Este 20 de enero, pasado el mediodía, un grupo de personas reunidas en el Coordinador 18-O irrumpió en la sede del céntrico paseo Estado, en Santiago, de la compañía multinacional de origen italiano Ente nazionale per l’energia elettrica (Enel). ¿La causa? Protestar por el aumento abusivo de las cuentas de la luz para la población, que a fines de enero llegará a un promedio de 60 y 80 %.
Enel Chile S.A. controla y gestiona un grupo de empresas que opera en el mercado eléctrico chileno. Su negocio principal es invertir en filiales y coligadas cuyo giro sea explotar, desarrollar, operar, generar, distribuir, transformar y/o vender energía en cualquiera de sus formas. Sus activos totales ascienden a $12.700.039 millones de pesos al 30 de junio de 2024. Enel Chile S.A. es propietaria del 93,55% de Enel Generación Chile, del 99,09% de Enel Distribución Chile, del 100% de Enel Green Power Chile y también del 100% de Enel X Chile. Asimismo, concentra un tercio de la dotación de electricidad del país para uso doméstico.
Durante la ocupación del local Enel, atiborrado de santiaguinos que se encontraban repactando deudas de la luz, en el marco general de alzas de productos y servicios, los manifestantes distribuyeron cartillas informativas al público y expresaron que «la injusticia que vivimos no es un accidente ni un error, sino la consecuencia directa de un sistema capitalista que privilegia la ganancia de unos pocos sobre la dignidad de la mayoría», y agregaron que «El alza desmedida en el precio de la electricidad, que alcanza entre un 60% y un 80% en los últimos meses, no es solo un golpe económico; es un acto de violencia contra nuestras familias. Mientras enfrentamos pobreza, endeudamiento y hambre, la empresa Enel, símbolo del saqueo capitalista, celebra ganancias multimillonarias».
En efecto, Enel, durante los años de pandemia, vio crecer sus ganancias en un 99%, y sólo en los primeros seis meses del año 2024 acumuló $1.378 millones de pesos diarios.
Mientras duró la intervención en el local de Enel, las y los usuarios que allí se encontraban, muchos de ellos ancianos, aplaudieron y se manifestaron de acuerdo con los argumentos esgrimidos por quienes protestaban.
Ante los efectos de la crisis económica, social, política y cultural que precariza la vida a diario y en todas sus dimensiones y debido a los exiguos ingresos y salarios de la inmensa mayoría del pueblo trabajador, por un lado, y la persistencia e intensificación de la concentración de la riqueza socialmente producida en una minoría insignificante de grandes grupos económicos, sólo resta que una vez más las clases trabajadoras y populares pierdan la paciencia y se vuelquen a nuevos levantamientos insurgentes.