pragmática al servicio de las ventas. Ofrece el discurso que le exige el mercado, y que funciona de manera que encaja con un cierto número de «compradores» para los que se establece un discurso en consonancia. Aprovecha un hueco existente, y su misión es complementaria a la del bipartidismo, aunque sobre todo trata de taponar el voto de un malestar que ya no se expresa desde la conciencia social.
No obstante, C´s comporta numerosas dificultades a considerar: a) su línea política privatizadora atenta contra este electorado que está muy lejos de resultar tan estable como ha mostrado ser el catalanista movilizado, carece del menor arraigo social, tampoco tiene compañeros de ruta para aspirar a gobernar. Su capacidad electoral no es superior a la que alcanzó en otros tiempos el PSC “catalanista”. Tampoco está de más olvidar que existe una derecha que alcanzó su pinto más alto con el semifascista Aleix Vidal Quadras (para el que el cuestión catalana es un tema de mero orden público). De gobernar en Madrid, C´s significaría una vuelta a la tuerca antisocial.
La vía soberanista nacional está más o menos encarrilada, cierto, pero se encuentra «sola ante el peligro», sin arraigo social de los barrios obreros y esperando que el frente se amplíe…En frente hay un Estado sin oposición a la altura de las circunstancias, al menos en sus trazos fundamentales. Sorpresa ninguna: ya quedó clara su línea ascendente en las autonómicas anteriores. También lo decían todas las encuestas, y quien quería ver lo hacía desde la calle. Un pueblo desarticulado que no cree en ninguna propuesta alternativa porque le machacan con la resignación, y no ven resultados concretos. Por supuesto, esta misma gente cambiará en no poca medida en otro tipo de elecciones…Todo indica que el régimen ha aprendido a superar la sorpresa Podemos y las mareas en un mundo en el que la sociabilidad resulta cada vez más reducida y el miedo a lo que viene más grande.
Detrás de todo este desplazamiento de lo que fue el “cinturón rojo” está la historia del suicidio de la izquierda institucional, del espejismo de una socialdemocracia del “espíritu del 45”…Recordemos porque es importante: después de dos mayorías absolutas de Felipe por el «cambio» que no cambió nada que no fuesen los métodos de gestión, la izquierda se quedó al fondo de la derecha. En este “espejismo” incide también las “nuevas formas de vida” orientadas hacia la precariedad laboral, el ocaso de la sociabilidad, el malestar ante un mundo que es como decía Ciro alegría, ancho y ajeno. Hasta ahora, ni los comunes, ni la CUP y no digamos Súmate, se han mostrado capaces de arremangarse para recomponer lesa vida asociativa que es el “secreto” del potencial movilizador de quienes aspiran a “otra Catalunya”. Una Catalunya que no puede ser la de los tiempos de apogeo neoliberal convergente.
Parece evidente que a diferencia de otros periodos históricos que son referentes –la República, la Transición-, en el actual el perfil social apenas sí tiene peso. Al menos así parece indicarlo un proceso electoral que ha mantenidos sus trazos dominantes desde el anuncio de la crisis, y por más que podamos intuirlo como un trasfondo que todavía no se manifiesta.
Cierto: el dilema central sigue el encaje territorial, pero a su manera, el voto a la contra que ha dado su apoyo a C´s y en menor grado a Iceta-Borrell (el catalán que quiere “desinfectar” a su país de una opción que sigue siendo mayoritaria), no es el de los funcionarios ni mucho menos de la extrema derecha, aunque haya de todo un poco. Desde luego Catalunya no sería el primer lugar donde se alimenta un espacio lepenista…Sin embargo, ese voto no es ni mucho estable, es perfectamente susceptible de resultar determinante en otras citas como lo fue la de la alcaldía de Barcelona. Nos ha tocado vivir una fase histórica de un principio de inicio de reimposición social representada –de diversas maneras- por el independentismo más social, por el 15-M, Podemos y todo lo demás. Pero el ámbito electoral nunca ha sido el más propio de la izquierda enérgica. De hecho, la izquierda ha liderado avances sociales que se han expresado previamente en la movilización social, en la animación de una conciencia social básica que ahora trata de resurgir. Lo está haciendo a la defensiva o sea, después de una fase histórica en la que hemos sido destinarlo de una prosperidad que resulta evidente sí miramos como vivieron nuestros abuelos y nuestros padres.
Ahora más que nunca toca arremangarse para echar a C´s de espacios sociales que, por la lógica social más elemental, representan el enemigo.