¡Chissss!
¡Chissss! Yo no lo he visto, pero me lo han contado. Ayer apareció en la televisión pública autonómica, en un programa de «debate», un representante de la Plataforma Ciudadana Refinería No, el señor Pedro V. Sánchez, asimismo concejal electo de Villafranca de los Barros por la agrupación ciudadana de la localidad. La primera vez desde que se inauguró el medio público, después de que se censuraran abiertamente los episodios acerca de «la bicha» en «El lince con botas»; de que se transmitiera la orden de no exponer a la luz una sola camiseta, palabra, acción o actividad de Refinería No; de que se plegaran velas (por «consejo jurídico») antes de celebrar un debate sobre el particular previo a las elecciones; de que los informativos prescindieran por sistema de la opinión del mayor movimiento social independiente en la Extremadura «demócrata»; de que los «informadores» afines copen los mejores puestos en el canal público; de que se mantenga, por poner el ejemplo, un veto a Libre Producciones -a cualquier cosa de Libre Producciones- durante ya 23 meses consecutivos por un «delito» de «pontificado» a través de este diario ¡personal! y de algunos guiones para televisión, obviamente inéditos en ese medio. Al parecer, y contra lo que apuntan «los de arriba», el señor Sánchez carece de luciferescos cuernos y rabo, y aquellos que le acompañan no expelen un rumor errante a azufre, ni insultan a diestro y siniestro, arrasando los diálogos. A mi, naturalmente, me constaba. Tienen argumentos y son educados, sensatos, serios, con tesón. Invencibles.
Pues bien, esta mañana, nadie habla de ello, ha pasado desapercibido, es algo normal. De hecho a buen seguro muy pocos lo han visto. Debería de ser normal: así está escrito en la ley. Debería de haberlo sido. Sucede ahora, cuando el aspirante al partido en la «oposición» asume su rostro y santifica las teorías de Fuentes Gallardo (la última elección fue un referéndum, al parecer, pese a que se secuestró la información, se manipuló bajo control y se reprimió a los «disidentes»). Sucede justo cuando el medio público amplía por concurso público su plantilla de asesores jurídicos, en previsión de lo que se avecina. Sucede que rodarán cabezas desobedientes, sino al tiempo. Sucede que ahora el argumento es el empleo contra la crisis, y el maquillaje de bengalas va a carecer de sentido: el espejo se ha roto y no va a haber culpables. Va a haber víctimas, y en ellas confían para sus sacrilegios. Sucede ahora, de madrugada. Renuncio a exponer mi teoría acerca de esta estupenda noticia, de milagrosa marea crepuscular: la refinería no se pondrá, porque son invencibles, ellos y el sentido común. Pero el daño, señores, ya está hecho: la codicia y la agresividad asquean tanto porque dejan en los olivos un perfume amargo, del que cuesta desprenderse.