Chile. Sobre los candidatos a la convención constitucional: Hubiese sido muy lindo…
Pero ¿quién los eligió? ¿Qué atributos los hicieron candidatos?
Hará sido por el saborcito que deja la sola perspectiva de un poquito del poder que da la fama, la fantasía de posar para la historia, la perspectiva de un buen futuro laboral o el simple expediente de la egolatría, esa desalmada que vive agazapada a la espera de torcer el sentido de lo real en las personas con poca confianza en sus soportes vitales reales y más preocupadas del vecino.
El caso es que muchos hoy posan una forzada risa de candidatos a la convención constitucional solo porque salieron de la manga algo estrecha de sus propias decisiones, apuntaladas quizás, y en el mejor de los casos, por sus méritos de personajes públicos que habrán dicho algo más que esta boca es mía alguna vez.
Pero ¿quién los eligió? ¿Qué atributos los hicieron candidatos?
Habrá que decir que nadie o muy pocos, lo que para el efecto es exactamente el mismo desatino, sometieron su candidatura a la opinión de la gente y cruzaron sus mejores argumentos con otros, quizás con los mismos o más atributos.
¡Qué manera de haberse farreado una oportunidad quizás única, quizás irrepetible!
¡Qué manera de haber sucumbido a lo fácil de la nominación entre cuatro paredes y un cielo raso!
Muchos de aquellos que ahora piden su voto sin haber sido elegido para el efecto, mil veces cuestionaron airados y con razón al sistema político antidemocrático que ha suplido una y otra vez la voluntad soberana del pueblo con decisiones salidas del sombrero de un poderoso, de la chequera de un rico o del malabar de un político de cartón experto en manipular la esperanza de la gente.
¡Y dónde quedó el cacareado poder de la gente, el derecho a entregar su opinión!
¿Y dónde quedó el afán democrático hasta que duela?
Y, sobre todo, ¿dónde quedó la deuda que se contrajo con aquellos que lo dieron todo, sus ojos, su salud, su tranquilidad, sus vidas, para haber llegado, para haber forzado las cosas hasta este punto?
Muchos dirigentes sociales se autodesignaron sin mucho rubor afirmados ilegítimamente en el hecho de ser o haber sido vocero de algo. Otros, no se sabe.
Pero no es esa una razón suficiente para la auto nominación que, por cierto, se farreó lo que pudo haber sido un momento preciso para escuchar la opinión de la gente y haber unificado las opciones y propuestas ahora desperdigadas y confusas.
La que venga no va a ser la constitución que el pueblo de Chile quiere y merece. Lo que ha pretendido el orden con en el proceso en marcha es desactivar la profunda bronca de la gente por la vía de hacer como que se entrega la joya de la corona, el bien más preciado la piedra angular de todo el edificio.
En esta trampa, en este campo minado en el que se va a resolver un nuevo texto constitucional, las opciones de incluir capítulos que de verdad democraticen el país, es altamente improbable.
Las aritméticas tramposas y los amarres fraudulentos no harán posible redactar una constitución de rasgo decente. La ultraderecha, alineada con los sectores de la ExConcertación cuyos perfiles se ajustan perfectamente con lo que debe ser un agente de la CIA contemporáneo, serán quienes definan el poder de la eventual minoría de la ultraderecha.
No impunemente en estos últimos años la democracia cristiana, el PPD y el PS han gobernado zapateando en dos fondas, sin arrugarse, al contrario, con una desfachatez que solo tiene el asaltante callejero.
Sin embargo, este momento político definido por el escenario electoral constitucional, pudo haber sido de gran peligro real para el sistema.
Pudo haber potenciado ejercicios de articulación popular y tensionado las miles de formas de organización que la gente común adopta en sus barrios.
Puedo haber sido un ejercicio democrático en el que el populacho hubiera entregado su opinión respecto de sus representantes.
Pudo haber sido una elocuente muestra del real respeto por la gente que se dice en los discursos y se contradice en los hechos.
Pudo haber sido un ensayo general de mayores y mejores momentos de lucha popular.
Pudo haber sido un momento en el que se expresaran y se conocieran los reales dirigentes de la gente y no haberse quedado con los burócratas y acomodados de siempre.
Pudo haber sido una inédita movilización, aquello que seduce a la gente y la motiva a los sacrificios más increíbles, para demostrar que el pueblo es capaz de combatir en todos los escenarios.
Pudo haber sido y no fue.
Habría sido lindo que esos mismos candidatos salidos de la nada, dirigentes o no, hubiesen convocado para que el pueblo, ese despreciado, pudiera haber dicho su palabra y propuesto un camino.
Hubiese sido muy lindo.